28.- Zabuza Momochi

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<<Ser ninja es sinónimo de fortaleza, fuerza y poder, alguien invisible. Eso es lo que nos enseñan en la academia y eso creemos al graduarnos>>

Finalmente habían llegado a la orilla del mar, una niebla espesa sobre el agua les impedía ver al pequeño país de las olas que se encontraba del otro lado . Al subirse al bote que los llevaría lo más silenciosamente posible al muelle del país de las olas, Sakura suspiró de alivio, su pie que seguía doliendo comenzó a relajarse para ya no ser presionado a caminar como si no estuviera lastimado. Gracias a sus botas ninjas no se notaba lo hinchado que está.

A pesar del alivio momentáneo, su excitada mente no dejaba de zumbar la inquietante idea de que esto es una misión clasificación A. Desde el ataque de los hermanos demonios no podía evitar que los vellos de su nuca se erizaran con el más mínimo sonido.

Ha sido tan tranquilo el resto del viaje hasta el momento que la tenía más nerviosa cuanto más cerca estaban del país de las olas. Si fueran así de fáciles las misiones A, Kakashi no hubiera sugerido el regresar a Konoha cuando se descubrió la mentira del señor Tazuna.

Comenzaron a ver la inmensa obra negra que se convertirá en un puente cuando Sakura, Tazuna y el barquero dieron un brinco cuando Naruto no pudiendo controlar su emoción gritó.

—Cállate niño, ¿Por qué creen que estamos viajando con el motor apagado y a remo para que no puedan vernos en la gruesa niebla? —susurró el barquero.

Kakashi aprovechó el momento para preguntar quién y por qué está detrás del ataque de aquellos dos ninjas con los que se toparon. Tazuna decidió hablar con franqueza sobre Gato y la precaria situación del país de las olas que tenía como única esperanza terminar el puente que los conectará con tierra a detalle. Al final, Kakashi se vio arrinconado a seguir con la misión luego de ver que sus alumnos parecían contrariados por la pobre situación de Tazuna y el pueblo.

Tanto Tazuna como el barquero se sintieron afortunados de no haber sido descubiertos en el camino. Al pasar el puente la neblina se disipó y les dió la bienvenida la vista de un gran manto de agua, en pequeñas islas en el centro crecían manglares, a la orilla y sobre el agua se había una especie de muelle con algunos cuantas lanchas amarradas a los postes y a un lado de este sencillas casas de uno o dos pisos hechas de madera vieja y humedecida y trozos de lámina se aglomeraban hasta más al fondo dentro de tierra firme.

—¡Ya quiero llegar a restregarle a los demás que tuvimos una misión A! —dijo Naruto emocionado sin olvidar la advertencia de no gritar.

Sakura frunció su nariz con disgusto al pensar en su familia que aguarda en casa dentro de los seguros muros de Konoha. Seguramente si se enteran de que ella obtuvo una misión A antes de Sakuya estarán disgustados y encontrarán una manera de castigarla y aunque no fuera por la misión de todos modos lo harán.

—Yo no, odio a mi familia, desearía que no estuvieran —dijo Sakura sin ser consciente de que lo dijo en voz alta.

Todo el equipo siete, Tazuna y el barquero voltearon a verla. La gran sonrisa de Naruto desapareció, sus ojos brillaron con un claro dolor, desde que tiene consciencia tiene envidia de los demás niños por tener una familia e incluso a veces, aún ahora, finge que tiene una cálida familia esperando en casa que lo recibe con los brazos abiertos y le pregunta cómo está. Sasuke por otro lado se puso furioso.

—¿Que desaparezca? Eres una tonta que no sabe lo que dice —dijo con voz ponzoñosa. Las palabras de Sakura escocieron en su pecho como ácido por el breve recuerdo que él tenía una familia que amaba que de un momento para otro perdió a manos del hermano que creyó más amar en este mundo. Por suerte para él el barco había arribado así que de un salto salió del barco lejos de Sakura.

Sakura, el inicio de una kunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora