XVI

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Bajo la mano firme de la princesa Rhayna, el Oeste había prosperado, al igual que la Reina Alysanne Targaryen había hecho según la cronología relatada en el libro de su Casa, Rhayna había creado juntas en las que las mujeres hablaban con ella de sus preocupaciones y malestares, había viajado en repetidas ocasiones a los castillos de sus vasallos solo para eso, para escucharlas, aunque no solo a ellas, también a sus maridos, herreros, lavanderos, cocineros, había resuelto cuánto había podido, como la mujer sagaz que era, había administrado las riquezas de los Lannister aún mejor de lo que lo hizo cuando su marido aún vivía, había limado asperezas entre sus propios vasallos, armado matrimonios y visitado a los hijos de estos cuando recién nacieron, ella aprendió de su propia maternidad y logró desarrollarse como una habladora, disipadora y tolerante Señora, con carácter fuerte e inteligencia abundante.

Creó lazos con los Mercaderes, mejores de lo que alguna vez lo hizo Jason, y logró llevar el Oro Lannister más allá del Mar Estrecho, los Tyrell les daban las mejores cosechas y ellos les daban las más únicas joyas, todo eso lo había hecho con años observando no solo a la corte, sino también viendo al padre de Jason y tiempo después al mismo Jason regir el Oeste, creció leyendo sobre las tácticas y estrategias de los reinados del Rey Aegon y el Rey Jahaerys, y cuando aprendió a no actuar con impulsividad, hizo de su regencia una de las mejores en el Oeste.

Todo aquello lo había forjado con toda una década de suaves cambios que le valieron el respeto y la lealtad de casi todo su pueblo, y quienes todavía desconfiaban y sentían desagrado ante ella, se mantenían al margen, con la cabeza en el suelo, temerosos del otro lado de la Princesa, el cruel y frívolo que los mantenía sumisos.

Pero la Princesa del Oeste había estado fuera de su hogar por más de una luna, su hijo de apenas diez años había estado gobernando Casterly Rock y sus tierras todo ese tiempo, y aunque tenía al sabio Maestre Walduz aconsejándole a cada paso, él seguía teniendo tan solo diez años, y todos aquellos que habían mantenido la cabeza agachada y el desagrado escondido, aprovecharon el pequeño desbalance que generó la partida de su Señora para mostrar las garras.

Los hijos de Corinna Lannister se unieron con sus hermanastros, hijos del fallecido Harlan Swyft, a una batalla para derrocar a la Señora Viuda, junto a sus primos Landon y Teober Lannister, a quien Rhayna había casado cuatro años atrás con Velia de la Casa Banefort y Cynthia de la Casa Serret respectivamente, ambos contaban ya con hijos de aquellos matrimonios, y convencieron a los guardias de cada Casa para marchar a Casterly Rock y matar a la Princesa Dragón.

Con los Guardias de las tres casas apenas llegaban a cubrir el número de Guardias con los que contaban la Roca, ni hablar de los abanderados y Vasallos con los que la Señora contaba en el Oeste, sabían que no lograrían atravesar la imponente Roca, mucho menos a sus Dragones, por lo que crearon una estrategia para lograr su cometido, aprovechando que su blanco estaba fuera de Casterly Rock.

Aemma corrió por los pasillos de la Fortaleza Roja, no quería, no podía, ya no, no deseaba llevar a culmino ese matrimonio, no deseaba llevar en su vientre los bebés de Aegon ni ser la barrera entre él y el trono de hierro, no quería de ninguna forma algo así.

Cuando llegó a la habitación de su Tía Rhaenyra la vió sentada en el mueble, el caballero Ser Harwin Strong estaba tras ella, Laenor cargaba al recién nacido y su madre estaba junto a Jace y Luke alrededor del huevo de Dragón que los Guardianes habían traído.

— Felicidades, Tía — Dijo con una sonrisa, dando una pequeña reverencia — Si le puedo ser de utilidad en cualquier cosa.

— Gracias, Aemma, quizá en un futuro.

— Madre... ¿Podemos hablar? — Rhayna se levantó, acarició los rizos de Luke y salió de la recámara.

— ¿Qué sucede, Cariño? — Preguntó, acomodando sus negras faldas.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora