Demira había decidido volver a la ciudad que se supone tenían que rescatar, se encontró entonces con la prisión que se supone debía contener a prisioneros de guerra peligrosos para la existencia de los Demonios y de Pulsar.
Estaba totalmente destrozada y con los muros perforados, como un ataque hecho desde dentro. Ella empezó a dirigirse al interior con la esperanza de no encontrarse con una amenaza que la asesinara en lo que dura un parpadeo, tenia conciencia de que ahí estaban encerradas bestias y seres que nadie quisiera ver.
— Es un hermoso lugar —le dijo una voz masculina detrás de ella, asustándola y obligándola a girar rápidamente.
— ¿Quién eres?
Era un humano, iba vestido de gabardina negra con una cola bastante larga, casi tapando sus piernas, tenia la barba a medio crecer, y el pelo peinado hacia atrás, una cicatriz de un corte que comenzaba del lado derecho de la frente y bajaba hasta su mejilla izquierda.
— Soy el Consultor Paranormal, Adán Luna —dijo y luego de aquello un libro se volvió tangible en su mano — entra, te está esperando, dice que tiene un comunicado respecto a esos mugrosos del tiempo.
— Increíble, un hechicero... ¿Quién me espera?
— Sí, la magia ayuda a los hombres a romper las brechas, pero no debe estar al alcance de todos, vine a contener algunas de las bestias de la prisión... tú solo entra, ya nos encontraremos en otro tiempo.
Detrás del hechicero apareció un aro de luz roja con varias letras que Demira reconocía, y esta figura absorbió al hechicero y luego desapareció. Se sintió abrumada, era la primera vez que veía un hechicero en su vida.
Volteo nuevamente hacia la prisión y supo que debía entrar, paso los destrozados muros y entonces sintió confusión, era como si el cielo nocturno hubiera bajado a la tierra solo para verla.
Había una mujer de piel canela en medio del patio destrozado, hacía levitar pequeños trozos de piedra y cemento, estaba vestida de una prenda algo peculiar, pero sorprendente, era una tela que mostraba el cielo estrellado. De su cabeza bajaban unas trenzas de un azul marino, y sobre el moño subían dos cuernos con una esfera que parecía encerrar el espacio.
— Pensé que no te atreverías a entrar por miedo —le dijo la diosa, tenia la voz como la típica madre buena de una serie de televisión o una novela humana, Pero para Demira era normal, educaban a todos para llegar a ser buenos padres.
— Estoy confundida ¿Qué se supone que hace aquí una diosa? Podría quedar atada al mundo terrenal o podrían tomar prestado su poder.
— Habiendo vivido años en la existencia ya no me preocuparía pasarme por la tierra otros quinientos años, pero no he venido a hablar sobre mi paso en el mundo tangible, he venido a hablar contigo.
— ¿conmigo? ¿Pero qué tengo que escuchar yo de usted? Digo, no es por ofender, me refiero a que tan importante tendría que ser para que usted baje a verme.
— Es sobre la guerra y una profecía que tiene que ver con ello, una tal Deyxam está metido en el camino de los que en esta prisión habitaban, si se encuentra con ellos aquella profecía perderá su encause y no se cumplirá.
— ¿se refiere a Deyxam? Nosotros lo estamos buscando, diosa Nut, tal vez podría ayudarnos.
— Lo haré, pero necesito que me ayudes en algo, debes hacer que todos los que participan en esta batalla se retiren y dejen el camino libre a los temporales.
— ¿Qué? ¿Está bromeando? Esos sujetos son divinidades mortales y ¿usted quiere que los dejemos hacer lo que quieran? Usted podría ayudar a detenerlos, con su ayuda los encerraríamos de nuevo.
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Escuadrón Infernal - La corona de fuego -
Narrativa generale- La muerte te sigue los pasos desde el momento en que naces - Un día, un prisionero del reino de Pulsar se roba la corona de esta dimensión poniendo en peligro su existencia, en ese momento el Rey reunirá un grupo de jóvenes aprendices para recuper...