Cap.10

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-Ho-Horacio...es...pera...-
Volkov pudo notar la desesperación en los movimientos bruscos del director, no estaba bien, eso estaba más que claro y no podía continuar con aquello sin antes aclarar que lo hacían porque se atraían, se querían, no para desfogar sus inquietudes y desahogar sus problemas con ello.

-¿Qué pasa?, ¿no quieres?,- preguntó separándose un poco y llevando una filosa mirada a los ojos del comisario.

-Horacio, no sé nada de ti desde hace dias, no contestas mis mensajes, tu localizador estaba en lugares que no debería estar, ¿qué coño has estado haciendo?, ¿por qué estabas en zona militar?,- el de cresta soltó una carcajada nerviosa.

-¿Me has estado espiando?,- el ruso negó, llevó sus dedos a apretar el puente de su nariz, ese chico se tomaba todo a mal, no se dejaba ayudar, era realmente frustrante intentar acercarse a él.

-No, no he estado espiandote Horacio, solo me preocupo por tí, necesitaba saber que estabas bien,- el director se dió la vuelta tocando su frente, estaba a punto de explotar.

-Ahora te importa, ¿no?, cuando todos me abandonaron os importé una mierda, sé salir de mis problemas yo solito ruso, no te necesito,- desafió acercándose a él con seriedad.

-Pues para no necesitarme mira donde estás,- miró a su alrededor, Horacio siguió su mirada observando el apartamento con detenimiento.

-No sé por qué cojones he venido,- fué a salir por la puerta pero el comisario se puso delante.

-Has venido porque todos necesitamos hablar, todos necesitamos apoyo y comprensión, hayas hecho lo que hayas hecho, no voy a juzgarte Horacio, solo voy a escucharte y a darte mi mas sincero apoyo, si lo quieres claro...-

Horacio se quedó serio, miró hacia abajo, dejó sus hombros caer y relajó su postura, estaba agotado física y mentalmente, no podía negar que si había ido a casa de Volkov era porque sabía que allí iba a encontrar un hombro en el que apoyarse, pero le costaba abrirse con quien él consideraba el que lo abandonó al igual que todos.

-Yo...creo que he matado a un tipo, no sé que ha hecho Collins con él...estaba herido...no...sé...- su pecho comenzó a subir y a bajar deprisa, le costaba respirar, por muy mal que hubiera hecho, él no quería hacer daño a las personas y aunque en el momento se hiciera el valiente, el desentendido, en el fondo le pesaban las muertes que sus manos habían causado, persiguiéndole cada noche de insomnio en las que solo pensaba qué coño estaba haciendo con su vida.

-Tranquilo, ven aquí,- lo atrajo hacia sus brazos y lo envolvió en un abrazo en el que el de cresta volvió a llorar, desahogando el nudo en su pecho, dejando salir de nuevo todo lo que tenía en su interior.

-Horacio,- acarició su espalda lentamente apretándolo más contra su cuerpo,- todos hacemos cosas cuestionables, todos tenemos fallos, todos nos arrepentimos de algo, no eres mala persona, no eres...-

-Si lo soy, podría haberlo hecho de otra manera, haberle llevado a federal, soy un puto asesino, ya no sé ni quien soy...yo...solo quería ser Horacio, quería ser libre...-

-Lo serás, yo estaré contigo, eres un gran agente, eres buena persona, lo eres,- Horacio lo empujó, su rostro consumido por la culpa, por la rabia, por la ira, lo miró con sus ojos derramando cientos de lágrimas.

-Estoy podrido por dentro Volkov, ese Horacio no existe, ya no queda nada de él en mi interior...-

-Horacio, siempre brillarás, eres un ser de luz...-

-¡Cállate joder!,- limpió con rabia sus lágrimas,- no hay nada bueno en mí, por eso no le importo a nadie,- Volkov dejó caer unas lágrimas, no podía creér que aquel alegre y divertido muchacho estuviera en este estado, decaido, con su cresta sin color, sus ojeras bien pronunciadas, su ropa oscura y dejada, estaba en la absoluta mierda y no dejaba que nadie ahondara en su interior.

SI NO TE HUBIERAS IDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora