North Denver

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، ⌕ ' North Denver, 1977

Mudanza, siete letras y una palabra que desde hace dos años a Avery no le hacía ni la más mínima gracia. Mason pensó que sería buena idea mudarse gracias a su nuevo trabajo y así cambiar un poco de aires, aunque su única hija no estaba muy de acuerdo con la idea.

Era sábado por la tarde, el sol estaba bajando, en la cancha de béisbol del pueblo se estaba llevando a cabo uno de los juegos más importantes de la liga. Dos chicos en base, llegaba ahora el próximo bate, el número veintisiete, Bruce Yamada. El lanzador recibía apoyo desde las gradas y el dugout.

— ¡Vamos Azules, tienen que ganar! — El chico de rulos castaños se puso en posición, respiro profundamente antes de hacer su primer lanzamiento, la pelota fue tan rápido que el bateador al turno no la vio pasar, su rostro reflejaba algo de confusión, había fallado en su primer intento.

— Finney pónchalo, tu puedes — la hermana menor del lanzador sujetaba su pequeña bolsa de palomitas en las manos mientras veía con emoción el partido de su hermano.

Mason y su hija Avery veían todo muy concentrado, siempre habían sido fanáticos del béisbol, esa era una de las cosas que lograba que Avery no odiara tanto la mudanza, aún podía disfrutar de eso con su padre tal cual como antes.

— Si Finney, otro strike — animó su hermana menor sentada casi al borde de su asiento.

— Vamos tres, debes poncharlo — el entrenador del equipo de los Azules tenía sus manos en la reja del dugout, todas sus esperanzas estaban en ese niño de trece años — vamos por otro swing peacher, vamos por otro swing.

Le devolvieron la pelota al peacher, volvió a su posición una vez más, se preparó para lanzar la pelota y está en cuestión de segundos ya estaba en el guante del ketcher, de nuevo el bateador al turno había fracasado, ahora solo le quedaba un intento más, si volvía a fallar seria ponchado.

— ¡Así se hace! ¡Perfecto! — varios aplausos venían de las gradas, algunos de ellos eran de Avery, la cual estaba muy centralizada en el juego mientras tomaba un poco de la soda fría que le había comprado su padre.

— ¡No te dejes veintisiete!

— Tú puedes bateador, ¡hazlo! — se oyeron unas voces femeninas, eran las fans número uno del joven Yamada.

"Vamos Bruce, sácala del campo" pensó el bateador alzando el bate por última vez. El lanzador desvió un poco su mirada a las gradas, fijándose en una dulce joven de cabello negro la cual veía sonriente el partido junto a una de sus amigas.

Lo que parecía ser el último strike, se convirtió en un home run, la pelota fue golpeada por el chico con el bate y antes de poder reaccionar está ya había salido de las rejas del campo. Avery suspiró decepcionada, la castaña venía apostando al equipo azul y su padre al beige.

La multitud se emocionó, y vitoreaban a Bruce, sus compañeros de equipo lo esperaron mientras el llegaba a home y con su casco hizo un saludo para Finney, el cual se veía desilusionado; sin esperar mucho fue a felicitar al otro equipo, todos chocaron sus manos y un "buen juego" era lo que se decían los unos a los otros.

— Oye tú — llamó Bruce al niño de rulos castaños, este detuvo su camino para ir con él — me impresionó tu brazo — le regaló una sonrisa amistosa de la cual Finney se contagió — casi me ponchas.

— Bien jugado — el castaño se alejó del pelinegro, su mirada fue directamente a las gradas, y pudo notar como esa cabellera negra que lo había despistado por unos momentos ya se estaba yendo, bajó un poco la mirada y simplemente salió del campo.

Por otro lado, padre e hija iban camino a casa, el mayor pasaba su brazo por sobre los hombros de su hija, sonriendo victorioso de haber ganado su pequeña apuesta.

— Te dije que ganaría el otro equipo — la chica lo vio mal, no le gustaba perder, menos contra su padre.

— ¡Estaba casi ponchado! — Tomó un poco de su bebida antes de acabarla — tenía mi fe en el lanzador — realmente el brazo del chico le había parecido demasiado bueno para ser real, lo cual la hizo frustrarse cuando no ponchó al jugador al bate.

El mayor notó el puchero que hizo su hija mientras caminaban por la calle, este sonrió con ternura y revolvió el cabello de la menor, la cual hizo una mueca quitando algunos cabellos de su campo de visión.

— ¿Qué te parece si vamos a comer pizza para que quites esa cara de perro mojado? — una sonrisa se extendió por los labios de la chica, esta asintió efusiva.

— Eres el mejor, pa, ¿ya te lo había dicho? — Avery subió su mirada hasta su padre mientras se desviaban un poco del camino para ir a la pizzería más cercana.

— Sé que soy el mejor, no hace falta que lo digas —ella rodó los ojos y como pudo le dio un suave golpe en la parte de atrás de la cabeza a su progenitor haciéndole reír.

El pueblo de Denver se encontraba de nuevo bajo la impasible luz de la luna, el frío de la noche azotó las ventanas de las casas, era hora de descansar, y pasar otra noche tranquila en sus camas, o eso era lo que suponían...

© URGFRONNIE

Un poco corta la introducción, pero necesaria.

No saben la emoción que siento de escribir un fanfic de nuevo después de cuatro años de haber escrito el primero.

Recuerden que si gustan, pueden ir a seguir mi cuenta de tiktok (@ iovemme ) suelo subir adelantos, edits y demás cositas por si les interesa.

xoxo, Alex.

𝗿𝘂𝗱𝗲, the black phoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora