Capítulo 11 - encuentro con un nuevo ser -

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Cuando estuvieron en dirección de la ubicación en la que se deberían de encontrar Terion y Saria, vieron que el campo de batalla en el que se habían encontrado ahora era nada más que un cúmulo de tierra que parecía haber sido arada por los dioses.

— El poder que tienen es increíble —le dijo Demira poniéndose a su lado al mismo tiempo que ponía su mano en su hombro.

— Es cierto, eso es abrumador, los dioses nos dieron el poder de destruir ciudades enteras con nuestros puños, pero, aun así, no hemos logrado hacerlo.

— Verás, el poder en las manos equivocadas siempre será un peligro, por lo general aquellos que siempre estuvieron enfermos de este no saben controlarlo y ambicionan subordinar a todos a su alrededor.

— En las manos correctas, el poder puede ser un símbolo de paz, y el producto del cambio de la historia... ¿Te has puesto a pensar en esta guerra entre demonios y ángeles?

— Pues si —le respondió Demira recapacitando en el horizonte, donde tal vez otros tantos de demonios estarían librando su batalla contra los ángeles, varios de ellos seguramente no volverían a casa, al igual que los ángeles, y solo tenia una pregunta en mente— ¿Quién es el malo realmente?

— Pues ellos ¿no? Todo estaría bien si ellos no buscaran la forma de traer a su creador al plano terrenal y volver a todos sus súbditos, de nuevo, como en el principio de los tiempos.

Demira volvió a recapacitar en ello, ciertamente quienes guiaban a los humanos a sus muertes eran los ángeles, ya sea un accidente de tránsito por el fallo de un freno, un simple descuido con un teléfono que causaría un atropello accidental, un bebe recién nacido que se atragantó con algo de leche, causas que no fueran naturales y fueran un accidente siempre fueron por culpa de ellos.

Por otra parte, los demonios se encargaban de pasar por el mundo humano batallando contra ellos e intentando evitar que los asesinen, varias peleas, se librarían a diario buscando mantener a un humano con vida.

Demira luego peso en que, si bien estaba mal arrebatarle la vida a un ser vivo, si no fuera por ello nada tendría sentido, las desgracias forman a una persona, y en algún momento, si no fuera tarde, más temprano, tendrían que enfrentarse a la muerte.

Cada alma humana llegaba al mundo de Pulsar, donde habitan los demonios y pasarían a transformarse en una moneda, llamada imperio, un método de pago entre demonios que los ayudaría a conseguir cosas que su digno trabajo no les daría.

— Podemos decir que los demonios somos los héroes, pero todo héroe necesita un villano, alguien con quien tenga que enfrentarse, si no seria aburrido...

— ¿tomas la guerra como un chiste? Por culpa de esta estupidez mis padres están bajo las manos de un loco demonio, que se supone debería ser el bueno, por que para eso nos crían a nosotros, para ser condescendientes, para ser amables y cuidar la naturaleza... pero ese maldito escapo de la fórmula mágica de bondad, y seguro vendrán más como él.

— Tranquila, sé que es difícil, yo tampoco puedo ver a mis padres.

— ¿Por qué no?

— Mi padre es parte del régimen militar de Pulsar, y pues él siempre anda metido en las batallas contra los ángeles, y mi madre a veces viaja con él, y otras veces también desaparece, una vez, cada inicio de verano, nos encontramos en una cabaña cerca a un río en Pulsar y ahí contamos nuestras aventuras... tengo la tonta idea de que si entro a la vida militar él se ponga orgulloso de mí y me lleve con él.

— No... no lo había visto de esa manera.

— Nadie lo hace, en parte es porque sus padres están muertos, y en parte los comprendo, quien no quisiera tener a sus padres vivos, pero, yo no veo a los míos y prácticamente es como si estuvieran muertos.

Escuadrón Infernal - La corona de fuego -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora