I

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Los rugidos podían oírse incluso hasta sus aposentos, en la habitación más alejada, ya que incluso las paredes de piedra de Casterly Rock no podían detener los intensos sonidos que salían de los hocicos de los Leones a los pies del castillo.

No cuando estos eran alimentados, de alguna forma eso no le molestaba, ya que le llegaba a recordar a los sonidos que provenían en la oscuridad aquella noche en Pozo Dragón.

Era inevitable que una sonrisa apareciera en el pálido rostro de la princesa cuando escuchaba a esas bestias despedazar la carne cruda, aún bajo las delgadas mantas pudo oír a sus doncellas llegar, abrir las cortinas y acomodarse frente a ella.

Llevó ambas manos a su rostro y se frotó los ojos antes de dirigirles cualquier mirada, al abrirlos movió sus manos de un lado a otro señalando sin palabras las cosas que quería que hicieran por ella.

La habitación era enorme, llena de detalles en oro y ventanas por todas partes, le encantaba sentir el sol por la mañana, después de todo el calor era su clima favorito.

— ¿Desea bañarse hoy, Princesa? — Preguntó una de sus doncellas mirando al suelo.

Ni siquiera tenía que verla a la cara para saber que estaba sonrojada, rió por lo bajo mientras se paraba — Quizá, pero será después de hacer un paseo con Scoxen.

— Lord Jason quería verla después del desayuno — Dijo otra doncella.

— Entonces dile a Lord Jason que tendrá que esperar — Dijo con más brusquedad, parándose de su cama de una vez — De hecho, díganle inmediatamente, todas.

Ordenó con molestia, viendo los vestidos que una de sus damas le había dejado en su cama — Tú no, alguien tiene que ayudar a vestirme— Señaló a una de las chicas, quien se detuvo abruptamente y cerró la puerta detrás de las demás damas.

La doncella contaba con un largo cabello negro, piel oliva y ojos grandes de un claro marrón, era de la misma estatura que Rhayna, pero siempre la miraba desde abajo.

Ella se posicionó a un metro tras la Targaryen, esperando alguna orden, Rhayna desenredó poco a poco el listón que cerraba su suave bata y la dejó caer sin más al suelo, al girarse se encontraba totalmente desnuda.

Con su suave piel blanca al descubierto y su cabello cayendo con elegancia sobre sus pechos, sonrió al ver el sonrojado rostro de su doncella, y se fue acercando a ella con lentitud.

— El vestido azul me ha gustado, pero no creo que sea mi color — Dijo, fingiendo tristeza.

Al instante Gia, la dama, levantó la cabeza — A usted le queda bien cualquier color, princesa — Dijo viéndola a los ojos, hasta que vio su cuerpo expuesto, y volvió a bajar la mirada.

Rhayna acarició con lentitud su mandíbula, hasta tomar su barbilla y alzar su mirada — ¿Enserio? ¿Crees que soy bonita? — Cuestionó, pegando aún más sus cuerpos, la doncella empezó a tartamudear y pegó sus cuerpos por completo.

— Si — Logró decir al fin, por lo bajo y con voz rasposa.

En ese momento la princesa pasó sus manos a su cuello y la atrajo a un intenso y profundo beso, la doncella correspondió con timidez y dudó en poner sus manos sobre el pálido cuerpo, pero al final sujetó su desnuda cintura.

Rhayna atrajo a la dama hacia ella y la apretó contra la pared, empezando a besar su cuello, le encantaba sentirla estremecerse bajo su toque, como su rostro y cuello se tornaron completamente rojos al desabrochar su vestido, como sus ojos se percibían nublados ante la excitación.

La tiró contra su mullida cama y terminó de arrebatarle su vestido, cuando la mañana de placer hubo terminado, se enfundó en su armadura negra con escamas en los hombros, y salió en busca de su Dragón.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora