°•Mi Atlas•° (Luisa Madrigal x T/N male)

.15.

Su pierna no dejaba de ir de arriba a abajo en un constante tick.

Ay estaba él, sentado, recibiendo los halagos y aplausos de los demás.
Se acercó soltando en aire con los hombros tensos.

—Muchas gracias— agradecía el por las monedas que la gente le daba.

Ella sentía como las monedas no hacían más que hacer sudar sus manos.

El se levantó apresurado, seguramente para ir a ver a su amada lo antes posible.

—Disculpa— ya lo había dicho, no podía volver a estar en silencio.

—Señora Soza— dijo colgando su guitarra.

Ella estiró la mano y le dió las monedas

—Muchas gracias— sonrió.

Él intentaba no quedarse viendo su rostro, ya que sabía que podría estar horas intentando averiguar en dónde la había visto.

—Cantas muy bien— dijo intentando seguir la conversación.

—Se lo agradezco mucho, espero que si estadía en el pueblo sea buena

—Si, si lo es...

Sabiendo que esa repentina conversación no llegaría a más, ________ se despidió con un gesto y dándole la espalda a la mujer comenzó a marcharse.

—________! Espera— dejo salir en un respiro ahogado.

El mencionado volteo muy confundido.
Cómo era que sabía su nombre?
Un frío intenso recorrió la nuca del muchacho, ese mismo frío que sientes cuando sabes que algo va a pasar, y te llena de ansiedad no saber qué.

Volteo con una mirada de confusión y miedo.

—Como...

—Podemos hablar...?

La tentación de decir que no era fuerte, pero sabía que se arrepentiría al tiempo de haber rechazado su petición.

El miro por sobre su hombro y se acercó a ella.
Entrecerró sus ojos al estar más cerca de su rostro, esperando que en algún momento despareciera al creer que podría ser una alucinación.
El pensar en lo que podría pasar, lo asustaba.

Ella comenzó a caminar hasta enclntrsr un lugar en el que lograrán hablar solos.

—Señora...

—Silva— dijo volteando a ver su rostro— Soy yo...

Cómo si conociera las sospechas del menor ella las confirmo.

—Tú, que?— el aire salió por completo en cada palabra.

Se acercó un paso y la observaba como si fuera un fantasma que solo él podía ver.

—Hola...— dijo con sus cejas caídas.

El se alejo unos pasos rápidos.
Las palabras no salían de su boca, solo pido escuchar un ruido ahogado que no salía de su garganta.

No sabía exactamente que sentir.
La había extrañado toda su infancia, aún sabiendo todo lo que ella le había dicho.
Quería abrazarla, quería ignorarla, quería que se quedara y se fuera...

Era un sentimiento tan agridulce que apenas podía soportar el colapso.

—Te fuiste...— comenzó a sentir su corazón latiendo más rápido.

—Si... Si lo hice— ella se acercó un paso, el cual él retrocedió.

—Dijiste que no volverías— sus manos se aferraban a la cinta de su guitarra.