Capítulo 1 - Azimo Kudsai nos saca de paseo extremo -

108 47 22
                                    

Demira corría a gran velocidad para intentar alcanzar aquello que estaba causando destrozos a su paso, en medio de un mercado en la dimensión de pulsar. Todos gritaban al paso del culpable, puesto que destruía las tiendas.

Doblando la esquina, Demira dio un salto y finalmente pudo montarse en el culpable, un jabalí de gran tamaño que tenía cuatro cuernos saliendo de su boca, Chillaba por el susto que se había pegado.

Demira se puso delante de su rostro y luego clavo sus pies en el piso frenándolo en poco más de cinco segundos, dejando a su paso el suelo arado por sus piernas, finalmente había logrado calmar al animal.

— ¿Qué pasa amigo? ¿Por qué el susto? —le preguntó Demira mientras acariciaba su rostro.

Entonces el jabalí movió la cabeza señalando a un volcán, uno que no se había despertado hace mucho, y ahora, votaba de su interior, lava y humo negro.

Pero no era un volcán cualquiera, era una prisión.

Corrió hacia el volcán, pero antes de que siquiera pudiera acercarse este tembló en un explosión y del medio de este salió un enemigo de hace tiempo, elevado por un Ángel.

Y se dirigía ahora al castillo rojo, el lugar donde residía el rey, de inmediato, Demira tomó el Cuerno que llevaba sujeto al cinturón y lo tocó tomando aire para soplarlo con toda fuerza.

El sonido del hueso animal sonó hasta llegar a la tranquila ciudad que rodeaba el castillo de cristal rojo, los guardias que ahí estaban hicieron sonar también sus cuernos dando aviso del peligro.

Flechas sobrevolaron los Aires en dirección del Ángel que cargaba al prófugo, pero tenían tan mala suerte o tal vez mala puntería, que ninguna flecha llegaba, solo los rozaba.

El demonio prófugo se columpió en la mano del Ángel y con impulso fue a parar en uno de los balcones del Castillo, donde varios guardias demonios lo estaban esperando, pero ninguno fue suficiente rival para él.

entro al salon donde el rey pateando las puertas con todas, estas temblaron y desataron en el salon un estruendoso ruido. ambos se observaron sabiendo lo que aquello significaba. El lugar estaba iluminado por las luces rojas formadas por el mismo color de los cristales.

— Entrégame la corona o el piso se pintará con el mismo color de este castillo —dijo furiosamente Rebellhis agitando las manos mientras se dirigía al rey.

— Veo que no has perdido la costumbre de no saludar —le respondió el Rey mientras se levantaba de su trono echo de cristales rojos— ¿Cuándo entenderás que la derrota de un pueblo no significa que el sufrimiento se irá a detener? ¿Cuándo?

— Basta de tus discursos... esa corona me pertenece.

Entonces ambos demonios se transformaron en la forma superior de su forma básica, ahora sus pieles tenían relieves venosos en color negro, como tatuajes de un segundo, sus cuernos eran enteramente negros y sus alas emanaban un vapor respectivo a sus Sunjekis.

Al parecer el Rey Basteris podía controlar el Turo Sunjeki, pero al estar rodeado enteramente de cristal no pudo atacar a Rebellhis, quien controlaba el Mato Sunjeki.

Había pasado tanto tiempo encerrado que ahora las llamas de su ser eran tan intensas y salían en un color azul profundo y luego perdían el color hasta quedar celestes.

Después de varios ataques hacia el Rey este término rendido en el piso con el pie de Rebellhis en el pecho. El demonio de fuego se inclinó y luego le quitó la corona. Una corona hecha de espinas de oro que siempre tenía el fuego encendido.

Escuadrón Infernal - La corona de fuego -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora