Hasta que tu corazón deje de latir

616 85 7
                                    


El tiempo que Izuku y Katsuki pasaban juntos lo usaban en mover los labios, ya fuera para hablar o para comerse a besos. Después de un par de meses, Izuku era un experto conocedor de todo el repertorio de besos que Katsuki podía ofrecerle. Dependiendo del día y del momento, el chico podía mostrarse como la persona más tierna o el amante más apasionado. Izuku solía adivinar cómo iba a besarle por su mirada y su tono de voz.

A veces, unía sus labios en una danza lenta y dulce que acompañaba con caricias en el cuello y en el cabello. Otras, lo besaba con tanto ímpetu que debía abrazarlo con fuerza para no perder el equilibrio. En ocasiones, le gustaba jugar con su lengua y sus dientes. Mordía el labio inferior de Izuku y tiraba de él suavemente. Después, pasaba la punta de su lengua por él y atrapaba el labio superior con los suyos.

Pero, sin duda alguna, los besos que más le gustaban a Izuku eran aquellos que solo representaban un roce ínfimo. Cuando Katsuki lo miraba a los ojos y se acercaba a su boca despacio. A Izuku se le cerraban los ojos de forma involuntaria y Katsuki le reñía.

—Está prohibido cerrarlos —le decía mientras volvía a acercarse.

Le gustaba ver la mirada soñadora y enamorada de Izuku cuando hacía eso. Apenas rozaba sus labios, Izuku volvía a cerrar los ojos.

—¿Qué acabo de decirte? —le susurraba Katsuki contra su boca, provocándole un leve cosquilleo que ni siquiera podía considerarse un beso, pero Izuku no volvía a abrir los ojos. Con su cara pecosa totalmente sonrojada, alzaba el mentón pidiendo a Katsuki que continuara. Al final, el rubio siempre cedía y se besaban hasta quedarse sin aire. Era uno de sus juegos preferidos.

Katsuki nunca había vuelto a preguntarle por su nombre. Al menos, no directamente. Pero un día había intentando adivinarlo por sí mismo. Había ido diciendo los nombres que se le venían a la cabeza y contemplaba la expresión divertida de Izuku mientras movía la cabeza a un lado y a otro.

—Por tu pureza, podría ser que te hubieran llamado Haku —le dijo.

Izuku negó con la cara.

Estaban sentados frente al río, bajo la sombra de un árbol. Katsuki lo abrazaba por la espalda mientras contemplaban el sol reflejándose en la superficie del agua.

—¿No? Entonces, quizás seas Ayari.

Izuku volvió a negar.

—Puede que seas Hideo por tu gran corazón.

—No me llamo Hideo.

—En ese caso, puede que te llames Seiji, por tu sinceridad.

Izuku lo miró un poco más serio.

—Me prometiste que no ibas a volver a preguntarme mi nombre.

—No te lo estoy preguntando —contradijo el chico—. Estoy intentando adivinar.

—Pero siempre esperas una reacción por mi parte.

—Quiero poder llamarte de alguna forma —se quejó Katsuki—. ¡Ya sé! Inventaré un nombre para ti.

—¿Qué nombre?

—Mmm... Bueno, es increíble la capacidad que tienes para colarte en mis sueños siempre que deseo estar contigo. Así que te llamaré... Deku.

—¿Deku? —El corazón de Izuku dio un vuelco. Los kanjis de su nombre real se podían leer como Deku. Se preguntó si sería una mera casualidad.

—Sí, una abreviación de Dekiru*. ¿Te gusta?

—¿Así que "Deku" significa "Ser capaz"?

—Eso es.

Izuku sonrió.

Parte de tu mundo (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora