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Eren estaba nervioso como nunca; desde que descubrió que era un fantasma y que nadie podía verlo, jamás pasó por su cabeza el hecho de manifestarse en plan peli de terror. Bueno, sí, una vez, pero en su defensa fue porque se aburría mucho. El caso era que ahora debía demostrar su invisible existencia a Zeke, a quien no veía desde la última vez que visitó su tumba hacía tres meses.

—¿Estás preparado? —preguntó Levi a su lado, a lo que él asintió. Ambos se hallaban frente a la puerta que anteriormente había significado la separación entre el cielo y el infierno para Eren—. ¿Seguro que quieres seguir adelante?

Sin pensarlo demasiado, volvió a asentir. Había llegado el momento y no podía echarse atrás, de todas formas, ¿qué ganaría con eso? ¿Continuar como una presencia sobrenatural en casa de Levi, siendo una carga para el hombre? No, ni hablar. Se negaba a ello.

¿Y si este rehacía su vida más adelante? No iba a estar pendiente de hacerle compañía todo el tiempo a Eren. Menos si conseguía una nueva pareja o algo similar. Su pecho dolió ante ese pensamiento, pero logró convencerse de que lo mejor era desaparecer y descansar en paz, como lo había llamado Levi. Era lo correcto. Era lo correcto dejar de existir, dejar de vagar como un alma en pena. Aunque, técnicamente, eso era, y ya había decidido con anterioridad que permanecer así era insoportable; simplemente no podía evitar que la tranquilidad y el confort que había sentido esos días al lado de ese hombre lo hicieran flaquear en su decisión.

En cuanto la puerta de aquella casa fue abierta y la imagen de su hermano mayor apareció frente a sus ojos, Eren casi que pudo sentir como su corazón volvía a latir para paralizarse de nuevo. Por supuesto, Zeke solo visualizó a Levi, por lo que su expresión usualmente amable se arrugó por completo.

—¿Tú otra vez? —gruñó su hermano con palpable molestia. Su cuerpo se encontraba cubierto por el sudado uniforme de béisbol—. ¿Qué mierda quieres?

Eren no pudo evitar sorprenderse, puesto que nunca antes había visto a Zeke ser tan agresivo con nadie. No obstante, Levi supo sobrellevar la situación y, con moderada paciencia, le contestó:

—He venido a hablar. Solo que esta vez vine acompañado. —Al observar la cara de confusión del otro, Levi tomó aire y añadió—: He venido con Eren.

—¿Qué?

Sin añadir nada más, y ante el evidente desconcierto de Zeke, Levi simplemente se limitó a extraer el puñado de cabellos castaños que alguna vez habían lucido limpios y lacios del bolsillo de su pantalón. Fue entonces su turno de lucirse.

Levantando una mano, Eren dejó que el mechón cayera en su palma, con el objetivo de que su hermano lo viera suspendido en el aire; plan que pareció funcionar a la perfección, porque en cuanto la mirada de Zeke se mantuvo fija en los pelos durante algunos segundos, los ojos de este se abrieron enormes y sorprendidos, asimilando lo que aquella escena significaba.

En ese momento, las esperanzas que Eren había comenzado a acumular desde que Levi lo sacó del cementerio se multiplicaron por mil.

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Connecting with Death ░ RiRenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora