2.- Primera lección

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 Hace ya varias horas, cierta chica de cabellos rosados sintió que pasó el peor momento de su vida. A su corta edad su vida no tenía sentido, quería desaparecer de la faz. Sakura sentía estar dentro de un gran estanque de petróleo que la tragaba como las arenas movedizas hasta dejarla sin poder moverse. No podía escapar y no deseaba hacerlo, lo único que quería es que todo acabara de una vez por todas. En aquella oscuridad de pronto hubo un pequeño rayo de luz que cambió su vida 180°.

Ese pequeño rayo de luz lo cambia todo, un nuevo comienzo, la esperanza de ver otro camino que tomar. Su salvador, su caballero llegó a ofrecerle con su mano cubierta de sangre, la oportunidad de ser feliz. Porque pudo haberla rechazado, darse la media vuelta y no lo hizo.

Ya no más golpes de su padre, negarle manjares y servir como una sirvienta a la familia. Su cuerpo se estremeció al pensar en su padre borracho acercarse a ella con el puño alzado y aquella lengua afilada que a veces dolían más que los golpes. Además, si tenía suerte por fin será lo que siempre quiso: ser una Kunoichi. En su mente saltó y dejaba escapar grandes carcajadas de solo pensarlo. ¡Iba a ser como su primera y única amiga Ino!

Lo único que echaría de menos de ese lugar sería a Ino y a su hermano mayor, Soku, quien solía protegerla y cuidarla en su antiguo hogar. Aunque él pasaba largos periodos fuera de casa y desconocía muchos de sus maltratos, siempre había sido un refugio para ella.

Itachi había alquilado una habitación de una posada a una distancia decente de Konoha para evitar ser atrapados y poder descansar antes de seguir adelante. En ese momento, él había salido a comprar comida, dejando a Sakura sola en la habitación. La ausencia de gritos, risas y burlas resonando le parecía extraña. A pesar de que la habitación no era la más lujosa, para Sakura, con sus ojos esmeralda, todo brillaba, como si estuviera en el palacio de algún noble rey.

Entrenarás para ser una kunoichi. Recordó las palabras de Itachi cuando la cargó en su espalda, desvaneciéndose en la oscuridad del bosque la noche anterior, en busca de una nueva posada donde esconderse. Había visto su banda ninja en Konoha, la misma que usaba su hermano Soku cuando salía o llegaba de una misión, pero ahora tenía una línea horizontal a través del símbolo de Konoha. 

Ahora, el júbilo burbujea en su pecho al pensar que irá en contra de las creencias de su padre y lograr ser como Ino, su hermano y su nuevo autoproclamado hermano. Tenía que ser la mejor ya que le estaban dando la oportunidad.

No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera y entrara Itachi con calma, sin sangre cubriendo su cuerpo, vestido con un pantalón y una camisa negros, con una red debajo de esta.

— Vámonos, tenemos que irnos ya —dijo Itachi, recogiendo sus cosas. Tenían que seguir moviéndose para no ser rastreados; una hora de descanso era más que suficiente y además debía dejar pistas falsas para despistar a los rastreadores.

—¿A dónde vamos? —preguntó Sakura tiñendo sus mejillas de rojo con un poco de vergüenza al ver los ojos negros que se fijaron en ella. Inclinó su cabeza hacia abajo para evitar seguir viéndolo, no podía mantener su mirada, además de que no quería que viera cómo su ánimo se desinfló al saber que no la entrenaría ahora.

—Suna —los agudos ojos de Itachi no perdieron cada detalle de la expresión de Sakura. Miró a la ventana sopesando el tiempo que aún tenían antes de volverse a Sakura, tenían tiempo, máximo un día antes de que ANBU de Konoha dieran con su rastro. Sin decir nada se sentó en la silla junto a la cama e indicó a que la pelirosa se sentara en la cama—, te enseñaré algo antes de salir.

Sakura permaneció inmóvil en su asiento, esperando obedientemente a que Itachi hablara. No quería hacer nada que pudiera molestarlo y hacer que decidiera abandonarla a su suerte. Su padre siempre se enfurecía con ella, sin importar cuánto intentara comportarse como una estatua.

Sakura, el inicio de una kunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora