Diecinueve años... diecinueve años...
Izuku no podía dejar de repetirse esa edad en la cabeza. Katsuki estaba destinado a morir a los diecinueve años. Apenas quedaban un par de semanas para su cumpleaños. A partir de ese momento, la vida de su amor comenzaría una cuenta atrás irreversible.
El mismo día que su madre le había dado la noticia, se había dirigido a toda prisa hacia la casa de Nighteye. Necesitaba saber cuándo sucedería y por qué. ¿Cómo era posible que alguien joven, sano y fuerte como Katsuki fuera a morir a una edad tan temprana? Necesitaba respuestas.
—Lo siento, Midoriya —le había dicho Nighteye—, pero mis visiones nunca están completas. No sé exactamente cuándo sucederá ni qué es lo que le ocurrirá a ese chico. Solo vi su tumba y a sus padres llorando. Mencionaban que solo tenía diecinueve años y que todo había sido un desgraciado accidente.
Un accidente...
—¿No puedes decirme nada más? —suplicó Izuku—. Cualquier detalle que recuerdes...
—Midoriya, ¿qué importan los detalles? No podrás hacer nada por evitarlo.
—Por favor.
Nighteye clavó su mirada en él por encima de las gafas mientras sopesaba si debía darle información que, seguramente, alimentaría la desesperación de ese muchacho.
—Recuerdo que hacía mucho calor —dijo finalmente.
—¿Mucho calor?
—Sí, en el velatorio, todo el mundo se limpiaba el sudor de la frente y se abanicaban constantemente con la mano. Es todo lo que te puedo decir.
Tras esa breve conversación, Izuku regresó a casa con una sensación aún más amarga en el pecho. En la puerta, lo esperaba su madre. Cruzó una leve mirada con ella y se adentró en la casa sin decir una palabra. Sabía que su madre había actuado con la intención de protegerlo del dolor cuando llegase el final, pero una parte de él no podía perdonarle que lo hubiera alejado de Katsuki cuando le quedaba tan poco tiempo de vida.
Se acurrucó en su cama abrazando la almohada. Si se trataba de meses de mucho calor, junio, julio y agosto eran los meses más calurosos. Katsuki cumplía años el 20 de abril, lo que significaba que...
—Solo le quedan cuatro meses —murmuró Izuku.
Tizona acudió a su encuentro como si supiera lo que estaba sintiendo. Chocó su cabecita contra el brazo de Izuku y se dejó acariciar entre ronroneos. A Izuku le temblaron las manos. ¿Y si hacía con Katsuki lo mismo que había hecho con Tizona? Podría colarse en el Reino de los muertos y sacarlo de allí tan pronto como falleciera.
Tizona maulló lastimeramente. Parecía que le estuviera advirtiendo. Izuku sabía que lo que estaba pensando era imposible de llevar a cabo. No era lo mismo sacar del Reino de los muertos a un gato que un humano. Había un control mucho más férreo en cuanto a estos se refería. Además, en la sección de los humanos no tenía ningún conocido como Koji, y aunque consiguiera sacarlo de allí, ¿qué haría con él? ¿Adónde lo llevaría? Ni siquiera estaba seguro de qué es lo que ocurriría cuando intentara sacarlo por la puerta. Katsuki no tenía poderes, y tampoco era inmortal. De hecho, sería un ser sin vida para ese momento. ¿Lo rechazaría su mundo?
—Contigo funcionó —le dijo a Tizona—, pero tú solo eres un animal...
Tizona lo miró fijamente por unos segundos y se dio la vuelta, ofendida. Izuku sonrió. Era un animal, pero tremendamente inteligente.
—No te enfades conmigo —le dijo con una voz más aguda y suave que siempre utilizaba para llamarla—. Te necesito mucho.
Tizona volvió a mirarlo y se tumbó bocarriba, ofreciéndole la barriga. Izuku enterró la cabeza en ella, como tantas veces había visto hacerlo a Katsuki. Tizona aprovechó para darle unos lametones en sus rizos.
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Parte de tu mundo (Bakudeku)
FanfictionIzuku tiene apenas seis años cuando conoce al amor de su vida, Katsuki Bakugo, pero todo un mundo lo separa de él. Al fin y al cabo, Izuku es un dios y Katsuki, un humano. (BAKUDEKU)