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El ánimo de Sonic estaba desde hace días por los suelos, mientras que el de Amy, por las nubes.

El cobalto no tenía idea de por qué le había afectado tanto que su amiga le dijese que le quería superar. Intentaba entenderse, pero acababa aún más perdido. Ahora era él el que no podía de dejar de pensar en la otra. El erizo no se reconocía; se estaba volviendo loco y no sabía qué hacer para remediarlo.

La rosada, por el contrario, cada día se la veía más independiente y sin su querido erizo azul rondando por su cabeza. Se había visto con Draco en más de una ocasión y ahora eran muy cercanos, tanto que varios medio empezaron a especular si eran pareja. Amy ahora era la It girl del momento —desde que salvó a aquel crío estaba en el punto de mira de los medios de comunicación—, por lo que salía en todos lados. Algo que torturaba más a nuestro querido héroe azulado.

Nos encontramos en el bar de Big the Cat, amigo en común de los dos erizos e íntimo de la rosada

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Nos encontramos en el bar de Big the Cat, amigo en común de los dos erizos e íntimo de la rosada. Sonic empezó a frecuentar el bar de su amigo; lo encontraba un sitio acogedor y era un buen lugar para reflexionar acompañado de alguna bebida.

—Lo que sea, Big. Me fío de ti. —El gato asiente y va a preparar el pedido.

Sintió que alguien se sentaba a su lado, pero no le dio importancia hasta que esa persona le habló.

—Vaya, vaya. Quién lo diría, Sonic the Hedgehog rondando bares.

El erizo azul se gira para encontrarse unos ojos azules y una sonrisa de tiburón que conocía bien.

—Carga la bebida, Big —se quejó al ver a Scourge, mirando hacia otro lado alterado por su presencia; si el de color moco estaba cerca, los problemas también.

—¿Qué habrá pasado en su vida para que decida volverse como los mundanos que ahogan sus penas en alcohol?

—Scourge, no estoy de humor para tus tonterías. Haz un favor al mundo y cállate —respondió sin mirarle.

—Y tiene malas pulgas. —El de la chupa de cuero estaba disfrutando como nunca el molestarlo. El gato trajo las bebidas a los dos clientes, Sonic dió un largo trago a su bebida— ¿Tan rápido te quieres emborrachar? Si que tienes que estar pasándolo mal. —El cobalto decide no hablar, no le daría el gusto de verle disfrutar haciéndolo enfadar— Oye, ahora que Amy ya no te persigue ¿Eso significa que está abierta a nuevas relaciones? Porque, hombre, es innegable que no tiene experiencia ninguna y además está buena. —Sonic apretó la mandíbula. Al vaso que tenía en la mano le empezaron a salir algunas grietas de la fuerza que estaba aplicando— Podría invitarla a un restaurante caro, llevarla a mi casa y después... —Esbozó una sonrisa lasciva y se echó a reír.

Eso fue la gota que colmó el vaso.

El héroe se incorporó, agarró por las solapas al otro de un bandazo y lo puso cara a cara frente a él.

—Escúchame bien pedazo de basura: no vuelvas a hablar así de Amy o te desfiguro entero; poniéndote también los huevos como pendientes ¿Me has oído? —rugió sin vacilar.

¿Estás bien, Amy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora