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N/A: Capítulo feo, pidoperdón.

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—Ah, mierda —se lamentó Eren—. Sabía que no iba a funcionar. Te lo dije, Levi, te lo dije. No es algo que puedas creer con facilidad.

Levi resopló, arrugando el ceño; la frustración abarcando todas sus emociones de aquel momento. La frustración y el malestar que le causaba ver al chico de aquel ánimo. Inconscientemente, cerró sus manos en puños.

—Todavía no es tiempo de lamentarse, mocoso —le dijo a este a pesar de que él era el primero en querer lamentarse; algo que, por supuesto, no iba a ser. Él era el adulto, el que estaba vivo; Eren ya había sufrido bastante, por lo que le tocaba a él ser el fuerte de los dos—. No vamos a conseguir nada viniéndonos abajo, hay que pensar en algo.

Eren no contestó; en cambio, se limitó a recoger las piernas y abrazarlas contra su pecho. Suspirando por millonésima vez aquel día, Levi observó de reojo el ramo de flores que había dejado recientemente en la tumba de Hange, en la cual se hallaba sentado.

«¿Qué hubieses hecho tú en mi lugar, cuatro ojos de mierda?», pensó, dirigiendo la mirada a la lápida de su difunta esposa. Hange nunca se había medido en cuanto a sus locuras, ni siquiera para buscar soluciones a los problemas. Recordó la vez en que, en la preparatoria, el equipo que ambos integraban para un trabajo de Biología se dio cuenta de que habían perdido la grabación de la entrevista a uno de los trabajadores del acuario una hora antes de la exposición. El pánico había cundido de tal manera que nadie más que él notó la desaparición de la chica. Sin embargo, ella logró sorprenderlos a todos al aparecer justo a tiempo, acompañada a uno de los entrenadores de delfines. La entrevista se repitió frente a todo el salón y el equipo consiguió la nota máxima y unas felicitaciones. A día de hoy, Levi seguía sin entender muy bien cómo lo había hecho. Supuso que nunca se enteraría.

No tenía nada que ver con su situación actual, pero todo fuese más sencillo si pudiera llevar a Eren con su hermano. Aunque este no pudiera verlo o escucharlo, el mocoso podía arreglárselas para que notase su presencia, ¿no?

«Si tan solo pudiera salir de aquí...»

De repente, una bombilla prendió en la cabeza Levi, iluminándolo todo. Se puso de pie en un rápido movimiento, casi que por reflejo, y abrió los ojos un poco más de la cuenta. Eren le dedicó una mirada llena de dudas.

—¿Levi?

Pero no recibió ninguna respuesta, porque Levi no lo estaba escuchando.

«¡Claro! ¡Eso es!», exclamó internamente, algo conmocinado con la revelación que acababa de tener. Ahora mismo se sentía tan loco como Hange.

Tenía que sacar a Eren del cementerio. Y solo había una forma de conseguirlo.

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Connecting with Death ░ RiRenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora