Negro

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Black

¡Hola! Me llamo Peter, mucho gusto. Soy negro.

Sí, sí, así como lo lees. NE-GRO. Con mayúsculas. ¿Sorprendido? Tal vez por la forma tan vale madre de confesarlo. Tal vez te importe un méndigo pito. Como sea, es así como mis jefes, estén donde estén, me hicieron. Y no me refiero a que hayan estirado la pata. Es porque, literalmente, ¡quién cojones sabe dónde están!

Entonces crecí con mi tía: Blanca. Lo  sé, lo sé. Pero no has leído la peor parte: en verdad era blanca. Te lo digo, si hubieras vivido en el barrio en que yo lo hice, créeme, era el hazme reír. O el tipo al que le echaban spray apenas me acercaba…

La verdad es que me afectó mucho todo eso: no encajaba. Algo que de verdad me saca de onda ahora que lo pienso, es que siempre traté de agradarles a los chicos blancos. De verdad, pero no me querían. Los negros me decían: “ven con nosotros, ¿por qué ese afán de querer ser un blanco?”. Sin embargo, yo no los escuchaba. “Quiero ser blanco… quiero”. Finalmente, los negros eran los que me pateaban el culo después de clases. Lo peor de todo es que eran los blancos con quien  peor me iba al final. Sin el apoyo de mis compadres negros, los blanquitos me hacían las peores de las maldades. Y no hablo sólo de un calzón chino o de meterme la jeta a un inodoro lleno de montones de mierda. Una vez una blanquita lechosa fingió querer ser mi novia para solamente publicar fotos indecorosas de mí en toda la escuela. Dicen que los negros suelen ser súper dotados… pues la verdad, yo no fui ni pa’llá ni pa’cá. Lo que resultó aún más vergonzoso.

Como ves, tuve una infancia y adolescencia difícil. Hasta ahora he aprendido a lidiar con lo que soy, pero a veces sigo con la loca idea de pasarme a hacer una operación a lo “Michael Jackson”. Hablé con psiquiatras y toda esa onda de loqueros, pero nada, no podían contarme cuál era el origen de esa “blanca obsesión”.

En fin, en estos instantes en que me apunto a la boca con una calibre .22, me pregunto si estoy exagerando. Hmm… Quitarme la vida no suena tan tentador como me parecía hace unos minutos.

No lo sé. ¿Me mato?

Ah, por cierto, no te he dicho cuál es mi apellido.

Ajá, es White…

¡BANG!

Poderosa NarrativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora