32.

194 22 8
                                    

-

-¿Por qué a ti te salen así?

-¿Cómo?

-Así. Redondas.-Louis señaló la galleta que Harry moldeaba en sus manos.

Harry miró sus manos y acto seguido la forma parecida a una lombriz que sostenía Louis entre sus dedos.

-¿Qué estás mirando?-Louis se llevó las manos a la cintura.

-Tienes que moverla en círculos.-carcajeó el ojiverde.

-Lo he hecho.-Louis le fulminó con la mirada.

Harry alzó una ceja.

-El caso es...-el ojiazul se giró de nuevo hacia la encimera, arrojando la masa, con disgusto.-Que no sirvo para esto, Harry.

El rizado se cruzó de brazos, prestando atención.

-Yo puedo tocar el piano, jugar al fútbol y limpiar cuartos de baño, pero esto...

Harry observó con una sonrisa los movimientos malhumorados de Louis, que intentaba recrear una bola de masa de galleta entre sus manos, dejando caer los pedazos del compuesto sobre la encimera.

Se percató de sus labios apretados por el esfuerzo, su ceño fruncido y de los mechones sedosos de su cabello que caían desordenados sobre su frente, mientras claramente frustrado, con agresividad hundía su puño en el cuenco del relleno.

-Esto es una maldita mier...

-Debes amasarla con las manos en la encimera para que pueda amoldarse.-lo interrumpió, con una sonrisa.

-Lo haré con el rodillo.

-Con el rodillo no podrás hacer círculos.

-Pero así no ensuciaré la mesa ni mis manos.-contestó sin mirarlo, dando pequeños puñetazos a la masa.

-Ya lo estás haciendo ahora.

Louis giró su rostro hacia Harry, quién con una sonrisa pícara, pasó la página de libro de recetas, sin quitarle la vista de encima.

-Pues hazlo tú, entonces.-Louis alzó su barbilla, sacudiendo ambas manos en una palmada que crearon una nube de humo de harina, y dio un paso hacia atrás.

Harry suspiró dejando caer su cabeza con la vista en el techo, y agarró a Louis de la cintura antes de que éste pudiese marcharse, devolviéndolo a su lugar inicial frente a la isleta de la cocina, y colocándose tras él.

-Eres un cabezota.-Harry se aclaró la garganta, apoyando su barbilla en el hombro de Louis, encorvando ligeramente la espalda por la diferencia de altura entre ambos.-Primero movemos las manos así...

Louis quedó con su espalda pegada al pecho de Harry y con las manos del rizado sobre las suyas en una escena dulcemente doméstica en la que, con cuidado, Harry guió las finas articulaciones del castaño hacia la masa de galletas, comenzando a amasarla poco a poco con delicadeza.

De los labios de ojiazul escapó una leve risilla cuando la mezcla salió por uno de los agujeros entre sus dedos al apretarla, contagiando a Harry, que lo repitió más veces con las pequeñas manos de Louis en movimiento bajo las suyas.

Parecía que, como dos rosas frescas, habían descansado durante horas enteras sin interrupción, cuando lo cierto era que casi les había sido imposible pegar ojo aquella noche entre caricias, besos, susurros y acciones que los podrían haber condenado a la misma muerte si hubiesen vivido un par de siglos atrás.

Louis recordaba cómo Harry lo había acariciado con mimo, como había besado sus cicatrices, y cómo las que antes sangraban, ahora conseguían cerrarse como si un hilo estrellado pudiese unirlas de nuevo, y camuflarlas entre su piel.

sinceramente, tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora