Cap.5

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-¡Horacio espera!,- Volkov salió del Yellow dispuesto a preguntarle qué le ocurría, no iba a dejarlo marchar así, al final le preocupaba.

-¿Qué quieres Volkov?, no tengo ánimos de nada, quiero irme de aquí,- montó en su coche dispuesto a irse pero el comisario subió rápidamente también en el coche.

-Vamos a algún lugar tranquilo entonces y hablamos, no te vayas de esta manera joder, nos conocemos hace años, cuenta conmigo si necesitas desahogarte.-

-No necesito a nadie Volkov, sé cuidarme solito...cuando todos se largaron salí adelante, ¿sabes?,- apretó el volante con fuerza mientras miraba a la nada aguantando estallar en llanto,- ¡¿por qué cojones iba a necesitarte ahora?!.-

Un silencio se apoderó del coche, ambos callados y serios en el estacionamiento del Yellow Jack, Horacio dejando caer unas lágrimas mientras sorbía y Volkov con el corazón destrozado de ver así a ese alegre joven que una vez conoció.

-Ahora estoy aquí,- lo miró y puso una mano en su hombro apretando levemente,- estoy aquí Horacio,- el director lo miró secando sus lágrimas con el dorso de su mano.

-Quiero irme a casa,- le estaba invitando a marcharse pero el ruso no se movió ni un centímetro, ajustó su cinturón dando a entender que iba a ir con él donde fuera, estaba claro que el de cresta iba a explotar tarde o temprano y él iba a estar ahí para servirle de apoyo quisiera o no.

Horacio arrancó el coche y puso rumbo a su hogar, el camino fué silencioso, demasiado para el gusto de ambos ya que el viaje se les hizo muy largo y pesado y apenas eran quince minutos lo que tardaron.

Llegaron a la mansión y aparcaron en el garaje, el de ojos bicolor entró primero dejando la puerta abierta tras de sí, fué a la habitación dando grandes zancadas subiendo los escalones de dos en dos, Viktor lo miró desganado, subiría allí si hiciese falta pero de momento esperó sentado en el sofá.

Unos minutos después lo vió bajar, llevaba puesto un pijama azul holgado y de manga larga que le quedaba algo grande, había desmaquillado su rostro que se veía algo brillante debido a alguna crema que había utilizado, sus ojos estaban rojos y su cara irradiaba tristeza, se dejó caer en el sofá junto a Volkov dando un largo suspiro.

-Estoy harto, cansado, no puedo ver más muertes a mi alrededor, apenas conocía al teniente pero...esto...es...-

-Lo sé, me siento igual...hemos pasado por mucho y sé que forma parte de nuestro trabajo pero, es difícil acostumbrarse a despedir a compañeros.-

Volkov quería abrazarlo, apoyarle, hacerle sentir que no estaba solo pero ese muchacho estaba destrozado, había pasado por mucho al igual que él pero él era más nuevo en esto, más joven, al final por su experiencia se había acostumbrado a aceptar la muerte pensando que el próximo podría ser él mismo, una bala a algún lugar de su cuerpo que fuera una zona mortal y se acabaría en ese instante.

-Horacio escúchame, no estás solo en esto, estoy aquí, puedes contar conmigo y soy pesado por repetirlo tanto pero te estás cerrando y no es bueno...sabes que yo he pasado por muchas cosas contigo y también desperté solo en ese hospital, sé lo que es que te abandonen, no tengo familia, ni amigos...a veces me gustaría ser más abierto y bueno... saber relacionarme más y...-

-¿A dónde quieres llegar?,- apoyó su cabeza en sus manos, sus codos reposaban en sus rodillas las cuales movía nerviosamente no entendiendo al ruso.

-A que has perdido tu brillo, ya no eres ese alegre alumno que se emocionaba en los códigos tres, el que cada cierto tiempo cambiaba el color de su cresta, el que vestía con ropa extravagante y divertida, iluminabas cada rincón por el que pasabas Horacio, ¿dónde está ese brillo?,- se acercó a él y quiso coger su mano pero el director le dirigió una oscura mirada que jamás había visto en él, dejándolo petrificado y angustiado por verlo así.

SI NO TE HUBIERAS IDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora