Tengo un antojo

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Tengo un antojo, pero no es algo común. Se me antoja ver la vida a través de los ojos de miel y pedirles a las palomas prestarme sus alas para recorrer con libertad la ciudad que habito.

Se me antoja vestir como el fuego, adornarme con brillo y candela; quiero también el perfume de las gardenias hurtar.

En medida de la razón, me dirán que mis anhelos son caprichosas fantasías, pero espero que por fin haya quedado claro que, en mi mundo, un antojo puede ser saborear la vida con gozo.

Desde mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora