Una vez más

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Después de la incursión que había realizado Katsuki en la casa de AFO con la ayuda de Shoto, ambos regresaron a la casa de All Might para que Katsuki pudiera ponerles al corriente de todo lo que Yoichi Shigaraki les había contado. Inko no dejaba de temblar mientras el joven rememoraba las palabras del hermano del dios maldito. Cuando terminó su relato, se echó a llorar con las manos en la cara.

—No puedo creerlo —masculló Shoto—. ¿Cómo puede un padre hacerle algo así a su propio hijo?

—Es mi culpa —sollozó Inko—. Hisashi me odia por algo que ocurrió hace muchos años y está intentando hacerme daño a través de Izuku.

All Might acariciaba su espalda para brindarle apoyo, pero no sabía muy bien cómo reaccionar ante aquella noticia. Aquel asunto era de lo más retorcido que había escuchado nunca.

—No puedes quedarte en esa casa —soltó de repente, poniéndose en pie—. Si ha actuado de esa manera con su hijo, quién sabe lo que podría hacerte a ti. Iremos a por tus pertenencias y te quedarás en mi casa hasta que busquemos una solución.

Inko se secó las lágrimas con la manga de su túnica.

—No quisiera ser una molestia para ti, Yagi.

—Tú jamás serías una molestia. Vamos.

—No, espera —le pidió—. Es mejor que Hisashi no te vea. No quisiera empeorar las cosas. Iré yo sola.

—Ni hablar —dijo Katsuki—. No dejaremos que vayas sola.

—Iremos contigo —lo secundó Shoto.

Inko cedió sin oposición. No quería encontrarse a solas con Hisashi, no por cómo él pudiera reaccionar, sino por lo que ella sería capaz de hacerle a él. Solo pensar en aquel dios, la sangre le hervía. Ella no había sido justa ni sincera con él, pero eso no le daba derecho a hacer con Izuku lo que había hecho. Su hijo era inocente. No podía cargar con la culpa de sus errores.

Se dirigieron en silencio hasta su casa. Por suerte, no había nadie. Inko se había dado cuenta de la tensión que Katsuki y Shoto acumulaban en sus cuerpos cuando habían traspasado la entrada. Sabía que ellos también deseaban ajustar cuentas con su marido.

Decidió recoger sus cosas cuanto antes y salir de aquella casa cuanto antes para evitar males mayores. Mientras, Katsuki y Shoto esperaron en el salón con la mirada fija en la entrada.

—¿Qué harás si lo ves? —le preguntó Shoto con ira contenida—. Los dioses no podemos morir.

—No, pero haré que ese hijo de puta desee estarlo —masculló Katsuki.

—Sea como sea, deberá pagar por sus actos. Como soberano, All Might debe juzgarlo e imponerle un castigo ejemplar.

—Ya oíste lo que dijo antes de que nos fuéramos: no podemos probarlo. Necesitaríamos que el propio Yoichi confesara ante él todo lo que oyó ese día en el despacho de su hermano, y estando atado a él no podrá hacerlo.

—No puede quedar impune —masculló Shoto.

—Ya te lo he dicho: cuando lo tenga frente a frente va a desear no ser inmortal.

Katsuki sintió algo cálido y suave rozándose contra su pierna. Bajó la mirada con el ceño fruncido: una bola de pelo negra chocaba su cabecita contra la piel de Katsuki. Tizona levantó sus ojos verdes y maulló lastimeramente.

—Es la gata de Izuku —dijo Shoto.

—¡Tizona! —exclamó Katsuki, agachándose para acariciarle la cabeza y tomarla entre sus brazos, hundiendo la cabeza entre el pelaje de su barriga—. No puedo creerlo. ¡De verdad estabas con él!

Parte de tu mundo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora