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Tal vez habían transcurrido diez segundos o tal vez hubiesen sido horas cuando en un intento por inhalar oxígeno fresco, ambos jóvenes despegaron sus labios, sin abrir los ojos, y sin siquiera tener una perspectiva del contrario antes de atacar de nuevo la cavidad del otro.

Louis se acomodó sobre la banqueta del piano, girándose hacia la derecha con agilidad, teniendo un enfoque central de Harry, a pesar de mantener aún los ojos cerrados, quién realizó la misma acción, quedando frente a frente con el castaño.

Pero fue el ojiazul quién se armó del valor suficiente para elevar una de sus manos hacia el suave pómulo derecho de Harry, quién suspiró en el beso al sentir su tacto.

Ninguno de los dos, hasta aquel momento, había sido capaz de recordar lo que había sucedido minutos antes de aquella majestuosa unión que había hecho que sus cabezas se alborotasen. Sólo podían llevar su total atención al deslizar de sus perfectos labios que encajaban con delicadeza en un sensual baile de emociones liberadas tras tiempo de opresión.

Mientras Louis desenroscaba la punta de su húmeda lengua sobre los rebordes exteriores de Harry, comprendió cuánto había ansiado poder poseerlo de tal manera, saber que aquel sentimiento podría llegar a pertenecerle en algún momento, o incluso llegar a creer que estuviesen predestinados.

Harry se aferró a ese reconfortante cosquilleo en su estómago mientras tomaba la respiración de Louis y la mezclaba pacientemente con la suya. En su interior saltaba, gritaba y reía en una sobredosis de alegría al ser consciente de que, tal y como había soñado en incontables noches de insomnio, Louis Tomlinson lo estaba besando.

Quiso creer que aquello no era un sueño, no quería despertar en su habitación habiendo imaginado cómo Louis lo había tomado poco a poco en sus labios hasta hacer temblar sus piernas. Quería que aquello fuese real, y que de igual manera, Louis lo sintiera de ese modo.

Harry se despegó con empalago de Louis, mientras con una de sus manos, que había elevado hacia el rostro del ojiazul casi sin darse cuenta, acariciaba el contorno de sus labios , perfilando con la yema de sus dedos cada rasgo del perfecto rostro de Louis.

El ojiazul abrió los ojos lentamente, cruzándose con los intensos esmeraldas de Harry, o lo que pudiese quedar de aquel excelso color debido a la extrema dilatación de sus pupilas por el deseo.

Entreabrió su boca, dejando que el tacto sensible de Harry siguiera su pulcro curso sobre sus hinchados y carnosos labios, dejando escapar un dulce suspiro cuando el pulgar de Harry quiso arrastrarlo hacia abajo en un frágil movimiento respetuoso.

El ojiverde, incapaz de apartar su atención de aquel magnífico ser que se le había otorgado como acompañante, quiso acercarse de nuevo a su perdición, temeroso de que aquella breve llama hubiese podido consumirse en un rápido soplido.

Los pensamientos confusos de Louis comenzaban poco a poco a cobrar sentido, sintiéndose aterrorizado, pletórico y al mismo tiempo superado por las circustancias. Quería huir de allí tras haber descubierto semejante secreto que tan bien había sabido guardar desde hacía tanto tiempo, quería encontrar el avión que antes saliera del aeropuerto más cercano y huir a una isla desierta donde pudiese morir acompañado de sus angustiosos pensamentos, lamentándose de sus decisiones ya tomadas.

Sus pulmones encogidos fueron capaces de vibrar ante la visión de su propia ruina tras aquel impulso, aunque las cosquillas de su estómago quisieran luchar contra la angustia a la que se aferraba.

Con ojos llorosos, observó las orbes ilusionadas y brillantes de Harry, mientras un pequeño hoyuelo aparecía en una de sus mejillas mientras acariciaba su mandíbula con deleite.

sinceramente, tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora