La diferencia entre tú y yo

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Seraphina

Wellston, un enorme lugar, lugar de sonrisas, miedos, risas y enojos, todo eso representaba nuestra escuela, la vida en un lugar donde tendrías que luchar por tu supervivencia o al menos así era.

Las multitudes adornaban la escuela, pues todos nosotros los "estudiantes" estábamos vestidos formalmente mientras mirábamos un lugar fijo. Un ataúd.

Persianas negras descendieron de lo mas alto, en los techos enredaderas negras se habían formado y con ello un altar en su memora.

A mi lado se encontraba la realeza y él...

Lagrimas adornaban el azul brillante en mis ojos. Me sentía totalmente impotente, era débil, muy débil.

Pronto el sonido de la lluvia adorno el lugar, gotas y gotas provocaron que aquellas personas reunidas se alejaran, pero yo no.

El aura se condenso y con ello un brutal pulso de energía se sintió por todo el lugar, lo sabía, no mostraba ningún sentimiento, sin embargo, aquellos ojos brillantes ojos lo delataban, estaba enojado... muy enojado.

No podía hacer nada al respecto, incluso si lo intentase simplemente seria ignorada, solo podía permanecer a su lado, el tiempo que necesitase estaría ahí.

Pronto la lluvia se condenso a un diluvio, sin embargo, permaneció firme y al igual que él, lo acompañe.

Los minutos siguieron avanzando y finalmente se giró en dirección opuesta.

-Vámonos- Esas fueron sus únicas palabras antes de empezar su caminata provocando que lo siguiera.

Finalmente lo había entendido, nunca me había sentido tan pequeña en este basto mundo, sin embargo, al ver su espalda alejarse en la lejanía por primera vez entendí, lo lejos que estábamos el uno del otro. La experiencia de algo llamado "vida".

Pues mientras yo me quejaba de mi familia y las reglas, otros intentaban sobrevivir a sí mismos todos los malditos días, rezando y suplicando por no volverse "monstruos".

No importaba nada ahora, todo había terminado y con ello la vida de una persona, la vida de alguien que quería crecer y disfrutar, pero desafortunadamente jamás lograría su sueño.

Impotencia e ira, podrían describirme por aquellos aspectos, pero... nada, eso era lo que sentía, la nada absoluta.

Sin querer hacerlo esperar aún más congele el tiempo llegando en ese mismo instante a donde se encontraba.

-No malgastes tu energía... aun no...-

-Está bien... no te preocupes tanto...- El dorado brillante finalmente parpadeaba, él había dejado de usar su habilidad.

Finalmente, aquellas novedosas puertas nos recibieron y con ello habíamos dejado atrás lo único que quedaba en nuestra mente de ella...Cecile.

Aun logro recordar el día que llevamos su cuerpo, el como el director golpeo a John de una manera brutal, sin embargo, desde ese momento él ya no tenía vida, sus ojos desprovistos de toda reacción al dolor afligieron mi corazón, quería ayudarlo y cuando finalmente lo intente solo logre arrebatarle lo que el mas quería. Era un estorbo.

Condolencias y noticias abrumaron el lugar, "El As ha vuelto", ahora muchas personas me habían visto usar mi habilidad nuevamente, finalmente lo había conseguido... pero el costo fue demasiado, más del que podría pagar en esta vida y en las venideras.

Odiaba mi habilidad.

Caminamos al unisonó el uno del otro, sin palabras ni gestos, ni una maldita interacción que me hiciera sentir menos culpable, lo aceptaría todo, si quisiera gritarme, golpearme, humillarme, lo aceptaría, pero... su silencio fue el peor dolor.

Últimamente ni siquiera tenia oportunidad de verlo, era como un estúpido fantasma. Odiaba esto y sobre todas las cosas me odiaba a mí misma.

Sin siquiera darme cuenta volví a lo que era, volví a lo que tanto me esforcé por destruir.

Seraphina "perfecta", incluso si no fuera la mas poderosa en esta escuela aún era mucho más fuerte que todos los demás, exento John...

Cualquier cosa me irritaba y golpeaba a los que me rodeaban, estaba muy mal, la ira me consumía, pero el... el siempre aparecía para detenerme, incluso cuando lo atacaba hacia todo lo posible para no dañarme con sus golpes. Tan cuidadoso.

Sin siquiera darme cuenta había hecho lo mismo, sumergir la escuela al terror absoluto, pues una simple mirada era suficiente para mí, pero cuando estaba él, todo eso desaparecía, solo el dolor quedaba.

-No puedes seguir haciéndote esto-

-Nada de lo que paso fue tu culpa, entiéndelo fue su decisión-

La ira broto por cada poro de mi cuerpo, tenía razón, pero aun así me sentía enojada, muy enojada.

-No lo entiendes...-

Quería irme, no quería pelear con él, no ahora.

Active mi habilidad y el mundo a mi alrededor se volvió totalmente gris.

Empecé a correr si rumbo, quería irme, alejarme de todos.

Unas enredaderas negras ataron mis tobillos y manos sujetándome al suelo.

-Déjame ir-

-No puedo...-

-¡DEJAME IR, ACASO NO HAS VISTO, TODO ESTO ES POR MI CULPA, SI SOLO NO TE HUBIERA CONOCIDO, TU SERIAS FELIZ!-

El dorado quedo frente a mi y con ello la calidez adorno mi cuerpo, me había abrazado, pronto mis fuerzas sucumbieron provocando que las enredaderas desaparecieran al igual que el gris de mi tiempo.

-No puedo perderte a ti también...-

Finalmente lo entendí, entendí lo mucho que se preocupaba por mí, la importancia que tenia en su vida y mi influencia en el.

Lagrimas rodaron por mi rostro y en un llanto desesperado me aferré a él tanto como pude, estaba segura en sus brazos, me dio la oportunidad de renacer.

Pronto la ira desapreció y finalmente la paz reino en mí.

-Adiós Sera...-

Fueron las únicas palabras que pude escuchar antes de caer en la profundidad de la inconciencia. 

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