Hay algo cierto, el dolor en definitiva cambia a quién lo experimenta. Una vez que lo has sentido en carne propia no vuelves a ser el mismo, es como un meteorito al caer modifica, devasta y no deja huella en un solo lugar cambia todo el entorno.
Des...
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Rose había notado un extraño comportamiento en la compraventa de las acciones y empezó a investigar por su cuenta, descubrió el fraude que Roy estaba haciendo, pero no dejaba suficiente evidencia para incriminarlo.
Frustrada recurrió a Mathew Brown, el director general de la empresa y le expuso la situación.
—Buenos días, señor Brown. Necesito hablar con usted, es importante.
—Pasa, toma asiento y dime ¿qué está pasando que estás tan alterada a últimos días? —La miraba con tristeza, sus ojos denotaban el cansancio de los años, su rostro tenía signos de edad avanzada, las patas de gallo al sonreír tan forzado lo envejecían más.
—Es sobre Roy Jones. —Tragó saliva y bajó la mirada—. Desde hace dos meses he notado movimientos extraños en sus cuentas, a veces son demasiado elevadas y otras muy bajas.
—Explícate. —La miró intrigado y puso las manos entrecruzadas con suavidad sobre el escritorio.
Roy Jones llevaba meses haciendo de las suyas con las cuentas de algunos clientes. Vendía acciones a mayor precio del establecido y engañaba a los clientes con que tendrían un mejor rendimiento, cuando en realidad se robaba el capital invertido y solo pagaba los intereses altos que ofrecía.
—Está vendiendo acciones a mayor precio que el estándar en el mercado, atrae inversionistas con grandes capitales prometiéndoles el 5% más del interés regular —el señor Brown abrió la boca en forma de "O"— eso no es todo, las cuentas que supuestamente entran son millonarias y el rendimiento que ofrece es irrisorio. Además, me da la impresión de que solo les está pagando los intereses, una vez que tiene en su poder las cuentas aparecen vacías.
—Está cometiendo un delito —ella lo miró apenada— ¿qué tienes Rose?
—Lo siento mucho, no he sido una buena líder. Si me hubiera dado cuenta antes esto no estaría pasando.
—No es culpa tuya, es un cretino, estafador ¿hay evidencia de lo que hace o sabe encubrir bien sus porquerías?
—No sé cómo demostrar lo que está haciendo —el pesar en su voz retumbó como eco en cueva— sé cómo está haciendo el fraude, pero por la forma en que trabaja, primero sé que no está solo, tiene socios que lo apoyan y prestanombres para pasar el dinero a sus cuentas. Segundo no sé en qué paraíso fiscal tenga todo el dinero y para acabarla de fregar, los documentos que probarían su fraude —suspiró y una lágrima surcó por su mejilla— están en su poder. Siempre tiene a la mano una extraña libreta en la que está como dibujando o no sé qué haga, pero estoy casi segura de que es donde tiene todos los accesos y la forma de guardar el dinero.
Se miraron intrigados y ella se levantó, el señor Brown la siguió y puso seguro a la puerta, la tomó de los hombros y le susurró al oído.
—Pondré un equipo de finanzas forenses a revisar el caso. Quédate tranquila y sobre todo no lo alborotes, déjalo que crea que nadie lo ha descubierto y sobre todo dale rienda suelta a lo que hace, solito se va a echar de cabeza.
