A la mañana siguiente cuando despertó por la molesta alarma, vio que ella se había levantado, se vistió con rapidez y fue a buscarla al comedor. Ella estaba ahí parada como siempre con el desayuno puesto sobre la mesa, pero esta vez había algo diferente a su inexpresiva cara.
—Buenos días, Fred. Discúlpame, anoche... —Su tono de voz era distinto, su mirada también estaba arrepentida.
—No hay nada que disculpar, comprendo que estabas muy cansada. —Le lanzó una mirada asesina y él guardó silencio.
—Como te decía, no quise rechazarte.
La miraba con ternura. «la explicación de siempre, aquí vamos, han sido días difíciles y blah, blah, blah» pensaba.
—De verdad estaba harta de todo y muy cansada, pero te amo—. Eso fue nuevo, en mucho tiempo no la había escuchado decirle te amo en ese tono de voz tan dulce y meloso. —De verdad que me es pesado verte enojado en ocasiones y no poder hablar sobre el tema porque discutimos por cualquier cosa, solo quiero que todo sea como antes, de hecho, hay veces que creo que somos dos extraños que comparten la casa y a veces la misma cama.
Fred se quedó helado, en meses no la había visto así, dócil, tierna, arrepentida. Cada que se disculpaba por no dejarlo tocarla, siempre estaba molesta como si le cayera mal o le diera asco, pero esa mañana todo era diferente.
—Yo tampoco quiero pelear. Habíamos quedado que ayer saldríamos, pero por alguna razón no fuiste por mí como lo acordamos. —La miró con nostalgia y ella bajó la mirada.
—Es cierto —se sorprendió, por primera vez en todo su matrimonio lo había olvidado por completo y se sintió culpable. El corazón le latía fuerte y un nudo se formó en su estómago. Se le acercó y tomándolo por sorpresa lo besó, dulce y tierno, sus labios presionaban con suavidad los de él la miraba sorprendido deleitándose en sus besos, algo se le revolvía en las entrañas, un fuego que creía extinto, la tomó de la cintura pegándola a su cuerpo, ella puso los brazos en su cuello y sonreía al besarlo. Se perdieron en un apasionado, pero bien correspondido beso, el aire les faltaba, pero eso no impidió que se besaran un momento más— te amo, me hace feliz estar contigo.
—Rose, hacía mucho tiempo que no me besabas de esa forma. ¿Qué sucede cariño? —La miró impresionado y ella se sonrojó, sus mejillas ardían, desvió la mirada y se paró derecha enfrente de él.
—Nada ¿no puedo besar a mi esposo? —él la miró extrañado pero feliz— está bien, me siento terrible por lo de ayer, sé que han pasado meses en los que no ha pasado nada entre nosotros porque te rechazo, pero a veces solo quiero dormir y otras veces tú eres el ocupado y ya ni siquiera hemos hablado de eso.
—Lo sé. —El pesar en ellos se sentía tan real, como si al decirlo en voz alta se materializara la situación, solo se miraron y se sentaron. Desayunaron juntos, con algo de prisa, se le hacía tarde a Fred, pero no dejaba de verla, su bata se había abierto ligeramente dejando ver parte de su bien formado busto y sus torneadas piernas, la miraba con deseo, ella se dio cuenta y se sonrojó otra vez, la cerró y se levantó de la silla apenada. Fred la jaló hacia él, la sentó sobre sus piernas y la besó metiendo su mano bajo la bata y manoseando con lujuria su busto, lo dejó explorarla— sigues siendo una tentación, deseo tanto tenerte entre mis brazos.
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Reinicio 18+ (Terminada)
RomanceHay algo cierto, el dolor en definitiva cambia a quién lo experimenta. Una vez que lo has sentido en carne propia no vuelves a ser el mismo, es como un meteorito al caer modifica, devasta y no deja huella en un solo lugar cambia todo el entorno. Des...