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Tras aparcar en el pequeño parking del instituto, Harry y Louis emprendieron un pequeño camino hacia el patio principal, abarrotado de jóvenes que, algunos más abrigados que otros, se refugiaban del frío en el interior de los pequeños vasos de cartón rellenos de chocolate caliente.
El aire dulzón cubría las calles cercanas a la escuela, despertando el interés de muchos de los vecinos que deambulaban frente al centro, que se acercaban con curiosidad y timidez a reclamar alguna de las deliciosas bebidas.
Louis en cambio, nervioso, no creía poder disfrutar plenamente de la actividad, pues tenía la sensación de estar siendo terriblemente juzgado por sus compañeros de instituto, temiendo encontrarse a alguien conocido que pudiese sospechar lo más mínimo acerca de su situación, o más bien, encontrarlo a él.
-Si en algún momento deseas marcharte, sólo tienes que pedirlo.-como si hubiese leído su mente, Harry lo tranquilizó en un tono de voz bajo, asegurándose de que sólo Louis podía oírlo.
El ojiazul asintió con rapidez, dedicándole una rápida mirada de agradecimiento y tomando una inspiración silenciosa y profunda antes de dar el primer paso hacia la marea de jóvenes, que alborotados, tomaban sitio bajo los árboles del descampado entre risas y conversaciones dispersas.
-Toma mi brazo.-dijo Harry, ofreciendo su extremidad con timidez ante el confundido Louis, que lo observó durante unos instantes, preguntándose qué había hecho para merecer un amigo como Harry.
Louis sonrió con poquedad, y de la manera más sutil y delicada que supo, introdujo su delgado brazo en el hueco que el rizado le otorgaba, atrapando su antebrazo con el pliegue interno de su codo en un tímido gesto de permiso. Cerró su pequeño puño en la manga del abrigo gris de Harry, atrapando el abrigado tejido, y espero a que éste lo mirase.
-¿Listo?-preguntó Harry tranquilizándolo con un dulce gesto en su mirada.
-Listo.-sonrió Louis.
Ambos jóvenes caminaron entre los adolescentes de su alrededor, hasta aproximarse a una de las mesas que servían chocolate desde el cazo ardiente, donde una anciana de aspecto bondadoso y una redecilla blanca en su cabeza que reía junto a sus compañeras cocineras, retomó rápidamente su posición en el mostrador, agarrando la gigantesca cuchara de metal.
-¡Buenos días, Harry!-lo saludó enérgica, apoyando sus brazos en la mesa.-¿Cómo estás, querido?
-Buenos días, señora Josephine. Muy bien, algo congelado con este tiempo, ¿Y usted?
-Ahí vamos, este frío invernal no hay quién lo soporte, ¿Verdad? Ya dije yo que a partir del solsticio de invierno vendrían grandes borrascas, pero nadie escucha a Josephine, querido. ¡Bien lo sabes tú! Menos mal que al menos se les ocurrió hacer la venta de mi chocolate caliente casero. ¿Os apetece un vasito a ti y a este apuesto joven que traes contigo?
Louis sintió sus mejillas sonrojarse, encogiéndose tímidamente en su lugar como un niño pequeño.
-Querremos dos.-pidió Harry con educación, mirando a Louis con una pequeña sonrisa.-¿Sí?
Louis asintió.
-Maravilloso.-Josephine tomó dos vasos de cartón, y bajo una graciosa anécdota sobre su gato Benjamin, rellenó los recipientes de la bebida espesa antes de tenderlos frente a ambos adolescentes.-Aquí tenéis, queridos, disfrutad de esta bonita mañana.
-Gracias.-murmuró Louis, envolviendo el vaso con sus manos, intentando atrapar el calor que éste emanaba del interior.
Las hojas crujían al ser pisadas por sus botas en el camino de ambos hacia el árbol vacío más cercano, bajo la brisa de diciembre que parecía envolverlos en un remolino de colores anaranjados mientras reían de un propio y estúpido chiste inventado que sólo ellos entendían.
Aún Louis no había soltado el brazo de Harry, y tampoco tenía interés por hacerlo, pues sentía que su cuerpo y alma se encontraban en paz y seguros junto al tacto del rizado.
Casi no quería acordarse de que debería separarse de él en menos de una semana, apartándolo de su mente con el fin de disfrutar de aquel momento en el que el suave ritmo de una melodía de jazz abandonaba los altavoces de la entrada.
Ambos tomaron asiento bajo un pequeño sauce algo más alejado de la muchedumbre, y soplaron los vasos rellenos del humeante chocolate.
-Me gustaría saber.-dijo Louis bebiendo un sorbo.-Si has conseguido escribir algo como me dijiste.
Harry tomó un trago y ladeó la cabeza, escondiendo su morro en el vaso.
-¿Eso qué demonios significa?-rio Louis.
Harry sonrió, encogiéndose de hombros mientras tragaba.
-Significa que un poco.
Louis alzó sus cejas, flexionando sus piernas hasta quedar sentado como un indio.
-¿Cuánto es "un poco"?
Harry asintió, mostrándole su dedo índice mientras guiñaba uno de sus ojos en un adorable gesto.
-¿Una frase?
Harry sonrió.
-¡No está nada mal!-sonrió el ojiazul.-¿Podría leerla?
Harry bebió otro sorbo y negó con la cabeza.
-Aún no está acabada.
-¿La frase?
-La canción.
Louis abrió sus ojos con intensidad.
-¿Estás escribiendo una canción?.-el rizado asintió tímido.-¡Harry eso es fantástico!-sonrió ampliamente el castaño.
-No es nada, es una tontería...
-¡Claro que no!-lo interrumpió Louis, acercándose más a él hasta quedar sentado a su lado.-¡Es maravilloso!
-Yo no diría tanto.-carcajeó el ojiverde.
-Eso tendré que juzgarlo yo que soy el que escribe.-Louis alzó su barbilla orgulloso antes de beber un trago de chocolate.
-Está bien. Cuando esté acabada podrás juzgar todo lo que quieras.
-Pienso ser el primero en escucharla.-le advirtió señalándolo con el dedo.
Harry sonrió acercándose el vaso a los labios, haciendo que una dulce risita escapase de la garganta de Louis cuando, al apartarse el recipiente de la boca, una cobertura de chocolate cubría la parte superior de su labio.
-¿Qué?-Harry sonrió confuso por las carcajadas de Louis, llevándose los dedos al rostro, buscando lo que causaba tanta gracia en el ojiazul.
-Espera un momento.-consiguió por fin articular, mientras depositaba su vaso en el césped y sacaba del bolsillo de su abrigo marrón una pequeña bolsita de pañuelos.
Abrió el plástico, y con cuidado de no romper el papel, consiguió sacar el pañuelo haciéndolo sacudir en su mano derecha antes de acercarlo a las comisuras de los labios del ojiverde, deslizando con delicadeza el tejido sobre su piel manchada.
De pronto, la sonrisa de Harry se borró, quedando totalmente anonadado por los brillantes índigos de Louis, que quizás demasiado próximos a los suyos, habían recuperado durante un instante aquella dulce alegría que los había caracterizado durante tanto tiempo.
El rizado tomó una respiración silenciosa, observando con cautela la expresión concentrada de Louis sobre sus labios.
De pronto, la sonrisa de Louis se borró, siendo sustituida por una expresión de pura contemplación hacia el pulcro e inocente rostro de Harry, el cual deseaba proteger con sumo cuidado del mundo exterior.
Observó sus destellantes esmeraldas, consciente de que él estaría haciendo lo mismo con sus ojos, sintiendo por un momento, que Nueva York no era más que otra de las mil estrellas del cielo que se levantaba sobre los dos corazones, que en secreto, comenzaban a amarse de la manera más pura.
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sinceramente, tuyo
Fiksi RemajaDurante años, el joven del cabello de chocolate ha suspirado entre las esquinas de su pintoresco pueblo el nombre del castaño de ojos índigo sin recibir recompensa alguna por ello. Louis es carismático, apuesto e indulgente, dispuesto a conseguir su...