TE AME DESDE LA PRIMERA VES QUE TE VI

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Capítulo 7.

Candy permaneció en silencio hasta que él terminó y recorrió su cuerpo con sus manos grandes y masculinas, bajando por sus pechos y rozando la cima con los pulgares, descendiendo hasta llegar a sus piernas y separárselas con una sonrisa maliciosa en su rostro, justo antes de que lo inclinase hacia ella y su boca se perdiese en esa misma zona. Ella se estremeció ante el súbito placer.

―Espera ―, jadeó―. Esto… está mal…

Terry alzó la vista hacia ella, sonriendo.

―En el sexo, no hay nada que esté mal.

Después volvió a deslizar la lengua entre los pliegues de su intimidad, provocándole un gemido sonoro que quebró el silencio de la habitación.

Candy se obligó a abrir los ojos porque verlo hacer aquello entre sus piernas era demasiado tentador como para perdérselo. Al menos, quería retener la imagen en su memoria antes de que volviesen a la ciudad.

Porque seguramente Terry pasaría las noches fuera de casa, haciendo eso mismo con a saber quién. Pero cuando el placer se volvió tan intenso que empezaron a temblarle las piernas, se aferró a las sábanas con las manos y cerró los ojos. Terminó por de deshacerse de todo tipo de pensamientos, para emitir un grito suave que a él solo consiguio encenderlo más, si es que en esos momentos era posible.

Porque Terry estaba tan duro que no recordaba haberse sentido así en toda su vida. Aún vestido y sin que ella lo hubiese rozado siquiera, su erección presionaba con fuerza contra sus pantalones y, cuando al fin se liberó y se quitó la ropa, apenas pudo esperar un segundo antes de hundirse dentro de ella con fuerza. Sintió una satisfacción extraña al verla rendirse ante sus caricias, como si por un momento estuviese ganándole la batalla a esa pequeña salvaje con la que parecía haberse casado sin saber que supondría todo un reto.

—Mas fuerte —le susurro ella al oído. Él sintió que los músculos de su cuerpo cedían dándole lo que quería. Perdio el control de su cuerpo. Al escuchar la voz aterciopelada pidiendo aquello, y lo peor era que le encantó. Lo encendió. La sujeto con decisión de las caderas y embistió fuerte.
—Me voy a correr... joder... gruñó contra su cuello.
No le dijo que hasta entonces solía durar el doble. Ni que nunca había sentido un orgasmo tan poderoso e intenso. No le dijo nada de todo aquello, porque ni siquiera el mismo quería admitirlo o analizar. Porqué escucharla decir una frase tan simple como más fuerte, le había hecho perder el control de aquella manera.

Sus amantes le habían dicho mil cosas más excitantes, perversas y subidas de tono. Sin embargo en La voz de Candy sonó distinta. Con sus bonitas piernas rodeandole a él las caderas y sus cuerpos encajados.

Él se apartó a un lado y Suspiro profundamente, sin aliento.

—Ha sido... todo menos doloroso —dijo ella sonriente.

—El dolor sólo ocurre la primera vez —le explicó él.

—¿Y luego Siempre es así? —alzo una ceja graciosa.

—Siempre, sí sabes hacerlo bien—bromeó Terry.

—¿Te estás colgando una medalla?—se burló.

—Creo que me la merezco—, la sujeto de la cintura cuando ella intentó rodar hacia un lado—. ¿A dónde crees que vas? No he dicho que he terminado contigo.

—Necesito... tengo que limpiarme —explico con las mejillas enrojecidas y él le hizo gracia ver que aún podía lograr ese gesto en ella, que se mostrarse cohibida.

—De acuerdo. Ve. —la solto tras darle un beso.

Tumbado en la cama la observó. Mientras ella volvía a meterse en la bañera dispuesta en medio de la habitación para limpiarse con la agua ya tibia. Después salió y se secó con un paño, antes de regresar a la cama a su lado. Se acurruco sin pegarse demasiado a él. Porque temía que la rechazase, después de haber terminado. Preferiría evitarlo.

Te ame desde la primera vez que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora