Habían pasado dos meses, y había logrado su cometido, había logrado acercarse a Katsuki un poco, había conseguido que le dijera algo más que palabras cortas.
Katsuki no estaba loco, de eso estaba segurísimo, pero había algo raro en él, había algo en Bakugou que le daba unas vibras extrañas, no sabía cómo explicarlo, sólo sabía que pasaba algo malo con él. Actuaba extraño, tenía cosas raras en su lado de la habitación, y nunca dejaba que nadie tocara las pastillas que tenía en su mesita de noche ni mucho menos que leyeran para que servían. Y no importaba a cuántos grados estuvieran, él nunca dejaba de usar sudaderas, se ofreció a dejarle alguna de sus playeras de manga corta, pensando qué tal vez no había metido ninguna en su maleta, pero siempre se negó, cómo si en sus brazos ocultara algo.
En esta última semana había actuado extraño, más que de costumbre. Se metía en el baño y no salía en un buen rato, lo veía abriendo el bote de pastillas y tomando seis a la vez, cuándo en el bote ponía que sólo se podían tomar tres a la vez. Raro, esa era la única palabra con la que podía describir a Katsuki y su comportamiento. No entendía nada de él, ni como pensaba, ni su forma de actuar, ni las cosas que hacía o decía, su forma de hacer las cosas. Todo era tan raro. No sabía cómo descifrarlo.
Tal vez debería dejar de pensar en eso y tratar de disfrutar por ahora...–Pensó para si mismo Kirishima volviendo a centrarse en la conversación de sus amigos.
Estaba cenando con sus amigos, cosa que no hacía desde que empezó el curso escolar. Estaba demasiado centrado en intentar entender a su compañero de dormitorio que sin darse cuenta dejó un poco de lado a sus amigos. Debería prohibirle a Katsuki que fuera el centro de sus pensamientos por estas horas en las que su plan era dejar de pensar en el rubio y pasar un buen rato con sus mejores amigos. Se volvió a incorporar en la conversación, incluso cuando no sabía muy bien de que hablaban. Se rió, comió, estuvo con sus mejores amigos, incluso llegó a llorar de la risa. Pero sólo tenían permitido quedarse hasta las once, por lo que ese buen rato fue demasiado corto.
Camino él sólo por los pasillos de los dormitorios, que estaban en su mayoría en silencio. Se podían escuchar algunas personas hablando, otros viendo la televisión, en algunos hasta se podía escuchar música, pero todo era bastante silencioso. El piso hacia ruido con cada uno de sus pasos, los chirridos del piso sonaban como una especie de risa macabra, cómo si el piso se burlara de él, cosa que irritaba mucho al pelirrojo, aunque tal vez era tan sólo su imaginación, pero sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, algo le decía que iba a pasar algo.
Cuándo llegó hasta la puerta de su dormitorio, no escucho ni un sólo ruido, cómo si la habitación estuviera desolada o abandonada. Al meter la llave en la cerradura, su instinto le avisó de que algo malo iba a pasar, no sabía el que pero los constantes latidos de su corazón que cada vez iba más rápido, el chirrido del piso, los escalofríos que no cesaban y el sonido
de su respiración entrecortada le avisaban de ello. Ignoró esto y entró en el dormitorio, prendió una de las luces con cuidado, por si sin querer despertaba a Katsuki. Pero Bakugou no estaba en la cama.Frunció las cejas, extrañado. Katsuki normalmente se iba a la cama a las nueve, le parecía extraño que fueran las once y cuarto y no esté durmiendo. Caminó hasta el baño, dónde al parecer la puerta estaba atorada, no podía abrirla, tiró varias veces y empujó lo más fuerte que pudo, incluso le dió golpes con el pie. No abría la puerta.
Con su hombro y sus brazos le dio varios golpes. Escuchó algunos crujidos del otro lado, que indicaban que si seguía haciendo eso la puerta finalmente cedería y se abriría. Por lo que repitió esa acción, una, dos, tres, y hasta cuatro veces hasta que por fin logró abrir la puerta. Miró al suelo de blanco, que estaba siendo combinado con rojo, un tono similar a la sangre. Horrorizado y con miedo levantó la mirada, viendo a su compañero en el piso del baño, con la sangre brotando de su cuerpo. Gritó.
¡No, no, no, no!–Gritó agachándose para quedar a la altura de Katsuki.
Ei...–Lo dijo en un susurro, con sus ojos brillando y cristalizados, cómo si acabara de ver a un ángel.
Eijiro sacó el teléfono móvil de su bolsillo y marcó al número de la ambulancia.
No te preocupes, la ambulancia vendrá enseguida.–Trató de animarlo Eijiro.
Kirishima le quitó la sudadera a Katsuki, tratando de encontrar la herida de la que la sangre brotaba para tratar de taparla o hacer algo mientras la ambulancia llegaba. Pero cuándo se la quitó lo entendió todo. Eran cortes, por sus brazos, en sus muñecas, en su abdomen, en sus piernas.
–¿Tú... Lo hiciste a propósito?
El rubio se limitó a asentir.
Tranquilo, tranquilo. Todo saldrá bien–Dijo, pero era más para si mismo que para Katsuki, quién se estaba desangrando en sus brazos.
Desesperado, al ver que la sangre no paraba de brotar y que la ambulancia aún no llegaba apretó una de las heridas en el abdomen, tratando de que de esa forma la sangre dejara de resbalar hasta tocar el piso. Pero lo único que logró con eso fue manchar sus manos de la sangre de Katsuki.
¡Eijiro!–Exclamó Katsuki de dolor. Agonizó.
Kirishima pronto empezó a llorar, mientras sentía cómo la respiración de Katsuki era cada vez más débil e iba perdiendo fuerzas. Lo abrazó, lo abrazó con todas sus fuerzas, pensando que eso podría salvarle la vida.
–Por favor no te vayas... Jure que me haría tu amigo, no puedes irte tan rápido Katsuki...
Alguien entró a la habitación, con una camilla. Katsuki aún podía ser salvado.
Segundo capítulo y la cosa ya está potente
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Venom
FanfictionSólo eran cuatro manos sangrientas y dos corazones rotos, partidos en pedazos. Lo único que los unía era el ansia de terminar con sus vidas.