25

54 9 12
                                    

El camino de regreso a casa fue calmado y silencioso. Levi se mantuvo sumido en sus pensamientos y, a su parecer, Eren también. Ninguno de los dos había dicho una sola palabra desde que se alejaron del hogar Jaeger.

Por el momento, el chico no había desaparecido, ni había sucedido ninguna otra cosa. Seguía ahí, caminando a su lado, con la mirada fija en sus pisadas. ¿Estarían compartiendo pensamientos? ¿Estaría Eren pensando qué haría más adelante si no llegaba a desaparecer? A Levi no le molestaría que continuara viviendo con él... Al contrario.

Eren se veía ligeramente melancólico, algo lógico puesto que anteriormente se había despedido de su hermano para siempre. Bueno, o no, porque él todavía podía verlo. Todavía estaba en este mundo.

El pequeño edificio en donde Levi residía  comenzó a hacerse visible, acompañado de las casas vecinas. Al llegar, ambos pasaron de largo el primer piso y se dirigieron a las escaleras, manteniendo el mismo silencio de antes hasta el tercero.

Mientras Levi abría la puerta de su departamento, decidió romper con el silencio.

—Parece que tendremos que convivir un poco más.

—Sí... eso parece —dijo Eren, esbozando una ligera sonrisa en su dirección.

No obstante, menos de un segundo después aquella sonrisa se desvaneció al recargarse el chico en la pared y atravesarla por completo, cayendo al interior del departamento.

—¡Eren! —exclamó Levi con un evidente tono de sorpresa. Se apresuró en abrir la puerta y entró rápidamente a la casa, encontrándose con un aturdido mocoso  tirado en el suelo—. ¡¿Qué mierda?! ¿Qué pasó?

Eren le respondió con una mirada igual o más confundida y sorprendida que él, y se dispuso a levantarse. En ese momento, Levi pudo apreciar cómo el perro callejero se tornaba transparente. Las llaves cayeron al suelo de la impresión.

Al notar su expresión de asombro, Eren siguió el recorrido de su vista y se observó a sí mismo. Se estaba transparentando más.

Estaba desapareciendo.

—Oh... —musitó el chico, alzándose a verlo, y soltando una risita sin gracia añadió—: Bueno, al parecer nuestro plan no estaba tan errado.

—Estás desapareciendo —señaló Levi lo obvio, incrédulo. Por puro reflejo, se acercó al chico para tomarlo de los hombros, pero como era de suponer, lo traspasó—. ¡Mierda!

—Levi, tranquilízate —ordenó Eren—. Esto es lo que se supone que iba a pasar, ¿no? Estábamos preparados.

Levi chasqueó la lengua, desviando la mirada.

—Yo... no sé. No me lo esperaba así.

De repente se encontraba demasiado asustado. Eren estaba desapareciendo cada vez más rápido. No, aquello no podía estar pasando; no así. Todo era... muy rápido, demasiado deprisa. Una sensación similar a la de una pesada roca se instaló en su pecho, sentía que tenía tantas cosas que decirle.

Tenía que decirle que había pasado unos días maravillosos a su lado.

Que le hubiese gustado conocerlo en otras circunstancias.

Que se había enamorado.

Que lo quería.

Pero sus labios no respondían

—Ya no hay marcha atrás. —Eren lo volvió a la realidad en un santiamén. Estaba cada vez menos visible, pero sus ojos reflejaban una seguridad tremenda. Todavía no perdían su vitalidad—. Y sabes, antes de desaparecer... me gustaría decirte algo.

—A mí también —se apresuró él en responder.

A continuación, Eren le regaló una de sus radiantes sonrisas y le dijo:

—Yo... no sé cuánto de lo que hablaste con tu amigo Farlan sea verdad, pero... de ser así, también me gustas. Me gustas mucho, Levi, y agradezco haber pasado mis «últimos días» contigo. Maldición, yo... siento que te quiero. ¡Te amo!

Aquello logró cortarle la respiración a Levi, dejándolo completamente mudo. Su corazón latió desenfrenado, lleno de una triste y cruel felicidad. Abrió la boca para contestar, para decirle que él también todo, pero ya era muy tarde: una fina lágrima corrió por la mejilla derecha de Eren y este se hizo por completo invisible a sus ojos. Finalmente desapareció. Su presencia finalmente se esfumó. Aquel brillo lleno de energía vital que tanto lo encandilaba se apagó.

En ausencia del fantasmilla, el departamento se sintió extrañamente oscuro y frío. Levi quedó en silencio durante un par de segundos antes de dejar salir aquella frase que el perro callejero no había alcanzado a oír.

—También te amo.

.

.

.

Connecting with Death ░ RiRenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora