Capitulo 8: Play With fire

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Al llegar al arcade todo parecía en completa normalidad. Había familias y niños jugando, pero ni rastros de Demetri o alguien de su escuela. En eso Mila recibió una llamada.

-Hola, soy Sam. No nos han presentado aún pero Demetri me pidió que te avisara dónde estábamos - Habló la de ojos azules del otro lado del teléfono.

- Sí, se quién eres. Ahora voy - Respondió cortante.

- Okey, te esperamos, pero apresúrate - Finalizó Sam.

¡Genial! Esta chica se aparece en todas partes. Ahora resulta que no solo conoce a Miguel, sino que también a Demitri - Pensó para sí si misma.

Cuando llegó a dónde Sam le había dicho, Mila notó que todo estaba oscuro y en calma. Buscó un interruptor de luz y en un segundo todo el lugar se iluminó dejándola ver una sala repleta de viejos juegos de arcade. Sin comprender que hacía allí, comenzó a buscar a los chicos hasta que escuchó risas y voces que provenían de la parte trasera del salón.

- ¿Otra vez este? - Protestó internamente al ver a Halcón junto a sus mismo secuaces de siempre.

Rápidamente se escondió debajo de una mesa de pin pong y se dispuso a escuchar lo que decían.

Halcón y sus amigos estaban patentado unos peluches que habían colocado en filas cuando de la nada aparecieron Sam, Demetri y un par de chicos más.

- ¿Que quieres? - Dijo el chico de cabello rojo.

- ¡Desquite! - Respondió Samantha.

Una guerra campal entre ambos bandos no tardó en formarse. Mila no sabía que hacer o como reaccionar ante lo que estaba pasando. Minutos después llegó una chica rubia gritando el nombre de Sam.

Patadas, puñetazos y golpes se repartían por todo el lugar, pero cuando Mila finalmente tomó valor para salir de su escondite ya era demasiado tarde. Un fuerte crujir acompañado de un grito estremecedor la hizo sobresaltar, pero más aún cuando supo la razón. Demetri estaba tendido en el suelo con el brazo roto y retorciéndose de dolor.

- Bien hecho - Decía la rubia mientas le daba una palmada en el hombro a Halcón.

La castaña cruzó miradas con él por un momento, antes de que este desapareciera con el resto del grupo. El chico tenía una expresión de arrepentimiento y confusión a la vez, aunque estaba más que claro que no dejaría que los sentimientos se interpucieran con su status social y reputación de niño malo.

*


El hospital ya era un lugar más que conocido para Mila. Por suerte su padre se encontraba mucho mejor y hacia unos días que había salido de una operación exitosa. Sin embargo nuevamente la historia se repetía. Sentada en la sala de espera con culpa, miedo y ansiedad comiéndosela por dentro. Si bien conocía a Demetri hace relativamente poco sentía que una bonita amistad comenzaba a formarse entre ambos. Pensó que era una cobarde por esconderse en lugar de salir y hacer frente a la situación. Luego de un rato la enfermera la dejó pasar a verlo.

- Valla hasta que apareces. Pensé que te habían secuestrado - Dijo el chico sin perder su humor característico.

- Lo siento mucho, soy una tonta - Respondió ella con la voz temblorosa

- Oye, ¿Porque te disculpas? Tú no hiciste nada - Agregó.

- Justo por eso - Dijo ella acercándose hasta la camilla. Estuve ahí, pero me escondí como toda una cobarde y no supe que hacer.

- Ey no te sientas mal. Si te sirve de algo yo llevo 16 años escondiéndome.

Mila lo vió con ternura y no pudo evitar sonreír. Le sorprendía como alguien era capaz de bromear después de haber sido atacado de esa forma.

- Tengo mucho que aprender. Aún sigo acostumbrándome a como se hacen las cosas por aquí, y si voy a quedarme por un tiempo indefinido será mejor que me enseñes a defenderme.

- ¿Yo? ¿Acaso no prestaste atención a nada lo que acaba de pasar? Tengo una mejor idea . Puedes venir a mi dojo, de seguro el Señor Larusso aceptará una nueva estudiante - Habló con entusiasmo.

- Umm, no sé si sea una buena idea. Soy pésima para los deportes, además no tengo idea de karate. Sé que mi tío lo practicaba de joven porque vi una foto en su casa, pero claramente yo no heredé ese don - Dijo dudosa.

- Pff, eso no es problema. Cuando empecé era el doble de escuálido y debilucho que ahora. Aún así el sensei logró sacar algo bueno de mí y apuesto que contigo será igual - Concluyó

- Mmm okey, voy a intentarlo, pero no prometo nada. Oh y a propósito, ¿En qué dojo está Miguel?.

- ¿Otra vez Miguel? ¿Qué se está pasando con el?

- Nada, es solo por curiosidad - Respondió con una sonrisita nerviosa.

- Bien, haremos de cuenta que te creo. Miguel está en cobra Kai, bueno al menos lo estaba antes del accidente

- ¿Cobra Kai? Me suena ese nombre, pero no sé de dónde.

- De seguro lo escuchaste apenas pusiste un pie en el Valle. No hay persona aquí que no haya oído de ellos.

- Si, seguramente, aunque siento que lo conocía de antes. Olvídalo, lo importante es que estás bien, bueno excepto por lo de tu brazo, pero prometo que cuando volvamos a clases haré lo posible para que te sientas mejor.

*
Días después, Mila llegó a la escuela y una vez más se encontró con Halcón en el entrada. Él fingió no verla y siguió su camino, pero ella se le cruzó en medio haciendo que se detuviera.

- ¿Que quieres? ¿Acaso no te dije que no te me acerques? - Habló frustrado.

- Y yo te dije que no te tengo miedo. ¿Puedes dejar tu papel de patán por un segundo y escucharme? - Agregó la castaña.

- Bien, pero no tengo tiempo ni ganas, así que sé breve.

- ¿Porque tanto odio hacia Demetri? Primero destruyes su proyecto en la cafetería y ahora le rompes el brazo. ¿Cuál es tu problema? - Preguntó cruzandose de brazos.

- No tengo porque darte explicaciones de lo que hago o no con mi vida. Que yo sepa no somos amigos y tampoco veo que te interese serlo, así que déjame en paz - Le dijo apartandola para continuar su camino.

- Solo quiero entender. Se ve que no eres malo, lo noto en tus ojos. ¿Dónde quedó el chico divertido con el que hable la primera vez en la clínica? O acaso solo es un papel que te inventas para conocer chicas - Habló ella sosteniéndolo del brazo.

- Escucha, no se que juego estás jugando, pero detente. Si piensas que voy a caer solo porque eres bonita, estás equivocada. Esto que ves es lo que soy, así que adiós - Concluyó él para perderse entre la multitud de estudiantes.

Si hay algo que caracterizaba a Mila era la necesidad de solucionar problemas ajenos y por supuesto meterse en donde no la llamaban.

Estaba a punto de irse a su salón cuando algo increíble ocurrió. Miguel cruzó la puerta de la escuela y para su sorpresa estaba caminando. Sin muletas, sin sillas de ruedas, solo él y su hermosa sonrisa.
Esto lo cambiaba todo ¿No?

Start Again || Miguel Díaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora