XVIII

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— Amaba a Laena, quiero que quede claro, pasé gran parte de mi niñez con ella — Dijo tapando su cuerpo desnudo con la gruesa sabana y esperando que sus piernas dejaran de temblar.

— Pero esperabas esto — Dijo Daemon con una sonrisa — Esperabas ser mía a ojos de todos.

Rhayna suspiró — Esperaba que tú fueras mío a ojos de todos — Dijo subiéndose arriba de él, la sábana quedó en el olvido y su cuerpo desnudó estaba expuesto sobre él, otra vez — Qué todos supieran que nos pertenecemos, y no a nadie más — Empezó a frotarse sobre él provocando una erección en el príncipe canalla, sus manos le apretaron sus caderas, moviéndola de atrás hacia adelante sobre él — Que cada hombre, mujer y Niño supieran que la casa del dragón es cada vez más fuerte con nosotros juntos — Daemon levantó su cuerpo con facilidad y metió sin cuidado su glande en su interior haciéndola soltar un gemido.

Cuando empezó a saltar los movimientos de sus cuerpos lo decían todo, no se necesitaba nada más, sus senos rebotaban y él solo quería lamerlos, y así hizo, sus gruesas piernas se clavaban a cada lado de él y las acariciaba sin cuidado, los besos eran voraces y profundos dejándolos sin aire, todo era caliente y húmedo.

Casi parecía que querían que el castillo entero se enterara de lo que estaban haciendo en la víspera del funeral de su difunta esposa.

Muy temprano en la mañana Rhayna se levantó y se envolvió en su bata, tenía que marcharse antes de que alguien pudiera verla, pero antes de que pudiera pararse sintió las grandes manos de Daemon recorrer su espalda — ¿Huyendo?

Rhayna río por lo bajo — Mantengo el honor y el respeto en su lugar — Dijo girándose y compartiendo miradas — ¿Cuantas lunas?... — Suspiró — ¿Cuantas lunas para casarnos ante los ojos de los Dioses y los hombres?

Él se recostó nuevamente y ella atraída hacia el cómo imanes al metal se recostó sobre él y le acarició el pelo, chocando sus narices cuidadosamente antes de volver a preguntar a falta de respuesta.

Antes de que pudiera hablar escucharon cómo tocaban la puerta y ambos se tuvieron que separar, Ser Hagler debería seguir en la puerta, él podía ayudarlos, Daemon se paró, completamente desnudo, y abrió la puerta, Rhayna oculta tras la misma puerta.

— Pueden preparar el baño en otra habitación — Fue lo único que les dijo a los sirvientes, sin mayor explicación y después procedió a cerrarla, ella se peinó el pelo mientras esperaban que el pasillo quedara vacío y después procedió a correr, Ser Hagler no estaba justo enfrente de la puerta, estaba en la esquina del pasillo, siendo tan discreto como siempre.

— ¿Te divertiste toda la noche? — Fue lo único que dijo cuando llegaron a su habitación, Rhayna rodó los ojos, dejando caer su bata y metiéndose en la tina que ya habían preparado en su habitación.

— Me gusta divertirme, eso tú ya lo sabes, de ahí salió Liam después de todo — Dijo mientras mojaba su pelo.

Liam era lo más preciado para Ser Hagler, él daría su vida, sus tierras y cualquier cosa que le pidieran por aquel pequeño niño, era suyo, su único hijo.

Nunca podría culpar a Rhayna por lo que hacía o por quién era después de que justo eso fuera lo que trajo a ese mundo lo más preciado para él.

Sin decir palabras dejó a los sirvientes meterse para que la ayudaran a lavarse y salió de la habitación, ese sería un largo día.

Cubierta en su totalidad de negro, con un vestido repleto de bordados complicados y un escote cuadrado, mangas largas ondosas y sujetas a sus muñecas, no portaba joyas en lo absoluto y su cabello estaba casi completamente suelto sobre sus hombros, demasiado rebelde para una princesa, más aún para una madre, pero con dos trenzas sujetas en la parte trasera para mantener el decoro.

DEMONIO BLANCO • Rhaenyra x OC x Daemon •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora