No había sido fácil, su voz se había entrecortado mientras hacía pública aquella tragedia ajena sin tapujos. Había podido temblar ligeramente, o sus ojos casi acuarse, pero había sido capaz de quitarse aquel terrible peso que llevaba encima desde hacía semanas.
Rachel escuchó atentamente, horrorizada, llevándose una mano a los labios con el fin de tapar su boca a causa de la sorpresa, estupefacta ante aquella escalofriante historia que su hijo a duras penas podía proporcionarle.
Miles de ideas pasaron por su cabeza, mil soluciones que podrían desarrollar a partir de aquellas palabras, incapaz de articular palabra, sentados en aquel coche, iluminados por la cálida luz de la farola anaranjada a través del cristal.
Rachel abrazó a su hijo cuando este acabó de comentar los hechos, acariciando sus cabellos rizados, intentando calmar aquel bucle en el que había entrado por confesar la verdad, por expresar lo que verdaderamente sentía.
Pudo ver con claridad cómo parecía casi desmoronarse ante ella, por supuesto sin derramar lágrima alguna, pero apunto de hacerlo, quiso creer.
Normalmente habría tenido una respuesta tranquilizadora, pero nada pasaba por la mente revuelta de la mujer, tan sólo podía abrazar a su hijo, sobando su espalda, con ambos ojos abiertos, visualizando el rostro del ojiazul, quién posiblemente estuviese aterrorizado en la esquina de su habitación en aquellos momentos.
-No sé qué hacer.-murmuró Harry.
-Solucionaremos esto, mi vida.-respondió Rachel, aún abrazada a él.-No te preocupes.
-¿Cómo? Él no quiere que lo haga, siquiera que lo intente.
-Lo hará. No podrá aguantar mucho más tiempo de este modo.-se convenció Rachel.-Y cuando lo haga, estaremos aquí para proporcionarle la ayuda que necesite.
-Pero, ¿Y si no lo hace?
Rachel se apartó de su hijo, mirándolo a los ojos, tomándolo del rostro con ambas manos en sus mejillas.
-No le quites ojo de encima, ¿De acuerdo? No tardará en acudir a ti. Louis es un buen chico, se arrepiente de lo que ha hecho, y sabes que esto no es lo que quiere. Saldrá de su coraza, y serás el primero al que decida buscar.
-¿Por qué?
-Porque eres el único que se ha ofrecido a sostenerle cuando estaba cayendo al vacío, Harry. Porque sabe que eres un buen amigo y una buena persona. Y porque sabe que eres lo único real que le ha sucedido en mucho tiempo.-sonrió ella.
-Sólo tomamos un batido, no quiere decir nada.-Harry suspiró.-Él mismo lo dijo. No tuvo importancia.
-Por supuesto que la tuvo, cielo. Estoy convencida que aquella tarde se sintió más él mismo que en cualquier otro momento.
Harry asintió, notando cómo su cuerpo había comenzado a relajarse ante las palarbas tranquilizadoras de su madre. De alguna manera, también sospechaba que Louis acudiría a él, que tal vez llamaría a su puerta en una tarde lluviosa, rogando que lo perdonase. Harry abriría su corazón, y lo recibiría con un cálido abrazo, resguardándolo de los terrores que lo atormentaban afuera, en la tormenta.
Rachel abrazó a su hijo de nuevo, besando su cabeza, apretando su unión, tal vez evadiéndose de sus propios asuntos durante un instante, sustituyéndolos por un nuevo incoveniente de vital importancia, que poco a poco acabaría consumiéndoles.
-
-¡Louis, la cena está lista!-gritó su madre desde el piso inferior.
Louis había se había dejado caer durante unos instantes, que habían resultado ser horas, sobre su reconfortante cama, deseando y rezando por conciliar un sueño que lo llevase lejos de todo aquello que comenzaba a ponerse patas arriba a su alrededor.
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sinceramente, tuyo
Teen FictionDurante años, el joven del cabello de chocolate ha suspirado entre las esquinas de su pintoresco pueblo el nombre del castaño de ojos índigo sin recibir recompensa alguna por ello. Louis es carismático, apuesto e indulgente, dispuesto a conseguir su...