XIII

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¿Por qué no, mamá? Lo hemos hecho por mucho tiempo, no ha habido ningún problema hasta ahora — Se quejó Aemma mientras Rhayna leía un libro, la princesa suspiró y sin mirarla respondió.

Se están empezando a dar cuenta de nuestras escapadas nocturnas, en ambos castillos, me temo que no podremos vernos hasta dentro de un par de lunas — Explicó con toda la tranquilidad que pudo antes de ordenar a una de las sirvientes que se llevarán a la niña.

Cuando la biblioteca estuvo sola Ser Hagler aprovechó el momento y cerró las puertas — ¿Cómo se siente ser madre de una niña?

— Molestia es lo primero que se me viene a la cabeza ¿Pero qué puedo hacer? No podría ser un bebé por siempre — Respondió cerrando el libro de un golpe y masajeando sus sienes.

Cuando eran bebés todo era más sencillo, los cargaba, los besaba, y cuando lloraban las nodrizas se los llevaban, no era que no quisiera estar con ellos cuando se pusieran tristes, pero eran demasiado pequeños para indignarse, o para distinguir cualquier cosa, Aemma estaba demostrando tener un carácter fuerte, ya no quedaba mucho de La Niña tranquila de los jardines.

El convivir tanto con Daemon la había hecho prepotente, y aunque en parte le divertía y le llegaba a gustar a su madre, también le cansaba y le irritaba, quizá así era como se debió sentir su propia madre con ella.

— Dicen que después de los doce días del nombre son peores — Rhayna frotó aún más fuerte sus palmas contra su rostro, cansada.

— No quiero ni pensar en eso, Ser, dos bebés, un infante y una niña ya son bastante.

Ser Hagler caminó por detrás de ella y masajeó sus hombros, ella suspiró y apoyó su cabeza sobre su torso, mirándolo a los ojos desde abajo — Sus hijos la aman, princesa, la respetan más que a su propio padre, no debe de qué preocuparse — Alentó deteniéndose para conectar sus ojos grises directos con los suyos violetas.

— Son Lannister, crecieron con las riquezas que los Reyes tienen, su padre es el Señor más rico de los siete reinos y su madre es la hija del Rey, no importa cuánto me respeten, los estoy mimando demasiado, si no les pongo un alto van a ser tan orgullosos y ególatras como Jason — Comentó, sin la intención de ofender a su esposo, aunque sabía que cualquiera que la oyera lo tomaría así, ya que seguían actuando aquel falso distanciamiento.

— Quizá pueda ayudarte para disminuir todo este estrés — Propuso el hombre, susurrándole en su oído justo antes de besarle el cuello.

Rhayna rió y se giró a ver las ventanas, nadie podía verlos por el momento, pero le gustaba la adrenalina que hacerlo en un lugar público conllevaba, lo tomó por su armadura y le besó en los labios, parándose y empujándolo con su cuerpo hacia las estanterías de los libros, a una parte aún más escondida.

Hagler era alto y con bastante musculatura aunque de complexión delgada, su rostro era tan joven como el de Rhayna y no contaba con vello facial, algo que la princesa amaba, lo hicieron en el suelo alfombrado, con su vestido y su armadura aún puestos, algo que adoraba de él era que podía ser muy dulce y tierno, al mismo tiempo que era rudo y salvaje.

Una luna después, mientras discutía con Aemma sobre sus salidas mensuales se empezó a sentir mal, teniendo que sentarse para hacer que la habitación dejara de girar, sus doncellas se acercaron a su Señora con preocupación, y La Niña dejó de gritar, viendo a su mamá asustada y tomándola de su mano con miedo.

— ¿Mamá? ¿Estás bien? ¿Qué pasa?

– ¿Cómo se siente, princesa? ¿Necesita algo?

Rhayna solo asintió y no dijo nada, cerrando los ojos para descansar un poco su vista — Estoy bien, solo fueron leves mareos — Le explicó a sus doncellas y cuando vió a su niña pálida de la preocupación la tomó por la mejilla y le sonrió — Estoy bien, cariño, no fue nada.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora