ਏϊਓ:𝟶𝟾

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Era el día. Planeaba decirle a Minho sobre su relación con su hermana y lo quisiera o no, él tendría que aceptarlo, no sabía porque se ponía tan nervioso solo de pensar el decirle.

Llegó como siempre, temprano, al parecer Karina no estaba en casa, pues la chica que abrió la puerta así se lo dijo.

—Oh, ¿Y está Minho en casa?— preguntó dudoso sobre la respuesta.

—Hum, si, él está en su habitación, puedes subir si quieres, aún debe estar dormido.

Christopher le agradeció y sonrió para subir por las escaleras, sabía en dónde estaba la habitación de Minho, pues estaba casi a un lado que la de Karina. Dio dos golpes en la puerta hasta que escuchó un conocido “pase”.

—Joder, ¿Qué en serio no tienes casa? Puedo mandar a hacerte una si quieres.— el mayor sonrió ante el saludo pero aún así entró a la habitación.

—Eso sería una grandiosa idea, ser mantenido por alguien más.

—Karina no está en casa, si la estabas buscando.— el cenizo tomó una toalla y ropa interior, dispuesto a darse un baño.

—En realidad, venía a verte a ti.— Minho lo miró con esa característica ceja levantada y ojos curiosos.

—No te entiendo, ¿Por qué a mí?

Ni Christopher sabía. Simplemente se dejó llevar, quizá quería más momentos a solas con el menor, quizá quería decirle de todo menos lo que planeaba.

—Te invito a desayunar.— se sentó a la orilla de la cama esperando una respuesta.

Minho detuvo sus pasos para mirarlo detalladamente, Christopher planeaba algo, pues parecía nervioso, movía nervioso la pierna y rascaba constantemente su antebrazo.

—Bien, ¿Qué tramas?— el menor se cruzó de brazos esperando una respuesta.

—¿Yo? Nada, simplemente te quiero llevar a desayunar, creo que empezamos con el pie izquierdo.

Christopher pedía por dentro que Minho dijera que si, le ansiaba saber la respuesta, si era un sí o un no, cualquier cosa importaba en ese momento.

—De acuerdo, solo lo aceptaré porque no tengo ganas de hacer el desayuno.— el cenizo se metió al baño, mientras dejaba a un Christopher solo en la habitación.

El mayor soltó el aire retenido y sonrió por lo bajo, aquel chico le interesaba más de lo que debía, pero en realidad, le gustaba esa sensación de cosquilleo y nervios cada que hablaba con él. Minho salió minutos después portando únicamente la toalla al rededor de su cintura.

—Espera, que me cambio y nos podemos ir.— cuando le dio la espalda a Christopher para buscar su ropa, este notó los lunares que adornaban su blanquecina piel.

—Tienes una galaxia en tu espalda.— soltó sin pensar.

—¿Qué tanto murmuras, eh?

—Oh, es que tienes muchos lunares en la espalda, si tomo un marcador y los uno, parecería una constelación.

Minho inesperadamente soltó a reír, mientras buscaba su ropa, Christopher también notó que uno o quizá dos tatuajes en el abdomen y espalda baja del contrario, sin embargo no dijo nada más.

No tomó en cuenta el tiempo, pues de un momento a otro, el cenizo tomó las llaves de su casa y salió sin decir nada más, el mayor reaccionó a tiempo y salió tras de Minho.

—Pensé que no bajarías.— Minho se despidió de la chica que hacía la limpieza y salió de la casa.

—Bueno, ni siquiera me dijiste que ya nos podíamos ir, entonces...

Cuando ambos estuvieron fuera, el menor buscó con detenimiento el vehículo de Christopher, sin encontrar nada a la vista.

—¿Y tu auto?— preguntó serio, ¿Es que acaso Minho nunca sonreía?

—Creo que estás mal, ángel, pues por si no recuerdas, yo soy piloto de motocicletas, no de autos.— dijo a la par que se subía a la motocicleta.

Minho ignoró el apodo pero volvió a poner aquella mirada seria y penetrante.

—Estás enfermo si crees que me subiré a esa cosa.

—Bueno, no hay más, sube.— el menor no solía acatar órdenes, pero un desayuno era un desayuno, por lo que quejándose, subió.

—Toma— Christopher le tendió un casco— Aún no te quiero muerto, ¿Sabes?

El cenizo rió sarcástico pero lo aceptó, era eso o no desayunar. El camino fue corto, pues las cafeterías solían estar abiertas y la mayoría estaban cerca.

—¡Espera, Chris, detente!— el mencionado se detuvo en seco ante la petición dicha, aún confundido.

—No entiendo, ¿Qué sucede?— Minho se apresuró a bajar dejando de lado el casco, fue ahí cuando lo vio, una cafetería de gatitos. El cenizo solía ser infantil si descubrías su personalidad.

Christophe se estacionó, pues había quedado en medio de la calle, y entró nuevamente siguiendo a Minho, el lugar era cálido y dentro no había tanta gente.

Ya dentro, ambos estaban observando el menú en busca de algo que llamase su atención.

—Y bien— dijo aún sin apartar la vista— ¿Qué me querías decir?

Touché. Sabía que Minho no podría pasar de lado su repentina invitación, por lo que Cristopher solo atinó a reír. Cierto, ¿Qué le iba a decir?

—En realidad, lo olvidé, créeme, pero ya estamos aquí, pide algo.

—No confío, pero bien.

En ese poco lapso de tiempo, Christopher pudo conocer un poco más a Minho, sabía que muy dentro de él, había una persona dulce y amable dejando de lado la persona seca y frívola que solía ser diario.

Se permitió conocer algunos de sus gustos además.

—Karina es de las chicas que les gustaría vivir con cinco gatos, tres perros y dos hámster.— decía el cenizo con cierta burla— Lo que te espera.

—¿A ti te gustaría vivir igual?

—Hum, no, me gustaría tener tres gatitos y quizá un perro, cómo te das cuenta, me gustan los gatos.

—Lo pude notar.

Minho dio un sorbo a su café antes de seguir hablando.

—¿Cuándo tienes otra competencia?

—En realidad, no lo sé, quizá dentro de una semana, o un mes...

Perdieron la noción del tiempo, y mientras más hablaba con Minho, Christopher se notó que realmente estaba jodido.

¿A quien engañaba? Le gustaba Minho, ni siquiera Karina le gustaba como él, del menor, cada detalle y cada defecto lo hacían aún más tierno.

Solo había un enorme problema,  el cuál no puede decirlo en voz alta, o se condenaría para siempre.

. ·ʚĭɞ 𝗳𝗮𝘀𝘁𝗲𝗿 ਏϊਓ | Minchan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora