Big Boy

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، ⌕ ' niño grande.

Abril 2, 1977

Uno, dos, tres, cuatro...

Avery tenía su vista fija en el reloj del aula, no podía esperar que las manecillas se alinearan y por fin pudiera irse a casa con Griffin, era viernes y el tiempo estaba pasando más lento de lo usual, y eso definitivamente la ponía ansiosa. Su pie subía y bajaba de manera rápida, y sus dedos golpeaban la mesa produciendo una melodía desordenada.

Cuando menos se lo esperó, el timbre hizo eco en todos los pasillos de la escuela, sin esperar ni un minuto más Avery tomo su mochila y salió rápido del salón de clases, el maestro la llamo para que volviera porque aun no había acabado la clase pero era viernes, ¿a quién le importaba eso ahora?

Avery se abrió paso entre los estudiantes hasta llegar a las aulas de primaria, una vez ahí pudo divisar a cierta cabellera rubia esperándole mientras se mecía de adelante hacia atrás.

— Hola enano — Avery se agachó a la altura del niño, el cual al verla sonrió, y esa sonrisa era una de clase cosas favoritas de Avery.

— Hola Ryry — Griffin tomó la mano de Avery y tiro de ella suavemente para salir lo más pronto posible de la escuela.

Ambos salieron del lugar, el sol brillaba con intensidad, y eran pocos los árboles que brindaban sombra a los que iban por la calle. Avery y Griffin se detuvieron en una esquina e iban a cruzar al otro lado de la calle.

—Ven, yo te ayudo a cruzar —Griffin tomó la mano de Avery y vio a ambos lados antes de cruzar, una vez que estuvo seguro que no venía ningún auto, tiró de la mano de Avery hasta el otro lado.

—Se supone que eso debo de hacerlo yo —Avery ladeo su cabeza con una sonrisa.

—La última vez casi nos atropellan.

—Pero no lo hicieron, ya supéralo —Avery revolvió el cabello del niño haciendo que este riera.

Después de eso ninguno de los dos dijo nada más y siguieron caminando por la calle, a medida que avanzaban el sol empezaba a bajar un poco, eso aliviaba a Avery, no resistía el calor. Griffin sacó del bolsillo de sus pantalones el pañuelo que Avery le había comprado hace unas semanas atrás, el trozo de tela se empezaba a pasear por sus manos, desde que Avery se lo había regalado, nunca dejaba de jugar con él.

—Oye Ryry —Griffin rompió el silencio mientras caminaban, Avery dejó de mirar hacia el frente para ver al niño.

— ¿Qué pasa, enano? —Avery metió sus manos en los bolsillos de sus shorts.

—Quiero preguntarte algo —Griffin se detuvo en medio de la acera y Avery hizo lo mismo, como de costumbre, la más grande agachó a la altura del niño.

— ¿Qué quieres preguntarme?

Griffin hizo silencio unos segundos mientras que Avery le miraba expectante.

— ¿Puedo ir a casa? — la pregunta desconcertó un poco a Avery.

—Enano, ya vamos camino a tu casa.

—Lo sé pero, yo hablo de ir a casa como tú lo haces —Griffin hizo una pausa —hablo de ir solo hasta casa, Ryry.

Avery inmediatamente negó con la cabeza, Griffin le hizo un puchero mientras que Avery se ponía de pie de nuevo y tomaba la mano de Griffin para seguir caminando. Durante unos minutos más el niño le seguía insistiendo a Avery que quería ir solo, que sabía perfectamente cómo llegar a casa.

—No voy a perderme Ryry, ¡antes me iba solito a mi casa!

—Eso era antes, tú lo dijiste —Avery se dio cuenta de cómo Griffin le hacía otro puchero —enano...

𝗿𝘂𝗱𝗲, the black phoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora