XV

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— Sabes a Chocolate — Le susurró la princesa sobre sus labios, con una diminuta sonrisita al separarse.

— Antojos – Respondió antes de volver a saborear sus labios, las manos de Nyra acariciaban su cuello y la punta de sus dedos tocaban con tal suavidad su mejilla que le causa un excitante escalofrío.

— ¿Eso es lo que soy? ¿Un antojo? — Cuestionó con una sonrisa, apartando sus manos de su cuerpo y empezando a besarle el cuello aún sujetándole las muñecas.

— Si así quieres verlo — Expresó soltando unas leves risas cuando mordió suavemente su piel al escucharla decir aquello, cruzó sus brazos tras su cuello soltándose de su agarre y volvió a atraer su rostro al suyo, atrapando sus labios con necesidad.

Porque era justo lo que sentía, necesidad, necesitaba su piel contra la suya, su aroma, su toque, sus labios, se movían en sincronía, sus lenguas se acariciaban y sus manos tocaban mucho más de lo que considerarían decente, aún en su estado podían divertirse si así lo querían, Rhaenyra absorbía sus labios con una pasión desbordante y Rhayna no podía estar más gustosa por ello, Nyra bajó su palma derecha hasta el seno de la gemela y lo apretó, aún con su vestido podía sentir lo suave que era, pensaba continuar, quitarle el vestido y tocarle ahora con su boca cuando tocaron fuertemente la puerta, se separaron para gritar que estaban ocupadas en asuntos importantes cuando abrieron la puerta tan fuerte y repentinamente que Rhayna se paró como un rayo, recuperando su compostura.

Se trataba ni más ni menos que su hija, junto a Jace, ella estaba airada, con las mejillas rojas y el ceño tan fruncido de enfado que supo que no podía tomar lo que le dijera a la ligera, cosa que no pensó hacer en cuánto vio cómo apartaba su rubio cabello platino de su rostro y dejaba ver su pómulo, saltó a la vista de todos ahí presentes que su piel estaba roja, raspada, sangrante y que seguramente se tornaría de algún tono violeta con el tiempo.

Rhayna se arrodillo al instante, tocando el alrededor de la herida con preocupación — ¿Qué sucedió? ¿Cómo te lo hicisteis?

— Fue Aegon, yo mismo lo vi — Respondió Jace, Rhayna y el niño compartieron miradas por un segundo.

— Se enojó conmigo — Habló Aemma, respirando fuertemente — Le dije que un dragón no era un sirviente, y que si no lo comprendía entonces no seria un buen jinete, discutimos y al final me empujó.

— Luce más que un empujón — Observó Rhaenyra, acercándose a ella y acariciandole el cabello con suavidad mientras observaba la lesión.

— Lo empujé de vuelta... y con más fuerza, él cayó y por el enfado decidió saltar sobre mí — Dijo Aemma con un tono un poco más calmado.

— La tomó por la mandíbula y golpeó su rostro contra la tierra, Aemond y yo tuvimos que intervenir — Explicó Jace, y Rhayna le acarició la mejilla rápidamente, asintiendo.

— Su farsa no duró ni siquiera una luna completa — Bufó, levantándose y saliendo de la habitación con la sangre hirviendo en su sistema.

Ni siquiera se molestó en tocar, Ser Lewyn caminaba justo tras ella y cuando abrió la puerta se interpuso entre la princesa y Ser Criston Cole, quien intentó detener a la mujer, se adentró sin darle importancia al Guardia juramentado de la Reina y vió la escena de primera mano.

Aemond estaba alejado de su hermano y su madre por un metro y medio, mientras que Aegon, lastimado en menor medida que su hija, era regañado por su madre, Alicent tenía un ceño fruncido que parecía común en su rostro y los tres alzaron la vista a la mujer al oír la puerta abrirse.

— Reina — Dijo en primera estancia, dando una diminuta y casi imperceptible reverencia — Valonqar — Dijo viendo a sus hermanos menores con una mirada gélida, cruzó los brazos acercándose con una lentitud inquietante — Supongo que no es necesario explicar lo que ha sucedido — Habló, viendo cómo su hija entraba apresurada a la habitación, detrás de ella su tía y primo.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora