Another year, another boy.

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، ⌕ ' otro año, otro chico.

El tiempo tenía la facilidad irse volando, y junto con él se llevaba las esperanzas y sueños de muchas personas. Las cosas habían cambiado bastante, Denver no era lo mismo desde hace dos años.

Muchas familias se habían mudado para mantener a sus hijos a salvo, muchas cartas terminaban en la comisaría, muchas de ellas eran simples quejas por el mal rendimiento de la policía en el caso de los chicos desaparecidos.

Bruce había perdido las esperanzas de volver a ver al rubio, más cuando la policía ni siquiera se molestó en buscarlo realmente. Una parte de él quería creer que Vance solo había escapado del pueblo, y por eso no había rastro de él por ningún lado.

¿Cómo alguien se puede esfumar tan de la nada?

Bruce ocultó parte de su rabia cuando sus padres agradecieron que Vance hubiera desaparecido, después de todo era un "inadaptado" que no aportaba nada a la sociedad. Para Bruce, sus padres eran los únicos que no aportaban nada.

Bruce no conocía de nada Vance, sabía lo que casi todo el mundo sabía, pero aún así no se detenía de pensar en todas esas veces que los ojos azules de Vance se fijaron en él, aunque hubiera sido por mera casualidad, a Bruce se le revolvía el estomago, muchas veces llegó a pensar que era por el asco que se tenía a sí mismo por pensar así de un chico.

Pero luego volvía a la realidad, y ya no sentía nada, ya no había nada de Vance por el pueblo, y el único que pensaba en el rubio a diario, era Bruce.

Julio 18, 1979

Era miércoles y Bruce tenía que ir al partido final de la liga de béisbol, jugarían contra el equipo de Finney Blake, todo el peso de la victoria estaba sus hombros y eso lo ponía nervioso.

Bruce llegó quince minutos antes a la cancha, habían pocas personas en el lugar, pero fue para su grata sorpresa de ver a Avery sentada en las gradas junto a quien Bruce suponía, era el padre de la chica, las similitudes físicas decían mucho.

Después de unos largos minutos, el partido dio por iniciado, las gradas estaban a desbordar y la emoción por el beisbol se sentía en el aire.

Avery recostó su cabeza en el hombro de su padre, la castaña suspiro un poco y jugó con sus manos, amaba el beisbol, pero solo acepto ir al juego para no poner mal a su padre, no porque precisamente quisiera estar ahí.

Avery contaba en su cabeza los días que faltaban para que su prima, Gabe, fuera a visitarla, esa chica pelirroja la había estado acompañando desde que eran niñas, y ahora que Avery se había mudado, no veía la hora de estar con ella de nuevo.

Hace dos años cuando Avery había dejado Pensilvania detrás por el trabajo de su padre, alejarse de Gabe le había puesto triste, era la única amiga que tenía, esa era una de las razones por las que Avery no se terminaba de acostumbrar a Denver, nada era lo mismo sin Gabe.

Hasta que llegó Griffin, cuando llegó Griffin Avery le dio otra oportunidad al pueblo, y esa oportunidad le había quitado al único amigo real que había hecho. Pensar en Griffin ponía a Avery triste, dos años y seguía extrañando a su enano como el primer día.

Los gritos trajeron a Avery devuelta a la realidad, el equipo de Finney Blake había ponchado al jugador que estaba al bate, eso no sorprendía a la castaña, sabía el talento que tenía el niño.

La multitud enloqueció cuando Bruce entró en la cancha, su mirada iba fija en el suelo, pero definitivamente su mente estaba en otro lado.

Bruce soltó todo el aire que tenía contenido en los pulmones, sus manos se aferraron fuertemente al bate, y sus piernas se flexionaron, estaba listo para anotar el siguiente home run, el que les daría la copa final que su equipo y padres tanto querían.

𝗿𝘂𝗱𝗲, the black phoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora