30 días
30 diferentes historias o cortos, donde los protagonistas de las mismas son Edgar y Colette del juego brawl stars.
Algunas un tanto raras, otras muy cursis y alguna que otra medio extraña. Nadie sabe lo que puede suceder.
Si no te gusta el s...
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Los días sábado era lo mejor que podía suceder en Brawltopia, era como si se detuviera por completo todo, pues aunque las partidas y modos seguían, la mayoría de brawlers se tomaba un descanso.
Tal era el caso de los empleados de la tienda de regalos, quien en ese momento se encontraban recostados en un sofá en casa de Colette viendo la película favorita de la nombrada.
—¿Cómo por qué se enamorarían? Acaban de conocerse —reprochó el pelinegro ante la escena de amor que se mostraba en ese instante.
—¿Qué no crees en el amor a primera vista? —preguntó curiosa.
—Claro que no, que ridiculez.
—Oh vamos, algo de amor debe de haber en tu frío corazón —se recargó sobre el hombro del chico mientras lo abrazaba, más éste no se inmutó, no le molestaba en lo absoluto.
—¿Qué te hace creer eso? —Edgar dejó reposar su cabeza sobre la de la chica, mientras su bufanda se pasaba tras los hombros de la misma.
—No lo sé, todos llegamos a amar —respondió mientras su mirada se dirigía a la de él.
Por unos segundos el mundo pareció quedarse quieto, ella lo miraba y él a ella. Ambas miradas se encontraban conectadas en ese instante, perdidos en los ojos del otro.
—Pues yo… te amo Colette —dicho esto Edgar comenzó a acercarse poco a poco a los labios de la albina, ella sabía lo que pasaría y se encontraba feliz por ello.
Después de unos segundos ambos labios se encontraban fundidos en un cálido, casto y tierno beso, era un beso lleno de amor y sentimientos por parte de ambos, reflejando esos sentimientos que habían sido guardados por tanto tiempo.
Ambos se separaron pasado el momento, pero con una hermosa sensación en el estómago, algo así como lo que muchos describían como mariposas.
—Yo también te amo, Edgar —respondió Colette mientras abrazaba con toda libertad al pelinegro. Ahora después de esto, ¿Qué proseguía?
—Colette… quizá no sea, bueno, lo sabes la persona más expresiva del mundo o la más cariñosa, pero lo que siento por ti es algo que no había experimentado con alguien más, es por eso que te pido que seas mi pareja ¿Qué dices?
—¡Claro que sí! —sin dudar un instante aceptó, formalizando por fin su relación como algo más que amigos y compañeros de trabajo.
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