Mirada triste ♡

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Porsche

Bajo las escaleras tarareando una canción, al entrar en la cocina, me encuentro con mi madre preparando el desayuno. Mi padre seguramente ya se fue a trabajar, él es un maestro en un Instituto privado, reparte clases a niños menores de 10 años, tal vez ese sea el motivo por el cual aún me llama "bebé" '

Me parezco mucho a mi padre, quizás en lo físico no tanto, ya que solo tenemos en común el cabello castaño que a veces parece oscuro, pero con los reflejos del sol se vuelven un poco más claros, aunque en eso también me parezco a mi madre porque ella tiene el cabello castaño claro. Así que se podría decir que el mío es castaño oscuro/claro. 

Detalles que nadie me pidió. 

—Buenos días, cielo, el desayuno ya está casi listo. — Prae Pitchaya me regala una mirada dulce, pero no te dejes engañar, yo más que nadie sé que detrás de esa mujer tan cariñosa, existe otra, y es jodidamente aterradora cuando se lo propone.

Mis ojos son ambar como los de mi madre y en cuanto a personalidad, compartimos el temperamento justiciero. Es que, sencillamente, odio las injusticias, siempre termino metiéndome en problemas por tratar de defender algo o alguien. Pero no puedo evitarlo, es mi naturaleza. A veces trato muy duro no ser así, cosa que viene siendo imposible. 

Tengo en claro que si mejoro mi temperamento, podría evitarme unos cuantos problemas, aunque eso sería demasiado aburrido. 

—Hola, ma, muero de hambre —beso su mejilla. 

—Cuando salgas de tus clases, ¿puedes pasar por la cafetería, cielo? —preguntó—. Es que necesito ordenar unas cajas. 

—Claro, ma —murmuro con una tostada en la boca—. Sabes que voy a ayudarte siempre que pueda. 

—Gracias, con toda la mudanza aún no termino de ordenar unas cuantas cosas —suspira frustrada. 

—No te preocupes. Luego de clases paso a darte una mano —sonrío tranquilizándola. 

Mi mamá solía tener una cafetería que quedaba un poco alejada de casa, así que se mudó a una que es mucho más grande y que quedaba a dos cuadras de la Universidad. Suelo ayudarla con la atención, quizás ahora no podré hacerlo tanto como antes, pero estaré pendiente de todas formas. 

Luego de desayunar, subo a mi habitación para lavarme los dientes y buscar la mochila. Afuera está esperando Isa. 

El viaje transcurre tranquilo, en esta ocasión pudimos estacionar sin problemas. 

—Esto es enorme, de verdad enorme —comenta Isa y no puedo evitar estar de acuerdo. 

—¡Sí! Tan enorme que está al límite de innecesario —concuerdo mientras comienzo a caminar en reversa de manera apresurada—. Pero me agrada, no puedo esperar para comenzar las clases —doy un giro demasiado rápido lo que provoca que mis piernas se enreden.

—¡Cuidado vas a...! —grita Isa, pero ya es demasiado tarde.

 Tal parece que tengo dos piernas izquierdas que no sirven para mucho. 

Al girar abruptamente, pierdo el poco equilibrio que poseo y termino chocando con alguien, haciéndolo tirar los libros que esta persona tiene en sus manos.

¡Por Alá! 

Los libros están esparcidos a mis pies y de inmediato me pongo en cuclillas para recogerlos y poder dárselos a la persona en cuestión. 

—De verdad lo siento muchísimo —comienzo a disculparme apenado mientras apilo los libros, lástima que no es mi día de suerte, ya que se caen nuevamente—. ¡Argh! Maldición —no sé cuanto tiempo estoy recogiendo los benditos libros, pero cuando logro dominarlos me enderezo con la poca dignidad que me queda—. A veces soy muy torpe, pero te prometo que no rompí ninguno y... —cualquier cosa ridícula que estoy diciendo queda estancada en mi garganta—. Mmm... hola....Precioso.

Sonríeme a mí - SONRIE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora