Promesas

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Inko Midoriya suspiraba una y otra vez mientras Shoto Todoroki intentaba convencerla de que debían hacer algo cuanto antes. Aquella mujer parecía haber perdido su fuerza y su vitalidad desde la visita que habían realizado a la casa de All for one.

—No sé qué hacer, Shoto-kun. Ya no sé qué es lo mejor para mi hijo.

No podía dejar de pensar en la imagen que había visto de Izuku. Nunca había visto a su hijo tan feliz. Junto a ese humano, Izuku resplandecía. Sus ojos brillaban, su sonrisa era estaba llena de ilusión. Y, por cómo lo miraba, parecía que ese chico, Katsuki, sentía lo mismo por él.

Las palabras de All for one resonaban en su cabeza una y otra vez.

Izuku tiene un 50% de posibilidades de salir victorioso en el trato. Si es así, podrá vivir feliz el resto de su vida. ¿No cree que es algo que merece la pena intentar?

¿Acaso estaba siendo una egoísta al intentar impedir que Izuku fuera en busca de su felicidad?

—Inko-san, no diga eso —intentaba convencerla Shoto—. Usted no sabe cómo es ese dios. No dejará que Izuku gane. All for one no lo habría propuesto ese trato si no estuviera seguro de que sacaría algún beneficio de él. Su hijo no tiene ninguna posibilidad de salir airoso de ese pacto. Tenemos que actuar antes de que sea demasiado tarde.

—Pero, ¿qué podemos hacer, Shoto?

—Tenemos que hacer lo posible para traer a Izuku de vuelta al mundo al que pertenece. De otra manera, ese humano y All for one serán su ruina.

Se escuchó el sonido de unas llaves y la puerta de la entrada se abrió. Hisashi llegaba a la casa con expresión cansada e indiferente. Saludó a Shoto con un movimiento de cabeza y entró a la habitación para cambiarse de ropa. Shoto supo entonces que era hora de marcharse.

—Piense en lo que le he dicho, Inko. Estaremos en contacto.

Inko esperó a que Shoto saliera de la casa para adentrarse en las habitaciones con el fin de enfrentar a su marido. Hisashi se encontraba sentado en el borde de la cama. Acababa de cambiar su túnica de trabajo por una más cómoda. Inko se colocó delante de él con los brazos cruzados, pero su marido apenas la miró.

—¿Qué? —preguntó.

Inko se sentía decepcionada.

—¿De verdad tan poco te importa tu familia?

—Otra vez no, Inko —le pidió Hisashi, levantándose de la cama y alejándose hacia el salón.

—¡No estás haciendo absolutamente nada por ayudar a tu hijo!

—Nuestro hijo tomó una decisión sin consultarnos. Renegó de su raza para lanzarse a los brazos de un humano. Si es lo suficientemente mayor para tomar esa clase de decisiones, también lo será para asumir las consecuencias de sus actos.

—¡Es un crío, Hisashi!

—¡Tiene casi diecisiete años! ¡Sabe perfectamente lo que hace!

Inko apretó los puños.

—No puedo creer la forma en la que te estás comportando. ¿Acaso te da igual lo que pueda pasarle a Izuku?

—Claro que me importa, Inko —le dijo—, pero aquí arriba la vida sigue. El mundo no se para porque Izuku haya cometido una estupidez. —Dicho esto, tomó asiento y cogió el periódico que había dejado esa mañana encima de la mesa—. Estará bien. ¿Qué es lo peor que puede pasar, que fracase y ese humano muera? En ese caso, volverá a casa.

—¡Como esclavo de All for one! —gritó Inko.

—Dado el caso, ya veremos cómo solucionar ese problema. Por ahora, poco podemos hacer.

Parte de tu mundo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora