Pedro caminaba solo, cabizbajo y triste por el sendero del parque dando puntapiés a una piedra. Iba embutido en sus pantalones vaqueros, con las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y sus deportivas negras. Su primo Eric le había vuelto a romper una de sus maquetas de avión. Odiaba compartir su cuarto con él. Por eso había decidido salir a dar un paseo para estar sólo y lejos de su molesto primo.
Menos mal que se queda poco tiempo, pensó, dirigiéndose hacia la zona de juegos del parque. Siempre se reunía toda la familia en las vacaciones de verano y en la de las fiestas navideñas, en casa de los abuelos. Lo único divertido eran las historias de guerra del abuelo. Y lo mejor de todo, era que podía ver a Andrea… la dulce Andrea.
Llegó hasta el campo de béisbol y vio que no había nadie. Sacó las manos de los bolsillos y miró su reloj digital y deportivo. Siete y media de la tarde. Pronto anochecería. Suspiró y caminó hasta un banco cerca de una cancha. Miró el cielo y vio los intensos colores que se encendían cuando empezaba a ponerse el sol. Sonrió a medias pensando en Andrea.
Siempre que miraba el atardecer, estuviera donde estuviera, se acordaba de ella. La razón era que tenía el pelo tan colorado como las nubes que ahora se cruzaban en el cielo. Tenía los ojos grandes y verdes y siempre, siempre, estaba contenta.
Lástima que yo no viva allí, pensó. Así podría verla todos los días.
Quizá incluso, imaginó ilusionado, podrían ir al colegio juntos, pues era la hija de los vecinos de los abuelos. Se conocían desde siempre y juntos habían compartido las vacaciones. Sin embargo, este año era distinto. Andrea parecía haber crecido. Supuso que él también. El hecho está en que ahora casi no era capaz de hablarle, sentía vergüenza y le latía muy fuerte el corazón cuando de repente la veía. Aún así, deseaba verla. ¡Oh, sí! ¡Cómo deseaba verla!
Ojalá estuviera aquí ahora conmigo, pensó y alzó la vista y vio brillar la primera estrella de la noche. Tenía que regresar o sus padres se preocuparían. Se levantó y caminó hasta llegar otra vez al sendero. Y entonces, apoyada en un árbol, vio el brillo carmesí de Andrea y no pudo evitar sonreír. Su pecho se hinchó de aire y suspiró: Andrea.
¿Qué hago?, se preguntó nervioso. Su corazón comenzó a latir deprisa dándole la respuesta.
Corrió hacia ella.
*****
Andrea estaba en el árbol, pensando, buscando respuestas malhumorada. Durante los últimos dos días, la pequeña se sentía triste y molesta. No podía comprender por qué Pedro, un amigo al que ella estimaba mucho, se mostraba distante. ¡Pero si cada vez que nos veíamos estábamos juntos!, se decía a sí misma sintiéndose sola y decepcionada. Él siempre la había acompañado durante los calurosos veranos, cuando más tiempo pasaba ella sola y aburrida en casa. Odiaba los veranos, y de no ser por Pedro se hubiera vuelto una niña amargada durante esa estación.
¡Pero ahora ya ni eso!, se reprochaba, mordiéndose el labio.
Pedro tenía tres días de haber llegado. Durante toda la semana había desquiciado a sus padres atosigándolos sobre la próxima llegada de su gran compañero de verano.
—El fin de semana, Andrea —respondía su madre, cansada de la misma pregunta—. El fin de semana.
Y la chiquilla repasaba aquello, contando los días en el calendario. Y a esperar. Larga, inmensamente larga, se le hizo aquella espera.
Por fin el día llegó. A la mañana siguiente, tras haberse desayunado y arreglado, salió corriendo de su casa a la de Pedro. Antes de llegar a la puerta, mientras cruzaba el patio entre ambas casas, le pareció ver a alguien espiando tras la ventana del cuarto de su amigo. No supo cuántas veces había llamado a la puerta, pero… ¡Era tanta la emoción! De repente, la puerta se abrió, como si hubiera sido Flash quien la hubiera abierto. Pero no le dio importancia. Pedro estaba allí, mirándola.
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Poderosa Narrativa
RandomUna compilación de cuentos, largos y cortos, junto con alguno que otro poema, para todas las edades y de todos los gustos. ¿Prefieres la fantasía o la ciencia ficción? ¿El drama o el romance? ¿Thriller o humor? ¿Reflexión o erotismo? Quizá te gusta...