Encuentros

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Después de la última visita de Shoto, Inasa se había dirigido hacia la habitación de Izuku y había llamado a la puerta. El chico de ojos verdes había entreabierto la puerta y le había mirado con recelo.

—¿Qué quieres? —le preguntó.

Inasa se llevó una mano a su cabeza rapada.

—Tengo un mensaje para ti de parte de tu amigo.

Izuku frunció el ceño, desconfiado.

—¿Qué mensaje?

—Quiere que sepas que tu madre no ha venido a verte porque él no se lo ha permitido. No se ha olvidado de ti.

Izuku ensanchó los ojos.

—Oh...

Inasa vio cómo sus pequeñas manos se aferraban a la puerta y en su rostro se formaba una sonrisa un poco triste. Inasa se aclaró la garganta y se dio la vuelta.

—Eso es todo —dijo.

—Espera —le pidió Izuku—. ¿Cómo te llamas?

—Soy Inasa Yoarashi.

—Gracias por hacerme llegar el mensaje, Yoarashi-kun. Yo soy Izuku Midoriya.

—Lo sé —suspiró este—. He escuchado tu nombre tantas veces en boca de ese idiota que es como si te conociera.

Izuku rio. Abrió la puerta un poco más e Inasa pudo ver sus pies descalzos llenos de pequeñas cicatrices de heridas ya curadas. Había oído la historia de ese chico. Había hecho verdaderas locuras por amor. Había abandonado su mundo, había renunciado a sus poderes y había hecho un pacto de vida o muerte con All for one para mantener a salvo a su amor. Para protegerlo, incluso se había lanzado por un precipicio sin dudar. Por supuesto, también sabía que todo había sido en vano. All for one nunca perdía un pacto. No le importaba hacer trampas para conseguirlo. Había escuchado que se había introducido en la mente de aquel humano para obligarlo a avanzar hacia el precipicio.

Miró a aquel joven de ojos sinceros. Pobre. No se merecía todo lo que había sufrido. Cuando había hecho el trato, ni siquiera había sido consciente de que no tenía ninguna posibilidad de ganar contra el dios maldito.

Inasa se dio la vuelta una vez más, dispuesto a marcharse.

—¿A dónde vas?

Inasa enarcó una ceja.

—A mi habitación.

—¿Por qué no te quedas un poco más? —le pidió—. Yoichi no está y... me aburro un poco —confesó.

No era una buena idea. Su mente le gritaba que no era una buena idea. El carácter de ese chico era demasiado dulce y bondadoso. Sabía que no le sería difícil trabar amistad con él si entablaban conversación, y conociendo su destino próximo, prefería no encariñarse de él.

—Estoy algo ocupado —soltó—. Creo que he visto por ahí a Toga. Estoy seguro de que estará encantada de pasar tiempo contigo.

De un momento otro, sus ojos verdes se llenaron de miedo y de repulsión.

—No, Toga no —dijo volviendo a introducirse en la habitación y empezando a cerrar la puerta—. No importa. Esperaré a que vuelva Yoichi.

Ya estaba hecho. Solo tenía que marcharse de allí y no regresar a su habitación hasta que todo hubiera pasado. Pero los remordimientos no le dejaron. Ese chico debía de sentirse solo y asustado apartado de a la fuerza de todos aquellos que lo amaban y que querían protegerle. Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, puso la mano en la puerta.

Parte de tu mundo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora