"Estaré por siempre preguntándome si sabías que estaba encantada de conocerte"....
El clima del valle era totalmente distinto al de Nebraska. El sol intenso encandilaba los ojos de Mila haciéndola despertar a tempranas horas de la mañana. La hermosa castaña resfregó sus ojos y se quedó unos segundos sentada en la cama pensando en todo lo sucedido el día anterior.
- Oh, con que no fue un sueño - Se dijo así misma . Bien, supongo que es hora de levantarme.
La habitación de huéspedes era enorme, el doble de su cuarto, a decir verdad. El piso estaba tapizado por una alfombra de piel que lo cubría por completo, las paredes pintadas de un tono beige y del techo colgaba un fino candelabro.
- Siento que estoy en una película de terror, y esta debe ser la mansión embrujada - Pensó en voz alta.
Tomó una toalla y se metió a bañar. Cuando bajó hacia la cocina para desayunar se encontró con una nota de su tío:
" Debo encargarme de unos asuntos en el trabajo. Puedes salir a explorar un poco la si quieres. Vendré por ti a mediodía para almorzar y luego pasaremos por la clínica. Espero te sientas cómoda. Ten la libertad de pedirle a mis cocineros que te preparen el desayuno que quieras o dile al chófer que te lleve a algún sitio. Te veré luego".
- ¿Cocineros? ¿choferes? , esto tiene que ser una broma . Mejor iré a ver si este señor tiene una bicicleta entre todos sus autos y motocicletas finas - Habló para sus adentros, como de costumbre.
Ella siempre había sido más de disfrutar las cosas sencillas, como paseos al aire libre y salidas con su padre, tomar helado y ver atardeceres.
Cuando por fin logró encontrar una bici, notó que no era para nada como la vieja y oxidada que tenía en casa. Tomó unas galletas que vió en la cocina, algo de agua y salió en busca de aventura.
La temperatura en All Valley era cálida, pero a medida que se iba acercando a la costa el viento se sentía fresco y reconfortante. Llegó finalmente hasta la playa y buscó un sitio para recostarse en la arena.
- ¿Quién eres Miguel, y porque no puedo sacarte de mi cabeza? - Pensó mientras suspiraba - Ojalá pronto despiertes.
[En el hospital]
- Progresas muy bien. ¿Sientes esto? - Le preguntó un joven enfermero, que ayudaba a Miguel a movilizar su mano y poner a prueba sus reflejos.
Mientras tanto su mamá lo ayudaba a comer.
- La abuela está emocionada. Ha cocinando para un batallón, hay recipientes llenos de dulce de leche - Dijo la mujer con entusiasmo.
- ¿Que tal esto? - Volvió a preguntar el chico, pero está vez refiriéndose a si podía sentir las piernas.
- No - Respondió Miguel algo inquieto.
- Amm, está bien - Concluyó el enfermero, dando la vuelta para irse.
- Dijo que la tomografía salió bien, ¿Verdad? - Preguntó Carmen, la mamá de Miguel.
- Así es.
- ¿Podré volver al karate? - Indagó el pelinegro.
- Un día a la vez - Contestó, y se dirigió al pasillo para platicar con Carmen.
El pronóstico de Miguel al parecer no era nada bueno, pues el moreno pudo notar como su madre parecía triste al hablar con los médicos.
Por otro lado, el tío de Mila había pasado por ella como le dijo en la nota. Ambos fueron a almorzar a un fino restaurante y al terminar regresaron a la clínica. Está vez si pudo ver a su papá, abrazarlo y hablar con él. Fue un gran alivio para ella saber que se encontraba mejor. La simple idea de perderlo la aterrorizaba.
- Bueno, creo que es hora de irnos, debemos dejar que descanse - Dijo su tío.
- Está bien, pero prométeme que regresaremos mañana - Contestó Mila.
- Claro que sí si, no te preocupes. Te aseguro que todo estará bien.
Estaban yendo hacia el estacionamiento cuando Mila recordó a Miguel.
- ¡Espera!, Olvidé mí teléfono en la habitación de papá - Dijo la castaña
- Bueno, ve por el, pero no te tardes. Te esperaré en el auto - Respondió su tío
En la puerta de la clínica vió a una señora vendiendo flores y decidió comprar una.
Casi de puntitas se dirigió hacia la sala de cuidados intensivos, pero no lo encontró allí.
¡Demonios! Espero que no esté pasando nada malo. No, no pienses lo peor Mila - Se dijo.
Continúo vagando por los pasillos viendo si se encontraba con el chico pero no parecía tener suerte. En eso leyó un cartel que decía "Sala de observaciones" y decidió entrar.
Efectivamente Miguel estaba allí, pero para su sorpresa ya había despertado. Tenía unos hermosos ojos color miel, pero la expresión de su rostro era de preocupación.
- Emm ¿Miguel?, Hola, me alegra mucho ver qué despertaste - Dijo la chica mientras una pequeña sonrisa se marcaba en su cara.
- ¿Nos conocemos? - Preguntó algo confundido.
- Eh si, bueno en realidad no. Soy Mila, ayer llegué a la ciudad - Respondió la castaña sin evitar sonrojarse.
- Que digo, claro que no nos conocemos, creo que no olvidaría un rostro tan dulce - Le respondió el pelinegro.
Mila volvió a sonreír pero está vez sin poder ocultarlo.
- Pasa.
- Em, esto es para ti - Le dijo Mila alcanzándole las flores que había comprado antes.
- Gracias, están muy lindas. Pero aún no entiendo cómo es que me conoces - Repitió.
- Bueno, es algo raro de explicar. Anoche vine a ver a mi padre y como me aburrí de tanto esperar decidí caminar un poco y así fue como di con la sala en la que estabas - Contestó algo nerviosa.
- Wow, esa es definitivamente es una historia que contaría - Habló entre risas el moreno.
De repente Mila escucho la voz de su tío hablando con una enfermera:
- Disculpe señorita ¿No ha visto a una chica alta de cabello castaño ondulado? Tenía puesto jeans y un suéter morado.
¡Ay no! Estaré en problemas si no me voy ahora - Habló preocupada.
Adiós Miguel, que gusto que estés mejor y me alegra haber hablado contigo - Dijo para luego desaparecer por la puerta dejando al chico atónito, pero intrigado de saber quién era la hermosa extraña que vino a verlo.
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Start Again || Miguel Díaz
Fiksi Penggemar"No todas las chicas bonitas son felices, ni todos los chicos rudos tienen la vida resuelta." La adversidad cruzó sus caminos, pero el karate forjó entre ellos una conexión inquebrantable. Para seguir adelante a veces lo único que necesitas es empez...