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Los meses pasaron. Como siempre, el verano se hizo muy corto.

Oh, verano ¿Por qué siempre tienes tanta prisa por irte?

Nunca cambias: eres tan efímero como lo usual. Pero cada año te calientas más.

Quedaba menos de una semana para que Amy se marchara.

Su relación ahora estaba menos tensa. Además de que poco a poco la joven había ido mejorando, pese a que a veces tuviera etapas de tristeza.

Pero era normal en el duelo.

Sonic estuvo, más lejos o cerca, apoyándola: trayéndole comida, invitarla a planes, pasando tiempo en su casa cuando ella no tenía ganas de salir... Siempre respetando cuando ella quería estar sola o no.

Pasaron momentos entrañables, con muchas risas y situaciones donde se demostraba su complicidad.

Se veían tan bien juntos...

Sin embargo, el destino era caprichoso, y no les pondría tan fácil estar juntos.

—Ha sido una gran idea venir a la playa. —Amy se sentó en la tumbona, al lado de Sonic, que estaba en una toalla.

—Era uno de los pocos lugares en donde sabía que todos estaríamos contentos —La pareja de erizos miraba a sus amigos entretenerse con el agua, haciendo esculturas de arena o jugando a distintos juegos de cartas o de playa.

El erizo observa a la rosada, la cual miraba con una sonrisa cómo sus amigos se divertían.

Por una vez quería que el tiempo pasase lento, para seguir viendo esa sonrisa que le suministraba la energía a su corazón para funcionar.

El erizo se incorpora y le tiende la mano.

—¿Damos un paseo?

—Prefiero ir a jugar al voley playa con los demás. —Y era comprensible, quedaban pocos días para que se fuera. Ambos lo sabían: Amy estaba aterrada y el dolor aumentaba cada vez más en el pecho de Sonic. Pero no comentaban nada al respecto; sería empeorarlo todo.

—Entonces yo también voy. —Ambos sonríen y van donde estaba montada la red.

—Vaya, vaya. Mira quién se digna a venir —habló Knuckles secándose el sudor de la frente.

—¿Listos para perder? —inquiere la murciélago con el balón a la cadera.

—Deberías hacerte la misma pregunta. —La dos achicaron sus ojos y fruncieron el ceño: su rivalidad volvía cuando se trataba de competir.

El partido estuvo muy reñido, pero al final, ganaron la pareja conformada por el equidna y la murciélago. Los erizos miraban, con la respiración alterada, cómo ellos celebraban la victoria con bailecitos.

—¡Bien jugado! —pese a haber sido derrotada, ella seguía feliz— ¡Pero la próxima vez ganaremos! ¿Verdad, Sonic? —Se gira hacia él con una sonrisa. Él asiente de la misma manera que ella.

—Disfrutad de la victoria mientras podáis, porque el equipo Sonamy os pateará el culo. —La pareja alza una ceja y la rosada lo mira curiosa.

—¿Sonamy?

—"Son" de Sonic y "Amy" de, bueno, tu nombre. —Se rasca la nariz mirando hacia otro lado, sonrojado. La eriza reaccionó igual.

«Se van a casar, yo lo sé», el dúo se miró y pensaron lo mismo.

—Le debo dinero a Silver, y a Tails también. —La albina suspira resignada.

—Te advertí que no lo hicieras.

¿Estás bien, Amy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora