Inasa Yoarashi

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—¿Por qué te esfuerzas tanto?

Todoroki fulminó a Inasa con la mirada. Cada vez que regresaba a esa maldita casa, aquel gigante estaba esperándole en la puerta para ahuyentarlo a golpes si hacía falta. Su hermano no había vuelto a aparecer. Tampoco Toga o Shigaraki. Seguramente, All for one le consideraba un mal menor del que podría deshacerse fácilmente sin sacar sus mejores armas.

Normalmente, se calmaba cuando veía a Izuku asomándose a la ventana del segundo piso y comprobaba que seguía con vida. Pero había días como ese en el que necesitaba descargar la tensión y la frustración que llevaba a las espaldas, y terminaba enfrentándose a Inasa con toda su furia. Izuku ya llevaba allí encerrado una semana y Shoto empezaba a impacientarse. Sentía que se le acababa el tiempo, que cada día que pasaba y seguía respirando era todo un logro. Su ansiedad por sacarlo de allí crecía diariamente y nadie conseguía encontrar la clave para ello.

Inko estaba desesperada, pero poco podía hacer con su simple don de atracción. Hisashi siempre había sido un padre totalmente despreocupado y su actitud no había cambiado con la noticia de que su hijo se encontraba en manos de All for One. All Might y Star querían actuar, pero no estaban seguros de cómo proceder. Y Katsuki... él solo era un simple humano.

—¿Por qué te empeñas en permanecer al lado de alguien que ni siquiera corresponde tus sentimientos? —intentó de nuevo Inasa.

Shoto apretó los puños. No solían intercambiar demasiadas palabras cuando se encontraban. Solo cruzaban miradas desafiantes o llenas de ira por ambas partes. Pero aquel día, Inasa parecía con ganas de hablar.

—No importa lo que Izuku sienta por mí —respondió—. Él es la persona más importante para mí y haré lo que sea para protegerlo.

Inasa frunció los labios.

—¿No has pensado que quizás él no merezca tanta atención?

Shoto enarcó la ceja.

—No hay nadie que merezca más mi atención que él. Izuku es el dios más bueno, leal y noble que existe.

—¿Aunque ame a otro?

Shoto rugió y se lanzó hacia él con su lado izquierdo ardiendo en llamas.

—¡Él puede amar a quien quiera! —gritó, atacando a Inasa.

La ira lo cegó durante unos instantes y no vio venir el ataque de su contrincante. Antes de que se diera cuenta, Inasa lo había tumbado y le sujetaba la cara contra el suelo. Sin embargo, esta vez sus ojos estaban llenos de comprensión. El odio se había evaporado en ellos.

—Vete —le pidió. Shoto se revolvió, pero el gigante lo empujó con fuerza contra el suelo. Su voz se había suavizado, pero seguía siendo grave y dura—. Márchate de aquí y no vuelvas. Al final, esto solo puede traerte dolor.

Inasa se levantó de encima de él y caminó de regreso hacia la casa. Desde la entrada, vio cómo Todoroki se levantaba del suelo despacio, sacudiéndose el polvo de la túnica, y volvía a mirar una vez más hacia la ventana del segundo piso antes de marcharse. Lo vio caminar despacio, mirando hacia atrás cada pocos pasos.

—Bien hecho, Inasa —dijo Toya cuando entró—. Mi hermanito nunca sabe cuándo rendirse.

—No, definitivamente no lo sabe —masculló Inasa mientras regresaba a su habitación sin mirar a Toya a la cara.

Cerró la puerta tras sí y se tiró en la cama. Cada día que Shoto Todoroki regresaba a la casa conseguía echarlo, pero siempre se sentía derrotado después de cada encuentro. La tenacidad de ese chico y sus sentimientos por Izuku Midoriya le recordaban demasiado a su propia historia. La historia que aún lo tenía atrapado en un mundo de pesadillas en el que se había metido de forma totalmente voluntaria.

Parte de tu mundo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora