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Amy miraba las nubes a través de la ventanilla del avión. Se lleva los dedos al puente de su nariz, resoplando.

«Qué mala época para que te vayas, María», pensaba, porque tenía muchos proyectos que entregar y también porque al estar tan cerca de las vacaciones de Navidad, tendría que ponerse a estudiar; estaban a finales del primer cuatrimestre del segundo año, por lo que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina.

Sacó su cuaderno de bocetos y se puso a dibujar para distraerse de esos pensamientos y avanzar algo de lo que tenía que hacer.

«Maldita sea. Además de que ellos después no hacen nada en vacaciones y tardan la misma vida en revisar los exámenes y trabajos. Cabrones...», daba trazadas agresivas, aunque poco a poco bajaba la intensidad porque se le pegaban los párpados.

Al final la pobre eriza se quedó dormida con su cuaderno abierto; había estado estudiando muy duro estas semanas y tener que asistir a un funeral le rompía los esquemas; no sabía de dónde sacaría tiempo para repasar entre tanta lágrima y tristeza.

«Ay... Lo fácil que era mi vida antes»

La joven apretaba la mandíbula al verse enfrente de su casa, su hogar

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La joven apretaba la mandíbula al verse enfrente de su casa, su hogar. Todos los recuerdos se agolparon al verla; se sintió mareada por tanta información repentina en su cabeza.
Seguía tal y como se fue: luminosa, acogedora y rodeada de plantas. Dió gracias mentalmente a Vainilla y a Cream por haber venido de vez en cuando a echar un vistazo a la casa.
Rodó su maleta por las baldosas, sacó su llave y abrió la puerta, dejando ver el interior del hogar.
Sus muebles estaban en su sitio, los cuadros y fotos relucientes y la cocina impoluta. Era como si nunca se hubiera ido.

«Todo sigue igual»

Bueno, todo no, Amy. Tú ya no eres igual.

Fue a dejar su maleta en su cuarto. La nostalgia la inundó al ver las cosas que no se pudo llevar con ella al inicio de primer año. Agarró con cariño la foto que estaba en su mesita de noche donde aparecían sus amigos y ella.

«Qué pequeños... », apreciaba con añoranza.

Sin embargo, su mirada se congeló al ver la foto de ella con Sonic.

Su Sonic.

Ay, Sonic ¿Cómo habrás estado?

El corazón de la muchacha se aceleró al pensar en él. Llevaba tanto tiempo sin verle en persona que ya ; sólo lo veía por la televisión.
Se puso a imaginar el cambio que habría dado, haciendo que su corazón se pusiera impaciente por verlo.

«Y ni siquiera me ha dado tiempo a llamarle ¡Tonta, tonta, tonta!», se dio varios golpecitos en la frente.

La vida de adulto la tenía muy ocupada para preocuparse por él.

Sin embargo el enfado nubló su mente por un pensamiento que su mente había hecho aparecer: Hace unos días vió en una revista del corazón rumores de que el héroe de Mobius estaba saliendo con Honey the Cat, una amiga en común de ambos —diseñadora de fama mundial—, porque fueron vistos saliendo juntos de la suite del hotel donde ella se alojaba temprano por la mañana.

¿Estás bien, Amy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora