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¡Aguanta!-Eso fue lo último que pudo escuchar antes de caer en un sueño profundo.

Katsuki sonrió, pensando que la muerte ya había llegado a él y que por fin todo acabaría. Su vida finalizaría ahí. Llevaba tanto tiempo esperando ese momento, el momento de su muerte, y estaba tan cerca de conseguir lo que quería.

Unas horas antes (10:50 pm)

Se miró al espejo por última vez, viendo su piel blanca y fijándose de más en sus ojos. Se toco el rostro, frente al espejo, y le sonrió de lado a su propio reflejo.
Estaba decidido.

Aprovechó que Kirishima había ido a cenar con sus amigos para hacer lo que llevaba tanto tiempo esperando.
Suicidarse, acabar con su vida.
Lo único que tenía que hacer es hacer sus cortes en una parte más delicada, una parte en la que si se cortaba mucho, moriría en cuestión de poco tiempo.

El pecho no entraba en sus opciones, aunque sabía que si se hacía cortes en la parte del pecho sería completamente letal y finalmente moriría en cuestión de cinco minutos. Pero quería tener una muerte más lenta, disfrutar de la sensación de estar muriendo poco a poco. Podría decirse que era algo masoquista, pero deseaba tener una muerte lenta. Había fantaseado con ello durante toda su adolescencia.

Aunque muy en el fondo, realmente deseaba que alguien entrara al baño en el momento adecuado, que se preocupara por él, que le atara a la vida aunque fuera por la fuerza, alguien que se preocupara por él y que le ayude, alguien que le salve la vida de todas las formas posibles, deseaba alguien que lo cure.

Dejó de lado esos pensamientos que en su opinión eran patéticos y ridículos. Su destino era la muerte, y no iba a aguantar más por unos estúpidos deseos que tenía el fondo de su corazón y mente. Agarró la navaja, tan afilada y tan brillante que pudo verse reflejado en ella. La miró por unos segundos más, buscando en sí mismo las agallas para hacerlo. Frunció el entrecejo, y sin más rodeos subió su sudadera hasta el abdomen e hizo un corte, no muy largo, no muy profundo. Dolía horrores, nunca había sentido tanto dolor en su vida, sin fuerzas se dejó caer contra el piso. Sangre chorreando, en un río rojo que iba desde su abdomen, piernas y brazos hasta el piso.

Sonrió para si mismo, disfrutando del placer de sentir que la vida se le iba.
Pero no dejaba de ser doloroso, no dejaba de sangrar y eso le dolía.

Escuchó la puerta siendo abierta y escuchó unos pasos acercándose a la puerta del baño, y cómo trataba de abrir esta sin éxito. Su sonrisa desapareció en apenas unos segundos. No. Kirishima no tenía porque verlo de esa forma. No merecía verlo de esa forma.

Un crujido. Y otro, en total cuatro crujidos hasta que la puerta finalmente se abrió. Vió a Kirishima, mirando la sangre horrorizado, escuchó su grito desgarrador que le puso los pelos de punta.

-¡No, no, no!

Creyó ver a un ángel cuándo Eijiro se agachó para quedar a su altura.

Se sintió mal por Kirishima. El pobre chico no tenía la culpa de nada, acababa de arruinar su noche, y es que él venía tan feliz de cenar con sus amigos para al volver encontrarse algo cómo aquello.

Perdió fuerzas, vió como Kirishima empezó a derramar lágrimas. Y sintió cómo Kirishima lo aferró a su pecho cómo si no hubiera un mañana. Un abrazo. Hacía tanto tiempo que no recibía uno que ya ni siquiera recordaba lo reconfortantes que podían llegar a ser.

Alguien entró con una camilla, Kirishima al parecer había dejado la puerta completamente abierta. Estaba recibiendo ayuda, pero creyó que era una ayuda completamente inútil, que no servía para nada porque él ya iba a morir.

Actualidad

Pero sin embargo ahí estaba, completamente vivo.

Maldición, otra vez había vuelto a fallar. Esta era la tercera vez que fracasaba.

Abrió los ojos lentamente, y las luces blancas del lugar hicieron que sintiera un ligero dolor en sus ojos.
Inspeccionó el lugar en el que se encontraba con la mirada. Estaba en un hospital. Escuchó la puerta abrirse.

Oh, que bueno que ya hayas despertado.-Reconoció casi de inmediato esa voz, la voz de la persona que le había salvado la vida, a pesar de que él no quería ser salvado.

Eijiro se sentó en uno de los sillones en la sala, justo al lado de la camilla dónde estaba Katsuki tumbado.

-¿Por qué intentaste hacer eso?

-¿Por qué te importaría?

-Katsuki, tú me importas mucho. Si no hubiera entrado al baño ahora estarías muerto y me gustaría saber porque querías estarlo.

-No tengo a nadie. A nadie le importó, ni siquiera a mis padres y no tengo amigos, todos piensan que estoy loco y por eso me dan la espalda.

-¿Cómo que no tienes a nadie? Me tienes a mí, y yo no creo que estés loco.

-Todo en mi vida es horrible. Mi padre me ignora, no me hace caso ni me presta atención, mientras mi madre lo único que hace es golpearme y reprocharme todo lo que digo o hago. Y nadie quiere hablarme por mi carácter, me siento completamente perdido y sólo, Eijiro.

-Pero no lo estás, no estás sólo. Estoy aquí contigo. Estaré contigo siempre, lo prometo.

-No creo en las promesas. Siento que al final todas terminan siendo rotas.
Además, no puedes quedarte siempre conmigo, las personas son pasajeras.

-Está bien, entonces no te lo prometo. Pero me quedaré contigo el tiempo que haga falta.

-Eres cómo un ángel, Eijiro.

Lo susurro, aunque realmente quería ser escuchado. Pero Kirishima ni se inmutó de lo que dijo.

Un ángel, eso era lo que Kirishima era. Un ángel que había caído del cielo y había llegado a su vida, que lo había salvado de las garras de la muerte. Eijiro Kirishima, su ángel de la guarda. Nunca creyó haber visto a alguien tan angelical por dentro y por fuera. Él había llegado para salvarlo.

Buenasss! ¿Les está gustando el fanfic? :)

(Espero que sí)









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