XII

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Rhayna le dió a Janne a su nodriza, aquella bebé tenía unos pulmones de hierro, le dolía la cabeza de tanto que lloraba, aunque le alegraba saber que sus gemelos eran bebés saludables y fuertes, no podía estar en la misma habitación que ellos cuando lloraban por más de una hora.

Sus pechos le dolían, se recostó sobre la silla dejando escapar un suspiro, Lars estaba dormido por lo que solo lo observó un poco antes de que se marcharan, Jason entró a la habitación y al verla exhausta se mantuvo en silencio por un momento y masajeó sus sienes.

— ¿Crees que sea buena idea que los gemelos viajen tan pronto? — Cuestionó, pensando en los bebés de tan solo dos meses — Las nodrizas los pueden cuidar y alimentar.

— Son muy pequeños para separarlos de mí tan pronto — Dijo con los ojos cerrados, acostando su cabeza sobre el torso de Jason y tocando su brazo mientras le acariciaba el cabello — Ya de por si me pesa tener que dejar a Aemma y Taryan.

— Si te los llevas tendrás que ir en carruaje — En automático Rhayna hizo una mueca, abriendo los ojos y mirando a otro lado.

— Tardaré siglos, creo que las nodrizas podrán con ellos, son muy pequeños, ni siquiera recordarán que me fui — Dijo en seguida y Jason le miró pensativo.

— ¿Acaso pensabas llevarte a nuestros hijos montados sobre un dragón?

— Bueno... ya lo he hecho antes — Jason le miró con incredulidad, si, ya lo había hecho antes, diez días después de su nacimiento, dos vuelos distintos, agarrados a su pecho.

— Eso fue distinto, no tenias a ambos al mismo tiempo y solo fue una vuelta por Lannisport.

Rhayna rodó los ojos, alejándose del toque de su esposo y conectando miradas con él — Me iré en una semana, espero regresar y encontrar La Roca tal como la dejé — Jason sonrió altanero y le dió un beso en la frente.

— El Oeste no va a caer en pedazos solo porque te vayas un par de semanas.

Y tenía razón, pero en cuánto ella montó al Dragón del Demonio (Apodo que se ganó por su jinete y los incontables rumores sobre las personas que ha comido), Taryan se mostró renuente a escuchar a ninguna Nodriza, Septa o Partera en el castillo, Aemma pasó días enteros leyendo sola en los jardines, sin hablar con ninguna amiga o doncella, los gemelos lloraban sin control.

Aunque Jason tuvo suerte que eso solo fue al principio, con los días todo se tranquilizó y sus comportamientos volvieron a los de antes, pero los tratados se volvieron tediosos cuando los mercaderes cuestionaban continuamente el paradero de la Princesa y sus vasallos cuestionaban si Rhayna estaba de acuerdo con las decisiones de su Señor, él logró resolver cualquier inconveniente, pero sin duda lo sacaron de sus casillas más de una vez.

Rhayna tenía la costumbre de hacer una parada a cualquier castillo de Casa menor del Oeste cuando salía de viaje, para que supieran que a ella les importaba y también para descansar un poco del recorrido que había hecho para ese momento, en esa ocasión el honor se les concedió a La Casa Lydden de Cuevahonda, vasallos que habían tenido un nuevo heredero hacía poco.

Fue recibida con los brazos abiertos por Lord Lemuel Lydden y su esposa Lady Aroa Piper — Quizá llegue a ser uno de los abanderados de mi Señor esposo — Halagó Rhayna mientras veía al pequeño bebé pelirrojo.

— Ese sería un gran honor, mi Princesa — Aceptó totalmente emocionada Lady Piper.

Ya era de noche, había sido recibida con una banquete y una fiesta pero se había separado por un momento para visitar al bebé, era importante tener de su parte tanto a los hijos como a los padres.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora