El destino

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Durante el desayuno, Izuku se encontraba ausente, perdido en sus propios pensamientos. Inko le vio remover la comida sin probar bocado y se preguntó si estaría enfermo. Pero al ver la expresión de felicidad de su rostro y los suspiros que escapaban de su boca, entendió que no estaba enfermo, sino completamente enamorado. Se preguntó quién sería el susodicho. Hacía mucho tiempo que Izuku había dejado de acudir al mundo de los humanos. Eso debía significar que ya se había olvidado del tal Kacchan y había puesto el ojo en otra persona. Quizás alguien de su instituto.

—Cariño, hoy vas a casa de Todoroki, ¿verdad? —intentó tantearlo.

Izuku despertó de sus ensoñaciones y sonrió.

—Sí, Todoroki y yo tenemos que estudiar —explicó.

—Shoto Todoroki es un buen chico —comentó Inko, retirando su plato y el de su marido de la mesa—. Muy educado y estudioso.

—Esa amistad te conviene —comentó Hisashi, doblando el periódico y dejándolo encima de la mesa—. Tengo entendido que es el hijo de Enji Todoroki, uno de los próximos candidatos a gobernantes de nuestro mundo.

—Así es —respondió Izuku, que no podía estar menos interesado en aquella conversación.

En el mundo de los dioses no había fronteras como en el de los humanos. Un único gobernante los dirigía a todos y se encargaba de mantener la paz. Por lo que el dios en cuestión debía ser alguien justo y con mucho poder. Los dioses escogían a su gobernante para que los representara durante tantos años como estos quisieran que estuviera en el poder. Si hacía un buen trabajo, podía llevar el mando durante milenios. El actual gobernador, Toshinori Yagi, apodado All Might por sus grandes capacidades, llevaba en el poder tanto tiempo que ni sus padres recordaban cuándo fue nombrado. Sin embargo, últimamente se rumoreaba que Toshinori estaba demasiado cansado para continuar y que pronto designaría a su posible sucesor, a pesar de que la última palabra la tuvieran el resto de los dioses.

—Dile a Shoto que venga un día de estos a merendar —le dijo su madre—. Prepararé algo rico.

Izuku empezaba a sentirse presionado. Su madre pensaba que el objeto de su amor era Todoroki, y él se sentía fatal por no decirle la verdad, pero sabía que lo mejor sería mantener a su madre apartada de todo ese asunto.

Recogió su plato y salió apresuradamente de casa con los libros en la mano de camino a sus clases.


-.-.-.-.-

—¿Estás bien, Midoriya? Hoy has estado especialmente distraído.

Izuku se sonrojó. Había ido a casa de Todoroki y no le estaba prestando la más mínima atención.

—Estoy bien —contestó con una sonrisa avergonzado—. Últimamente, me cuesta concentrarme.

—Les suele pasar a las personas enamoradas.

Izuku respingó en su asiento.

—¿Cómo...?

—Uraraka me lo dijo. En realidad, ella solo lo intuye. Las chicas tienen buen ojo para estas cosas, supongo. ¿Es verdad?

Izuku bajó la mirada.

—Pues...

—¡Shoto!

Enji Todoroki entró en la habitación sin siquiera llamar a la puerta. El padre de Shoto era un hombre imponente y de mirada severa. Iba vestido con una túnica confeccionada con una tela de máxima calidad cuyo corte y largura hacían gala de su poder y estatus social. Al ver a Izuku, su expresión se endureció.

Parte de tu mundo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora