El haber sido criada solo por su padre, le otorgaba a Mila una serie de privilegios. Y no estoy hablando de lo económico, sino de una infancia y pre adolescencia colmada de afecto y siendo tratada como toda una princesa. Su padre era un hombre trabajador que apenas si le alcanzaba para llegar a fin de mes. La madre de la joven falleció cuando ella tenía tres años y a sus abuelos paternos no llegó a conocerlos. En la familia de su madre jamás aceptaron que su única hija haya tomado la decisión de casarse con tan solo 19 años, por lo que nunca tuvieron interés en conocer a su nieta, ni mucho menos saber de ella. El único pariente que tenía era el hermano de su padre, quien vivía muy lejos de ellos, en el Valle de California. Mila recuerda muy poco sobre él, aunque este siempre le envía costosos regalos por su cumpleaños.
Su futuro estaba prácticamente escrito: Terminar la secundaria, estudiar derecho en la Universidad Pública de Nebraska- Omaha, su ciudad natal, conseguir un trabajo para ayudar con los gastos de la casa y formar su propia familia llegado el momento, nada fuera de lo común. Honestamente ella no se describiría así misma como una chica con demasiados intereses, salvo por el dibujo, que es algo que disfruta mucho hacer en sus tiempos libres.
*
Era sábado por la tarde y Mila estaba en su habitación leyendo cuando escuchó un fuerte ruido proveniente de la sala. Lo primero que le salió hacer fue tomar un trofeo que tenía en su mesita de luz y salir a ver de que se trataba.- ¿Papá eres tú?, ¿Volviste antes? - Preguntó en voz baja mientras se asomaba por la puerta de la sala.
- ¡Dios mio Papá! - Gritó mientras corría hacia su padre que se encontraba tumbado en el suelo con la cabeza ensangrentada.
Ver así a la única persona que habia velado por ella durante tanto tiempo, se sintió como un disparo directo al corazón. Resulta que ese día su padre había regresado a casa por un fuerte dolor en el pecho, que al parecer se trataba de un infarto que lo hizo desplomarse y golpear bruscamente su cabeza contra el sofá . Mila llamó de inmediato a su tío, quién enseguida tomó un vuelo para ir a su rescate. Era un hombre extravagante, al que le gustaba hacer todo en grande, sobre todo porque el dinero no era un problema para él. Se encargó de conseguir una habitación en la clínica privada de All Valley California para que internaran allí al padre de Mila y prometió hacerse cargo de ella el tiempo que fuera necesario.
Mudarse a más de 2000 kilómetros de su hogar claramente no estaba en sus planes, pero por su papá estaba dispuesta a hacer cualquier sacrificio. Vivir con su tío sería extraño, ya que no tenían una relación muy cercana, e incluso llegaba a sentirse intimidada por él.
Lo primero que hicieron al llegar fue ir directo hacia la clínica, pero en lo que preparaban a su padre para las pruebas correspondientes, le ordenaron aguardar en la sala de espera.
Pasaron dos horas que se sintieron como una eternidad para alguien tan inquieta como ella, por lo que decidió ir a explorar un poco . Estaba a punto de levantarse de su asiento cuando una noticia en el televisor llamó su atención y se quedó unos segundos escuchándola:
- " Hoy hace dos semanas que en la secundaria West Valley ocurrió lo que podría describirse como un motín de karate. Esto tomó por sorpresa a estudiantes y profesores sacudiendo a todo el valle" .
¿Karate? - Valla no escuchaba esa palabra hace tantos años. Creo que los deportes nunca fueron lo mío - Pensó para sí misma.
Sin tomarle demasiada importancia, salió en busca de algo que hiciera más corta su espera. Se encontraba deambulando por los pasillos hasta que vió algo que la hizo detenerse. Una ventana de cristal dejaba ver la sala de terapia intensiva, donde se encontraba un chico moreno y de cabello oscuro, conectado a tubos y respiradores en lo que parecía una lucha entre la vida y la muerte. No pudo evitar sentir curiosidad por aquel joven. Casi logra entrar en la habitación cuando una enfermera la sorprendió por detrás.
- Disculpe señorita, no puede estar en esta parte - Habló educadamente la mujer.
- Am, si perdón. Estaba buscando a mí tío y me perdí - Respondió Mila tratando de disimular la voz aguda que le salía al mentir.
- Entiendo, pero de todos modos no es horario de visitas. Debe quedarse afuera o en la sala de espera, de lo contrario tendré que llamar a seguridad - Concluyó la enfermera.
Mila fingió dar la vuelta para irse, y en cuanto comprobó que ya no la veían, se escondió trás un mostrador de informes. Se asomó lentamente para ver si podía regresar , pero vió como un doctor entraba en la habitación y rápidamente regreso a su escondite. Al ver qué era en vano seguir allí decidió salir cuidadosamente.
De regreso en la sala de espera y con la ansiedad comiéndosela por dentro, se sentó a esperar a su tío. En eso notó que un hombre rubio se acercaba al escritorio principal. Su aspecto era desarreglado y parecía que estaba borracho.
- ¿Puedo ayudarlo? - Le preguntó la secretaria.
- Si vengo a ver a Miguel Díaz - Respondió el hombre.
- Él se encuentra en cuidados intensivos. ¿Usted es un familiar? - Preguntó amablemente la mujer.
- Amm no, pero...
- Solo familiares, médicos y pacientes pueden entrar allí - Contestó con firmeza
- ¿Y no puede hacer una excepción? - insistió el rubio.
- Son las reglas - Le repitió
- ¿Y qué tal Romper las reglas? - El hombre intentó una vez más, pero esta vez tratando de sonar coqueto.
Más allá de su esfuerzo, aquel extraño sujeto no consiguió nada. Mila se quedó intrigada y curiosa de saber quién era y porque tenía tanto interés en pasar.
- Por lo menos ahora sé tu nombre, Miguel - Se dijo Mila para sí misma mientras jugaba con una de las pulseritas que llevaba en su muñeca.
Esa misma noche recibió noticias alentadoras de su padre. Si bien aún estaba delicado y era necesario que lo operaran, ya no corría peligro. Cómo no podría visitarlo hasta el día siguiente, tenía que quedarse a dormir en casa de su tío. Sin embargo no se iría de allí sin ver una vez más al chico misterioso. Pidió permiso para ir al baño y nuevamente se escabulló, aunque tampoco tuvo suerte está vez, pues el mismo rubio que vió en la tarde se encontraba parado junto a la camilla de Miguel mientras le hablaba casi susurrando . Mila prácticamente se pegó a la ventana para tratar de oír algo:
- "Hola amigo, disculpa por no haber venido antes. Tu mamá no me quiere cerca, y no la culpo. Pensé que te ayudaba, aprendías tan rápido, te volvías tan fuerte, pero te fallé. Lo siento mucho, yo no sé si puedas oírme, pero sé que puedes salir adelante. Nunca te rindas, puedes hacerlo, se que puedes".
Las palabras que le decía eran muy lindas y ella notaba el cariño que se tenían, a pesar de no conocerlos en lo absoluto. Pero pronto ese momento se vió interrumpido por otra enfermera que llegó para sacar al hombre, por lo que también tuvo que irse antes de ser descubierta.
*
La casa de su tío era en realidad una enorme mansión ubicada a las afueras de All Valley. Se sentía como una muñequita diminuta en ese lugar. A pesar de los miles de pensamientos que giraban en su cabeza, el sueño la venció y no tardó en quedarse dormida. Lo que ella desconocía era que en ese momento algo grande estaba ocurriendo en la clínica.
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Start Again || Miguel Díaz
Fanfic"No todas las chicas bonitas son felices, ni todos los chicos rudos tienen la vida resuelta." La adversidad cruzó sus caminos, pero el karate forjó entre ellos una conexión inquebrantable. Para seguir adelante a veces lo único que necesitas es empez...