12. Una cita, con una historia bonita.

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Lista para el siguiente día, el campamento me había traído con los nervios de punta, puesto que yo nunca salía de casa y menos a un bosque. Me emocionaba tanto que revise mi maleta como cinco veces para asegurarme que nada se me olvidará.

Yelena me había invitado a salir así que me prepare para ir a verla, había dejado mis cosas listas para que así no me agarraran las prisas.

Nos encontramos en una pequeña plaza en el centro de la ciudad, no era muy grande pero había lo básico como una cafetería, restaurantes, heladerías y una que otra tienda de ropa y artículos chinos. Me agradaba mucho esa plaza por qué al no haber muchas tiendas no había tanta gente, entonces podías caminar tranquila y platicar cómodamente.

-Mi linda Jared. -Yelena se acercó a mi y me envolvió en sus brazos, yo pegue mi cabeza a su pecho y pude escuchar como su corazón latía.

-Yeli. -Sin dejar de abrazarla estire mi mano para encontrar la suya. Sus manos eran delgadas y muy suaves, sus dedos eran delgados y largos, sus manos olían a crema de avellana y tenían varios anillos puestos.

Sus labios se encontraron con los míos y fue bonito, por qué fue un beso tierno, suave y cálido. Su manera de besar era muy linda, ella sabía que beso era para cada momento.

Al separarnos me ví en sus ojos, estos emanaban un brillo hermoso, lo que me hacía sentir la peor persona del mundo, por qué yo no quería hacer que ella sufriera por mi culpa.

-Hoy te ves muy linda. -Su voz me saco de mis pensamientos

-No se compara a lo linda que te ves tu, aunque claro tu siempre luces bien. -tome su mano y la junte con la mía.

Ambas sonreímos y comenzamos a caminar en dirección a nuestra cafetería favorita, en ella siempre había un buen servicio, sus meseros eran amables y amistosos, la música era tranquila y relajante, el lugar normalmente estaba en silencio y la gente que iba ahí para platicar lo hacia de una manera silenciosa a modo de no incomodar a los demás clientes.

Al llegar nos recibió como siempre la misma chica, su nombre era Yeri, ella sabía perfectamente cuál sería nuestra orden.

-¡Bienvenidas de nuevo!, Yo soy Yeri la que les tomara su orden el día de hoy. -Ella junto sus manos y nos dió una pequeña sonrisa. -Serán, dos chocolates grandes, con una rebanada de pastel de chocolate, ¿Verdad?. -Ella nos dictaba la orden mientras escribía en la pantalla

-Así es Yeri. -conteste amablemente. -¿Cuánto sería?

-Serían $250.00 pesos por favor, siéntense y en un momento les llevarán su orden.

Yo pagué y después fuimos a nuestra mesa, era una mesa que estaba en la esquina en una sala en dónde no había más que una pareja de ancianos tomando un café mientras conversaban.

Me gustaba mucho esa mesa ya que ahí había un cuadro de una mujer acostada con una lágrima saliendo de su ojo derecho, mientras que al otro lado se miraba a un hombre al bordo de un precipicio. La pintura tenía como descripción

"Nos dijimos hasta que la muerte nos separé, y en los votos matrimoniales te di mi palabra de que si algún día tu me faltas yo te seguiría, por qué ni la muerte podría acabar con el amor que yo te tengo a ti, tu eres por la que cada día me levanto y sigo adelante, tu eres el sol de mis mañanas, eres mi café del desayuno, tu mi amada y yo tu amado"

La historia era de un soldado, el fue a la guerra cuando recién había cumplido una semana de casado con su esposa, se fue con la esperanza de regresar y verla, pero en el camino se enteró por su comandante que su mujer había sido asesinada por una ex pareja de ella. El comandante le prohibió al joven regresar para velar a su esposa, dijo que si desobediencia, sería arrojado cómo carnada para los atacantes del estado. El joven lleno de miedo se quedó en el autobús, con el corazón roto llegó a su destino, al instalar la carpa recordó sus votos matrimoniales.

Así que tomo una hoja y escribió una carta para su amada. En ella le decía lo mucho que la amaba y que aunque el no pudo verla por última vez, el la seguiría hasta en la muerte. Dejo la carta sobre su equipaje y después encontró un barranco. Tomo un último suspiro y se arrojo al vacío, muriendo casi al instante.

La historia es cruel por qué lo que le dijeron a aquel solado siempre fue una gran mentira, ya que su esposa en ningún momento había muerto, el comandante había mentido para así quedarse con la mujer. El comandante le había dicho a la mujer que su esposo había muerto en batalla, el pensó que así el tendría una oportunidad, pero lo que nunca espero fue que aquella mujer siguiera a su marido para estar juntos en la eternidad.

De solo recordar me salió una pequeña lágrima, Yelena lo noto y rápidamente la seco con la manga de su sudadera.

-¿Recordando otra vez la historia? -Pregunto ella mientras me miraba.

-Si, es que me gusta mucho.

-Es muy linda si, pero a la vez muy cruel. -Yelena tomo mi mano y se quedó acariciando la por un rato hasta que llegaron los chocolates

Nuestra cita fue muy linda, transcurrió bien y por un momento me olvidé de todo, hasta del campamento. Me olvidé hasta de Hange.

Me quiero volver a enamorar de Yelena, lo tengo que hacer.

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